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Historia de un zapato: el kurdo que lo lanzó a Erdogan exige a España su devolución
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PASÓ CASI TRES AÑOS EN LA CÁRCEL PORQUE ZAPATERO LE NEGÓ EL INDULTO

Historia de un zapato: el kurdo que lo lanzó a Erdogan exige a España su devolución

El lunes 22 de febrero de 2010, Hokman Joma se acercó a la Plaza Nueva de Sevilla como uno más de los curiosos que esa tarde

Foto: Historia de un zapato: el kurdo que lo lanzó a Erdogan exige a España su devolución
Historia de un zapato: el kurdo que lo lanzó a Erdogan exige a España su devolución

El lunes 22 de febrero de 2010, Hokman Joma se acercó a la Plaza Nueva de Sevilla como uno más de los curiosos que esa tarde noche se había detenido ante el Ayuntamiento hispalense debido al revuelo de coches oficiales y escoltas que se arremolinaban a la puerta del Consistorio. En su caso, la presencia de un tipo como él en aquella plaza tenía mucho más sentido porque, por sus evidentes rasgos árabes, podía estar esperando la salida del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, de visita oficial en España.

Esa tarde, el mandatario turco acaba de recibir un galardón alusivo a la convivencia de las Tres Culturas de manos del alcalde de Sevilla, el socialista Alfredo Sánchez Monteseirín, en concordancia con las buenas relaciones de tolerancia y la Alianza de Civilizaciones que había impulsado el zapaterismo. Todo transcurría con normalidad hasta que el primer ministro turco se disponía a subir a su coche oficial y, de repente, la comitiva entera se volvió hacia un tipo que, desde el público, profería gritos. Sin que las fuerzas de seguridad pudieran hacer nada, aquel hombre se descalzó un zapato y lo arrojó contra Erdogan.

Las crónicas de aquel día detallan que se trataba de un zapato grande, un 44, de color negro, que se estrelló contra el coche oficial turco. El atestado policial de los agentes 26.673 y 111.444 que lo redujeron confirmaba, además, que el individuo lanzó el zapato, que no llegó a alcanzar al primer ministro, “al tiempo que decía ‘Viva el Kurdistán’, ‘asesino’ y ‘criminal’”. Era Hokman Joma, un kurdo de nacionalidad siria que se encontraba ilegalmente en España. Aquella noche ya la pasó en una celda.

Como poco antes un periodista iraquí, Muntazer Al Zaidi, se había hecho famoso por un hecho similar, lanzar un zapato contra George W. Bush, en Occidente ya se tenía perfectamente asimilado el significado de una acción así en el mundo musulmán, con lo que, cuando Hokman Joma hizo lo propio contra Erdogan, antes que agredirlo lo que pretendía era ofenderlo gravemente, despreciarlo arrojándole un objeto impuro, aquello de lo que todo musulmán se desprende antes de pisar cualquier templo sagrado.

Tres años de cárcel y el indulto que no concedió Zapatero

Al periodista iraquí lo condenaron a tres años de cárcel y exactamente la misma pena le cayó a Hokman Joma, culpable de un delito contra la comunidad internacional en su modalidad de atentado, castigado con tres años de prisión y 408 euros de multa. El fiscal pidió, en el mismo juicio, que se le conmutara la pena de cárcel por la expulsión a su país de origen, Siria, del que Hokman se había fugado, pero el alegato del detenido, en el mismo juicio, hizo que el juez desatendiera la petición del fiscal: “Si España me manda a Siria, me está condenando a muerte”.

El juicio se celebró en junio de 2010 y, cuando sólo había pasado un año, en marzo del año siguiente, el abogado de Hokman Joma solicitó el indulto al Gobierno de Zapatero. Ya sea porque eran los meses finales del zapaterismo o porque el presidente español no quería agraviar con un indulto a su colega Erdogan, la cuestión es que el kurdo Hokman no recibió ninguna respuesta del Ejecutivo socialista y siguió en la cárcel. Llegaron las elecciones generales, ganó el Partido Popular y, en mayo de 2012, el kurdo que le lanzó su zapato a Erdogan volvió a pedir el indulto del Gobierno español. Cuando el Consejo de Ministros reunió todos los informes favorables para concedérselo, en noviembre de 2012, Hokman Joma llevaba ya, en realidad, varias semanas en libertad, por decisión del juez, que resolvió atenuarle la condena cuando ya sólo le faltaban cuatro meses para cumplir la pena íntegra impuesta. Casi tres años en la cárcel en los que Hokman ha aprendido español, ha realizado un curso de cocina y se ha aficionado al deporte.

