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El nuevo héroe de la revolución egipcia: un ejecutivo de Google
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VIAJE AL CORAZÓN DE LA REVUELTA

El nuevo héroe de la revolución egipcia: un ejecutivo de Google

El perfil de Wael Ghonim colgado en la red de contactos profesionales Linkedin presenta a un joven brillante y ambicioso, que hace un año y dos

Foto: El nuevo héroe de la revolución egipcia: un ejecutivo de Google
El nuevo héroe de la revolución egipcia: un ejecutivo de Google

El perfil de Wael Ghonim colgado en la red de contactos profesionales Linkedin presenta a un joven brillante y ambicioso, que hace un año y dos meses consiguió el trabajo de su vida como director de Marketing de Google en todo el norte de África y Oriente Medio, después de cursar un MBA en la universidad de El Cairo, la mejor del país.

Detrás del retrato de este prometedor ejecutivo se esconde “El Shaheeed” (el mártir), un ciber-activista anónimo (y, según se sabe ahora, también improvisado) que inflamó la Red egipcia con una campaña en Facebook llamada “Todos somos Khaled Said”. Desde su pantalla de ordenador se convocó la primera concentración de la revuelta, en memoria a un “blogger” brutalmente asesinado por la policía en junio, cuyas fotos ensangrentadas colmaron el vaso de la paciencia del pueblo frente a los abusos del régimen de Hosni Mubarak.

La convocatoria de Wael despertó la conciencia de miles de egipcios, que decidieron trasladar sus quejas desde mundo digital al real. Pocos días después de que el pueblo se echase a la plaza Tahrir para protestar contra el régimen como nunca antes lo habían hecho, Wael desapareció de la faz de la tierra. Estaba en un calabozo, donde lo retuvieron 12 días. “Pasé el tiempo vendado, no oía nada, no sabía qué estaba pasando”, dijo ayer, horas después de ser liberado, en una emotiva entrevista concedida a la televisión “Dream 2”.

Tras responder a las preguntas de la periodista durante quince minutos, los monitores del estudio empezaron a mostrar fotos de algunas de los 300 víctimas asesinadas por la Policía. Al verlo, Wael rompió a llorar desconsoladamente. Entre llantos, dijo que lo sentía mucho, que él no tenía la culpa, que la culpa era del régimen. “Le quiero decir a todas las madres, a todos los padres que han perdido un hijo, que lo siento. No es nuestra culpa, lo juro, no es nuestra culpa. Es culpa de todos los que están agarrados al poder”. Después se levantó y se fue. La escena se ha convertido en objeto de culto en Internet.

Antes de ser arrestado, estuvo en contacto con algunos periodistas extranjeros. Desde su liberación, sólo ha querido hablar con el semanario estadounidense Newsweek, que desde los primeros días se hizo eco de su historia y posteriormente presionó, junto a los cuarteles generales de Google y cientos de activistas, para conseguir su liberación. “No soy un héroe. Yo sólo usé un teclado. Los verdaderos héroes están en la calle, cuyos apellidos no puedo nombrar”, aseguró, después de reconocer, por primera vez, que “el mártir” (el Shaheeed) era él.

Anoche, el “ejecutivo revolucionario” irrumpió en la plaza Tahir, epicentro de la revuelta, donde se le acogió con una monumental ovación. Justo a tiempo. Su presencia jalonó una de las jornadas más multitudinarias desde que comenzaron las protestas, hace ya dos semanas. Wael se ha erguido como el símbolo que necesitaban una revolución hasta ahora exenta de líderes con rostro.

Aunque al principio dijo no sentirse cómodo con el papel que le exigen sus seguidores, anoche acabó rindiéndose a la misión histórica que le ha tocado desempeñar, micrófono en mano. “No quiero ver el logo del NDP (partido de Mubarak) en ningún sitio en este país. Este partido ha destruido el país, este partido está corrupto, no dejaremos de luchar hasta que consigamos nuestro objetivo y saquemos del poder a esta basura”.

El perfil de Wael Ghonim colgado en la red de contactos profesionales Linkedin presenta a un joven brillante y ambicioso, que hace un año y dos meses consiguió el trabajo de su vida como director de Marketing de Google en todo el norte de África y Oriente Medio, después de cursar un MBA en la universidad de El Cairo, la mejor del país.