Se acerca como un monstruo. Un gran alud de nieve deslizándose ladera abajo, casi rozando una vivienda en una montaña suiza cercana a la frontera con Austria. No hay daños: es una avalancha controlada. Como esta otra, también en Suiza, en Davos, grabada por un vecino de la zona. Toneladas de nieve que forman una gigantesca nube. Los residentes estaban avisados. Las carreteras cortadas. Son aludes provocados con explosivos. Una medida para hacer frente a las grandes acumulaciones de nieve y al altísimo riesgo de avalanchas inesperadas. Como la que engulló este hotel suizo. O la que la que hace unos días causó la muerte de al menos tres esquiadores en Austria. Aquí, en el Tirol austríaco, este helicóptero explora la zona para detectar posibles riesgos de aludes. "Ayudamos a estimar el peligros de avalanchas en los próximos días", nos cuentan. Sobre el terreno, ese riesgo se mide estudiando las distintas capas de nieve. Las capas débiles son las peligrosas, las inestables que pueden el alud. Son útiles equipos como éstos: un dispositivo de búsqueda de víctimas de avalancha. O mochilas con airbag. "Una mochila de avalanchas que lleva aire comprimido dentro e infla un globo que tiene la ventaja de que es muy probable que nos mantenga en la superficie" , cuenta José Jiménez del GERA (Grupo Especial de Rescate de Altura) de Bomberos de la Comunidad de Madrid. Equipo del que no se separa este otro montañero austriaco porque, dice, ante el riesgo de aludes toda prevención es poca.