La ONU teme un nuevo conflicto en Líbano, un año después de la guerra con Israel

El temor a que el Líbano vuelva a ser escenario de un gran conflicto armado mantiene a este país entre las prioridades de la ONU, un año después de la guerra que enfrentó a Israel y a la milicia libanesa de Hizbulá. Pese al cese de las hostilidades, el país vive en tensión constante por las violaciones israelíes del espacio aéreo libanés, el tráfico de armas a través de la frontera siria, la falta de diálogo entre las fuerzas libanesas y los ataques a los cascos azules desplegados en la zona.

Hace solo unas semanas, seis militares del contingente español en el sur del Líbano perdieron la vida en un atentado, el peor contra la ONU desde el cese de las hostilidades, lo que fue considerado un intento de intimidar a las fuerzas de estabilización desplegadas en el país. El Consejo de Seguridad condenó enérgicamente el ataque contra los cascos azules españoles, que el Ejército libanés atribuyó a una milicia palestina.

Unos 15.000 efectivos internacionales permanecen desplegados en el sur del Líbano en virtud de la resolución 1.701 del 11 de agosto del 2006 que ordenó el cese de hostilidades. El mandato otorgado a los militares de la Fuerza Interina de Naciones Unidas en el Líbano (FINUL) incluye cooperar con el gobierno libanés en la pacificación y desarme del sur del país, escenario principal del conflicto del año pasado.

En ese sentido, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, instó en un informe reciente a Siria e Irán a que respeten el embargo de armas establecido en el Líbano, ante las crecientes denuncias de envíos de material bélico a través de la frontera siria a milicias islamistas y facciones palestinas.

Un equipo enviado por la ONU a evaluar la seguridad de esa demarcación informó el mes pasado de su vulnerabilidad al tráfico de armas, debido a la ausencia de controles por parte de las autoridades sirias y libanesas. El Consejo de Seguridad tiene previsto discutir el 18 de julio el el informe del grupo, lo que puede abrir la puerta a un refuerzo del embargo de armas o la imposición de sanciones a Siria por presuntamente permitir el paso de armas por su territorio.

Al mismo tiempo, el secretario general expresó recientemente en un informe su malestar por las continuadas violaciones israelíes del espacio aéreo libanés, y advirtió de que soldados hebreos cruzan periódicamente la frontera, lo que ha provocado incidentes con patrullas del Ejército libanés. Precisamente, el temor a que se produzca un nuevo conflicto planeará sobre la reunión que ha convocado el Consejo de Seguridad dentro de dos semanas para revisar la resolución 1.701.

Al posible rearme de las milicias, se une la preocupación por la ausencia de un diálogo entre las fuerzas políticas libanesas y la dificultad del gobierno en imponer su autoridad, especialmente en los campos de refugiados palestinos. Tanto Ban como el Consejo de Seguridad han expresado reiteradamente su respaldo al gobierno del primer ministro Fuad Siniora, cuya actuación esperan evite un nuevo descenso al caos del país de los Cedros.

En otro ámbito, el Consejo de Seguridad creó en mayo un tribunal especial con el objetivo de investigar el atentado mortal contra el primer ministro Rafik Hariri y otros asesinatos de destacados políticos libaneses en los últimos dos años. La medida, auspiciada por EEUU y Francia, contó con el apoyo de 10 miembros del Consejo y la abstención de cinco, entre ellos Rusia y China.

Moscú y Pekín se opusieron durante meses al tribunal internacional porque no contaba con el consenso de las fuerzas políticas libanesas, y porque lo consideraban una imposición contraproducente que puede desestabilizar aún más el país. El tribunal especial entrará en funcionamiento probablemente el año que viene, a la espera de que el secretario general seleccione su sede y composición.