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¿Bolsa o bonos al 5%? Cuál es la mejor opción depende de usted

La bolsa podría ser la mejor opción para invertir a muy largo plazo, pero el efectivo y los bonos son ahora una mejor alternativa para los que tienen objetivos a corto y medio plazo

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt.
Foto: Getty/Spencer Platt.
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Que no hay alternativa a las acciones era el consenso entre los asesores financieros no hace mucho, independientemente de quién fuera usted. Ahora, sus necesidades financieras específicas deberían determinar en gran medida cómo invertir.

Las acciones siguen siendo la inversión por defecto en una economía fuerte. Al mismo tiempo, el rendimiento de los bonos sigue siendo el más atractivo en 16 años. Y si busca rendimientos elevados, el efectivo es aún mejor: los fondos del mercado monetario en EEUU pagan un 5%.

Este generoso panorama de rentabilidades supone un cambio con respecto al periodo posterior a 2008, en el que los tipos cercanos a cero hacían de la renta variable la única fuente de grandes rendimientos. También es poco común históricamente: si se observan los datos trimestrales de EEUU desde 1960, solo el 13% del tiempo en que la economía creció por encima del 2%, la rentabilidad del efectivo fue superior a la de los bonos y los rendimientos del mercado de renta fija seguían por encima del 4%.

¿Qué hacer entonces? El consejo tradicional sobre la asignación de activos es que las acciones son la mejor opción para los que ahorran para la jubilación dentro de varias décadas, mientras que los que reservan fondos para, por ejemplo, pagar un depósito para una casa en los próximos dos años, deberían dejarlos en efectivo.

Si busca rendimientos elevados, el efectivo es aún mejor: los fondos del mercado monetario en Estados Unidos pagan un 5%

En algún punto intermedio se encuentran las personas que quizá se jubilen dentro de cinco años, o que están empezando a ahorrar para enviar a un hijo adolescente a la universidad. Estos deberían inclinar sus carteras hacia los bonos. Los datos históricos respaldan ampliamente esta afirmación. Desde 1960, la rentabilidad anual compuesta de la inversión en renta variable ha rondado el 11% de media, independientemente de que los fondos se hayan reembolsado un año, cinco años o 20 años después de la inversión inicial. Pero la renta variable es volátil, lo que hace que un horizonte de inversión de un año tenga sus riesgos, independientemente de las medias.

En el peor ejemplo del pasado, la compra de 1.000 dólares en renta variable en el máximo del mercado de 2007 dejó a los inversores con solo 637 dólares un año después. Con el tiempo, el peligro disminuye: en un plazo de 20 años, incluso la elección del peor punto de entrada habría transformado 1.000 dólares en 1.765 dólares.

Pero la renta variable es volátil, lo que hace que un horizonte de inversión de un año tenga sus riesgos, independientemente de las medias

Cuando se trata de los pocos trimestres que reúnen las características actuales —fuerte crecimiento, altos rendimientos, incluso tipos de efectivo más altos— el panorama es más claro. En términos de rentabilidad a un año, las acciones no solo tuvieron más riesgo, sino que también rindieron menos de media que los bonos y el efectivo. Esto se debió a una combinación de rendimientos débiles de la renta variable —a menudo debido a un mercado en ebullición, como el de la burbuja puntocom de 2000— y a los buenos resultados de las otras dos clases de activos.

De hecho, el efectivo fue la mejor alternativa durante un año. Sus rendimientos casi igualaron a los de la renta fija, pero sin riesgo de pérdida de capital. Esto pone de manifiesto que, cuando los tipos son tan altos, es mejor dejar el dinero en el banco para quienes puedan necesitarlo dentro de uno o dos años.

Los bonos fueron la mejor inversión a cinco años vista. Su rentabilidad anual es casi la misma que la de las acciones, pero con mucho menos riesgo. Históricamente, los inversores han perdido dinero de vez en cuando: comprar un bono del Tesoro a 10 años por 1.000 dólares en el último trimestre de 2017, por ejemplo, les dejó con solo 969 dólares a finales de 2022. Pero este no es el caso en periodos similares al actual, gracias a los altos rendimientos: En el peor de los casos, aún quedaban 1.225 dólares en el banco.

La rentabilidad anual de los bonos es casi la misma que la de las acciones, pero con mucho menos riesgo que las acciones

Sin embargo, si ampliamos el marco temporal a dos décadas, la renta variable no tiene rival: 1.000 dólares se convirtieron, de media, en 9.993 dólares. En el caso de los bonos y el efectivo, fueron 5.192 y 3.527 dólares, respectivamente.

Esto parece confirmar que hay buenas razones para invertir en cada una de las tres grandes clases de activos en este momento. Sin embargo, muchos parecen haber optado por una estrategia de "mancuerna", favoreciendo el efectivo y la renta variable por encima del espacio intermedio. Los datos de State Street muestran que los inversores institucionales solo tienen el 27% de sus tenencias en bonos, cuando la media histórica es del 31%.

Una lección es recordar el valor de la renta fija. Pero la enseñanza más amplia es que, en esta ocasión más que nunca, las asignaciones de activos deben ajustarse a los horizontes de inversión. La sincronización con el mercado es a menudo menos importante que la sincronización con uno mismo.

*Contenido con licencia de The Wall Street Journal.

Que no hay alternativa a las acciones era el consenso entre los asesores financieros no hace mucho, independientemente de quién fuera usted. Ahora, sus necesidades financieras específicas deberían determinar en gran medida cómo invertir.

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