Desde el 30 de noviembre de 2012, Hokman Joma es un hombre libre y nada se sabía de él hasta que, hace un mes, según ha sabido El Confidencial, se volvió a recibir un escrito suyo en el juzgado número 9 de Sevilla. Para sorpresa del juez, Hokman solicitaba la devolución del zapato que le lanzó al primer ministro turco. Aquel zapatón negro, del 44, que voló por las cabezas de todos hasta estrellarse en el coche oficial de Erdogan. En el juzgado no daban crédito: habían pasado más de tres años desde el incidente de la Plaza Nueva, 1.000 días durmiendo en una celda, un indulto y una vida nueva en España, con nuevos conocimientos aprendidos en la cárcel, y al tipo sólo se le ocurría exigir que le devolvieran su zapato.

El fiscal se opone: “Es el instrumento de un delito”

Ya sea porque eran los meses finales del zapaterismo o porque el presidente español no quería agraviar con un indulto a su colega Erdogan, la cuestión es que el kurdo Hokman no recibió ninguna respuesta del Ejecutivo socialista y siguió en la cárcel.

El catorce de mayo pasado, el juzgado trasladó el asunto a la Fiscalía para que informara sobre “si procede la devolución de la pieza de convicción consistente en un zapato” y, hace unos días, el Ministerio Fiscal ha emitido sus conclusiones: “El fiscal, despachando el traslado legal conferido, SE OPONE a lo solicitado, toda vez que el efecto intervenido ha de considerarse como el medio e instrumento para la comisión del delito por el que Hokman Joma resultó condenado, por lo que procede el decomiso y la destrucción del mismo en los términos del artículo 127 de Código Penal”.

Con la oposición de la Fiscalía, el juez habrá comunicado ya a Hokman Joma la negativa a devolverle su famoso zapato. En los medios judiciales próximos al caso consultados por El Confidencial aclaraban que la negativa a la devolución del zapato obedece a lo estipulado legalmente para este tipo de reclamaciones pero que, obviamente, en la decisión también pesa la posible utilización que pudiera hacer Hokman del zapato que lanzó a Erdogan.

En el tiempo que ha estado en prisión, de hecho, Hokman no ha desaprovechado oportunidades para seguir denunciando en diversas entrevistas la represión del pueblo kurdo (“Erdogan ha dejado a miles de niños huérfanos y a miles de mujeres sin marido, ha hecho auténticas barbaridades, ha torturado al pueblo kurdo”) y la crítica situación de Siria (“Es normal que el pueblo se rebele contra los gobernantes corruptos y dictadores. Cuando se instaure un régimen normal podré volver a mi país”). Y con los tiempos que corren en Siria y en Turquía, sólo faltaba que España contribuyera a más tensión con algunos elementos añadidos, como un kurdo de nacionalidad siria, que quiso ofender a Erdogan lanzándole un zapato, y que ha acabado indultado y rehaciendo su vida en España. No, no ocurrirá, la historia del zapato se queda ahí. Un 44 de color negro que acabará en algún furgón de Policía camino de un crematorio.

El lunes 22 de febrero de 2010, Hokman Joma se acercó a la Plaza Nueva de Sevilla como uno más de los curiosos que esa tarde noche se había detenido ante el Ayuntamiento hispalense debido al revuelo de coches oficiales y escoltas que se arremolinaban a la puerta del Consistorio. En su caso, la presencia de un tipo como él en aquella plaza tenía mucho más sentido porque, por sus evidentes rasgos árabes, podía estar esperando la salida del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, de visita oficial en España.