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Recaudador de impuestos, una profesión de alto riesgo en Italia
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EQUITALIA SE HA CONVERTIDO EN EL ENEMIGO DE TODOS LOS CIUDADANOS

Recaudador de impuestos, una profesión de alto riesgo en Italia

Desde el anarquista hasta el neofascista pasando por el ciudadano medio, todos los italianos se han puesto de acuerdo a la hora de señalar al enemigo

Foto: Recaudador de impuestos, una profesión de alto riesgo en Italia
Recaudador de impuestos, una profesión de alto riesgo en Italia

Desde el anarquista hasta el neofascista pasando por el ciudadano medio, todos los italianos se han puesto de acuerdo a la hora de señalar al enemigo común en estos tiempos de crisis: Equitalia. La agencia estatal de recaudación de impuestos es el chivo expiatorio sobre el que los contribuyentes están desatando la desesperación fruto del cóctel explosivo del momento. La angustia por el desempleo, los recortes sociales, el aumento de los impuestos y la incapacidad para vislumbrar un futuro, unido a los propios métodos rapiñadores que en muchos casos utiliza Equitalia, han motivado una cadena de ataques en las últimas semanas a varias de las sedes que la agencia tiene repartidas por todo el país. 

Tras unos días en los que algunos políticos llegaron a mostrar un cierto respaldo a los atentados, el primer ministro, Mario Monti, decidió atajar con esta actitud mostrando todo el apoyo del Gobierno al organismo recaudador. Le va la vida en ello, pues si el Ejecutivo es el corazón del Estado, Equitalia es la boca por donde le entra el sustento en forma de impuestos. La agencia, además, es imprescindible para que Monti pueda hacer realidad su gran aspiración: reducir las tasas a la mayoría de los ciudadanos gracias a la lucha al fraude fiscal.

“Hay que poner mucha atención a las palabras que se utilizan al referirse a Equitalia y a sus funcionarios, atribuyéndoles responsabilidades que sobrepasan sus obligaciones. Lo que ellos hacen es aplicar la ley: pagar los impuestos es un deber”, afirmó ayer el jefe de Gobierno cuando visitó la sede central del organismo recaudador en Roma. Parafraseando al escritor Carlo Levi, recordó que “las palabras son piedras” y consoló a los recaudadores de impuestos diciéndoles que, “por desgracia, en el clima difícil que está pasando nuestro país por la crisis económica, demasiado fácilmente os habéis convertido en objeto de polémicas y a veces en víctimas de actos violentos”.

El viejo odio popular hacia Equitalia ha empeorado porque, en las últimas semanas, su nombre ha estado ligado a los suicidios económicos. Varios familiares de empresarios que se han quitado la vida por la crisis han señalado a la agencia como culpable en parte de lo sucedido. Dicen que la persecución de los recaudadores de impuestos, combinada con la incapacidad de las administraciones públicas para pagar sus deudas (en ocasiones las facturas se abonan con tres años de retraso), ha colocado a muchos emprendedores al borde del precipicio. La avidez de la agencia de recaudación es objeto de crítica habitual entre los ciudadanos, quienes no entienden que les obliguen a suscribir hipotecas en sus viviendas por deudas con el fisco que no llegan a los 10.000 euros. Los empresarios también se quejan de que lo primero que hacen los recaudadores de impuestos cuando no pueden cobrar es embargar todos sus bienes productivos, lo que acaba imposibilitando el pago.

Este odio se ha visto escenificado en los continuos ataques a las sedes de Equitalia. En Romano di Lombardia (norte del país) un hombre entró en la sede de la agencia armado y tomó varias rehenes para protestar por la angustia que sufría por la deuda que tenía con el fisco. En Nápoles, un grupo de ciudadanos intentó asaltar las oficinas del organismo, que tuvieron que ser defendidas por los antidisturbios. En Milán y Roma los funcionarios de Equitalia han sufrido insultos y vejaciones e incluso su director, Attilio Befera, ha recibido un paquete bomba. 

La más desesperada de estas y de otras acciones cometidas contra la agencia de recaudación la protagonizó el empresario Giuseppe Campaniello, quien se suicidó prendiéndose fuego dentro de su coche frente a la sede de Equitalia de Bolonia. Su viuda, Tiziana Marrone, exculpó a los funcionarios del organismo de la muerte de su marido y señaló al Estado como culpable, pues “el sistema echa a perder a las familias”. 

Las buenas palabras de Monti tuvieron su continuación con la decisión de la ministra del Interior, Annamaria Cancellieri, de reforzar la seguridad de 14.000 posibles objetivos de los terroristas. Esta medida ha sido tomada tras los ataques a las sedes de Equitalia, las amenazas a sus dirigentes y el atentado sufrido a manos de un grupo anarquista por Roberto Adinolfi, consejero delegado de la empresa Ansaldo Nucleare. En el operativo participarán alrededor de 20.000 policías. Cancellieri anunció además un aumento de los recursos para los servicios de inteligencia dedicados a la lucha contra el terrorismo de matriz anarquista y un mayor número de militares dedicados a custodiar objetivos sensibles. En la actualidad hay 4.250 soldados que vigilan embajadas, ministerios, estaciones de trenes y otros edificios señalados después de que Silvio Berlusconi sacara al Ejército de los cuarteles en 2008 para echar una mano a la Policía con la seguridad.

Desde el anarquista hasta el neofascista pasando por el ciudadano medio, todos los italianos se han puesto de acuerdo a la hora de señalar al enemigo común en estos tiempos de crisis: Equitalia. La agencia estatal de recaudación de impuestos es el chivo expiatorio sobre el que los contribuyentes están desatando la desesperación fruto del cóctel explosivo del momento. La angustia por el desempleo, los recortes sociales, el aumento de los impuestos y la incapacidad para vislumbrar un futuro, unido a los propios métodos rapiñadores que en muchos casos utiliza Equitalia, han motivado una cadena de ataques en las últimas semanas a varias de las sedes que la agencia tiene repartidas por todo el país.