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Europa se prepara ante un posible corte del suministro de gas ruso
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Europa se prepara ante un posible corte del suministro de gas ruso

Las probabilidades de que Rusia corte el suministro de gas a Europa han cambiado drásticamente. Las opciones energéticas de Europa no lo han hecho

Foto: Obreros trabajan en el gaseoducto Nord Stream 1
Obreros trabajan en el gaseoducto Nord Stream 1
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Hace apenas seis meses, era casi impensable que Moscú cortara el suministro de gas a Berlín. Ahora ese escenario se está convirtiendo en el más probable.

El jueves pasado, Alemania elevó al segundo nivel más alto su alerta por desabastecimiento de gas. El cambio no era inesperado: el gigante ruso del gas, Gazprom, redujo la semana pasada los flujos a lo largo del Nord Stream 1, su importante gasoducto. No obstante, el cambio pone de manifiesto la creciente preocupación de Berlín. Los precios europeos del gas natural licuado y de la electricidad, que subieron la semana pasada, han registrado nuevas subidas.

Tras décadas de suministro fiable de gas, sea cual sea el clima político, el presidente ruso Vladimir Putin parece ahora dispuesto a esgrimir su arma energética casi abiertamente contra su antiguo patrocinador europeo. Moscú cortó el suministro a Polonia y Bulgaria a principios de este año, pero fue en gran medida simbólico, ya que sus contratos expiraban pronto. Alemania tiene menos alternativas al gas ruso. La reducción de sus flujos es una medida descarada, aunque se haga de forma indirecta (Moscú culpó a Canadá de retener un compresor que estaba en mantenimiento en su territorio).

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, interviene, junto a la vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, Teresa Ribera. ( EFE Javier Lizón)

A Berlín le preocupa que Putin vaya más allá. Pronto, Gazprom desconectará Nord Stream 1 para su mantenimiento anual, lo que proporcionará una oportunidad al país soviético. Su reapertura podría retrasarse o incluso posponerse indefinidamente.

Como combustible fósil relativamente barato y limpio, el gas natural es cada vez más importante para la generación de energía, la calefacción y la industria. Pero el gas por gasoducto es una potente arma geopolítica, ya que los gasoductos no son fáciles de trasladar y los nuevos tardan años en construirse. Esa inflexibilidad castiga a compradores y vendedores cuando los flujos se detienen, a menos que tengan alternativas preparadas. El GNL crea cierta flexibilidad, pero sigue siendo un mercado limitado. Alemania, que previamente había apoyado la construcción de un segundo gasoducto Nord Stream, se apresura ahora a construir instalaciones de GNL.

El invierno pasado, Europa se preocupó por quedarse sin gas después de que Gazprom dejara que su almacenamiento en la región fuera inusualmente bajo. Esto resultó ser un anticipo de lo que estaba por venir. Si los flujos de Nord Stream continúan al 45% de su capacidad, los niveles de almacenamiento en Europa se situarán en el 69% a principios de noviembre, mientras que una interrupción total dejaría los inventarios en torno al 60%, según estimaciones de Wood Mackenzie. "En ambos casos el gas almacenado se agotará a lo largo del invierno, a no ser que se tomen otras medidas de oferta o demanda", afirma Kateryna Filippenko, analista de la consultora.

Foto: VA.

La UE tiene un plan. Ha estado adquiriendo gas de otras regiones, y un aumento de la presión hará que los precios del GNL vuelvan a subir, sobre todo cuando China levante los bloqueos relacionados con la pandemia. Europa también está avanzando en lo relativo a las energías renovables e instalando dispositivos de ahorro de energía, pero eso lleva tiempo. En el otro extremo del espectro verde, muchos países están volviendo a abrir o prolongando la vida de las centrales eléctricas de carbón. Hay indicios de que Alemania podría incluso plantearse mantener sus instalaciones nucleares abiertas durante más tiempo. El problema se ha agudizado con las importantes interrupciones del parque nuclear francés.

Aunque cada país europeo tiene su propio plan de emergencia, el enfoque de Alemania es especialmente importante para la economía de la región. Las medidas más recientes implican que "las compañías de gas no tienen que vender ateniéndose a los antiguos precios [contratados]", según explica Sam Arie, analista de UBS. Esto es una buena noticia para los proveedores de gas, pero un castigo para los grandes consumidores. Éstos pueden optar por reducir su consumo o tratar de transmitir el aumento, lo que alimentaría la inflación.

Si el gas deja de fluir, se dará prioridad a los hogares e infraestructuras críticas

Si el gas deja de fluir por los gaseoductos, se racionará, dando prioridad a los hogares y a las infraestructuras críticas. Muchos usuarios industriales tendrían que hacer frente a un aumento de los costes y a recortes de suministro, y algunos podrían quedar completamente desconectados. El aumento de la inflación parece seguro; la pérdida de empleos y la recesión, muy probables. Georg Zachmann, del think tank Bruegel, advierte que, en general, Alemania "está actuando de forma arriesgada, en lugar de ejecutar un plan bien diseñado". Dado el poco tiempo que tenemos antes del invierno, el nivel de pánico es en realidad sorprendentemente bajo".

Antes, Berlín veía muy poco riesgo de que Rusia cerrara el grifo. Esas probabilidades han cambiado rápida y drásticamente. Por desgracia, las opciones energéticas de Europa no lo han hecho.

*Contenido con licencia de “The Wall Street Journal”

Hace apenas seis meses, era casi impensable que Moscú cortara el suministro de gas a Berlín. Ahora ese escenario se está convirtiendo en el más probable.

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