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La sociedad italiana enferma de ‘antiberlusconismo’
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SORPRESA POR LA REACCIÓN DE LA OPOSICIÓN

La sociedad italiana enferma de ‘antiberlusconismo’

El sábado, un día antes de que un desequilibrado le partiera la cara y la nariz a Silvio Berlusconi en Milán, se cumplieron cuarenta años de

Foto: La sociedad italiana enferma de ‘antiberlusconismo’
La sociedad italiana enferma de ‘antiberlusconismo’

El sábado, un día antes de que un desequilibrado le partiera la cara y la nariz a Silvio Berlusconi en Milán, se cumplieron cuarenta años de la matanza de plaza Fontana, el atentado que costó la vida a 17 personas en la capital lombarda y marcó el inicio de los Años de Plomo, la época más difícil de la historia reciente de Italia. Aquella oscura etapa, repleta de asesinatos y pesadilla terrorista, comenzó con un ambiente muy similar al actual: odio político y creciente violencia dialéctica entre los mandatarios. Giampaolo Pansa, el Pío Moa de Italia, lo advirtió el pasado mes de octubre: “El aire es hoy como el de los años Setenta”.

 

Que la agresión del pasado domingo a Berlusconi se convierta en un punto de inflexión del actual ambiente político depende de sus propios protagonistas. Está en juego la normalización de la situación o su degradación aún más profunda. El Corriere della Sera también lo avisaba ayer en un editorial: “El odio político es un monstruo que, una vez desencadenado, es muy difícil de domar”. Il Cavaliere, de momento, guarda silencio: no ha contribuido a agriar o calmar los ánimos. Tendrá que pasar al menos diez días de reposo y, según cuentan los amigos y compañeros de partido que le han visitado en el hospital, no acaba de explicarse por qué le odian.

La oposición, sin embargo, sí que le ha marcado ya el terreno. El primero en hacerlo fue Antonio Di Pietro, magistrado del caso Manos Limpias y hoy líder del partido Italia de los Valores. “Estoy en contra de la violencia pero Berlusconi, con su comportamiento y pasotismo, instiga a que se cometen actos de este tipo”, dijo. Aún ha sorprendido más la declaración de Rosy Bindi, presidenta del Partido Democrático y tradicionalmente una opositora elegante y moderada. En un arranque de electoralismo, pidió a Il Cavaliere que no utilice la agresión para hacerse la víctima ya que, en su opinión, él mismo ha contribuido a crear el ambiente que lo ha propiciado.

Ni viendo al primer ministro sangrando y noqueado la oposición italiana ha sido capaz de superar su antiberlusconismo. Desde que irrumpió en la cosa pública hace ya quince años, Il Cavaliere ha protagonizado de manera global la política de su país. En Italia o se está con él o se está en su contra. Está permitido pasarse de bando y desdecirse de lo que se ha dicho antes, pero parece obligatorio mantener una posición maniqueísta cuando se habla del personaje más significativo del país de los últimos quince años. Han sido pocos los rivales de Berlusconi que han logrado abrirse camino sin recurrir a los insultos: Romano Prodi lo logró en parte en su momento y Pierluigi Bersani, líder del Partido Democrático, trata hoy de hacer lo mismo.

El agresor, un ecologista convencido

La fractura que Berlusconi provoca afecta a todos sus compatriotas. El agresor del pasado domingo, Massimo Tartaglia, llevaba años en tratamiento psiquiátrico y había sido varias veces ingresado en el hospital por sus problemas mentales. Su delirio no le impide tener una opinión extrema respecto al primer ministro. “Lo odio”, dijo a la Policía en el interrogatorio, “su política está perjudicando al país”.

Tartaglia también contó que había actuado sólo y que no pertenecía a ningún partido o movimiento social. Su padre confirmó su declaración y garantizó que su hijo “nunca había hecho daño a nadie”. “Es voluntario de una organización ecologista”, aseguró. También advirtió de que la locura de su hijo bien podría haber sido obra de un cuerdo. “Este episodio se ha madurado en el clima negativo que está viviendo Italia”.

El sábado, un día antes de que un desequilibrado le partiera la cara y la nariz a Silvio Berlusconi en Milán, se cumplieron cuarenta años de la matanza de plaza Fontana, el atentado que costó la vida a 17 personas en la capital lombarda y marcó el inicio de los Años de Plomo, la época más difícil de la historia reciente de Italia. Aquella oscura etapa, repleta de asesinatos y pesadilla terrorista, comenzó con un ambiente muy similar al actual: odio político y creciente violencia dialéctica entre los mandatarios. Giampaolo Pansa, el Pío Moa de Italia, lo advirtió el pasado mes de octubre: “El aire es hoy como el de los años Setenta”.

Silvio Berlusconi