Por qué este 'invierno de las criptomonedas' será peor que los anteriores
La implosión de las criptodivisas se produjo tras la creación desenfrenada de nuevo dinero digital, algo que, en el mundo tradicional, nunca ha llegado a buen puerto
Una de las lecciones más sencillas que enseña la historia bursátil es que las innovaciones suelen provocar burbujas y caídas, desde los bulbos de tulipán hasta internet, pasando por los canales y los ferrocarriles. Lo que no es tan sabido es que las innovaciones financieras cuentan el doble, ya que las nuevas herramientas amplían la oferta de lo que parece dinero, lo que permite que la burbuja se haga más grande y que la caída sea aún más grave.
La implosión actual de las criptodivisas se produjo tras la creación desenfrenada de nuevo dinero digital, algo que, en el mundo tradicional, tampoco llegó nunca a buen puerto.
La cuestión para los entusiastas de las criptomonedas es qué lección deben tomar de la historia. ¿Se están estrellando el bitcoin y otras criptomonedas debido a los excesos habituales que acompañan a los avances en las finanzas? ¿O tienen el tipo de defectos fundamentales que las llevarán a unirse a las conchas de cauri y a la moneda de cobre de 20 kg de Suecia como reliquias históricas? Me inclino por lo segundo.
Empecemos con la visión positiva, si es que puede llamarse así. Hubo una burbuja masiva en el bitcoin y en las criptomonedas en general, ya que los especuladores se lanzaron a por ellas con la esperanza de hacerse ricos. Empeoró debido a la incapacidad de aprender las lecciones de la historia, ya que las finanzas descentralizadas (DeFi) reinventaron muchos de los problemas de apalancamiento excesivo y desajustes de liquidez que han afectado a las finanzas tradicionales durante cientos de años.
Hasta ahí, todo normal. Si se apalanca demasiado, si se utilizan préstamos a corto plazo para financiar préstamos a largo plazo, el resultado es un desastre.
Los partidarios de las criptomonedas apuntan a 'inviernos de las criptomonedas' previos de los que finalmente se recuperaron, y sostienen que los precios volverán a subir. Pero este estallido y caída es diferente, debido a la DeFi.
En los auges y desplomes de la última década, los precios de las criptomonedas subían y bajaban en función del nivel de interés, como las cartas de Pokémon o los Beanie Babies.
La DeFi lo cambió todo, al crear un sistema bancario criptográfico paralelo, sin ninguno de los límites o redes de seguridad que se han introducido en el mundo real en respuesta a las caídas del pasado. Y es solo ahora cuando estamos empezando a descubrir algunos de los problemas, a medida que los corredores y los prestamistas congelan las retiradas, las 'stablecoins' multimillonarias diseñadas para mantener un valor fijo se desvanecen y el apalancamiento desenfrenado conduce a una venta forzada generalizada.
Como mínimo, esto sugiere que el nuevo invierno de las criptomonedas será peor que los anteriores. La DeFi aceleró la expansión de la burbuja, y ahora está acelerando la deflación.
Si se usan préstamos a corto plazo para financiar los de largo, es un desastre
La ironía de todo esto es que parte del atractivo original de las criptomonedas era la limitación del número de bitcoins que podían existir, algo que se suponía que evitaba el tipo de creación ilimitada de dinero que preocupa a muchos críticos de las monedas emitidas por el Gobierno, o monedas 'fiat'. En lugar de la creación ilimitada de bitcoins, las criptomonedas dieron pie a una proliferación ilimitada de nuevos 'tokens'. Las nuevas estructuras de intermediarios y herramientas DeFi permitieron que incluso el bitcoin se reutilizara o se prestara, lo que significa que varias personas pensaban que poseían el mismo 'token'. La red de prestamistas Celsius Network es un ejemplo extremo: a los que depositaron bitcoins y otros 'tokens' allí se les prometieron altos tipos de interés, pero no han podido recuperar sus monedas, que han sido prestadas por Celsius.
En el siglo XIX, el Banco de Inglaterra descubrió que la difusión privada de letras de cambio podía superar los límites de la impresión oficial de dinero establecidos por el respaldo del oro. Los propietarios de criptomonedas están descubriendo algo similar, ya que la innovación monetaria ha podido esquivar su argumento favorito: que el valor de sus bitcoins estaba apuntalado por su protección contra la devastación.
Los mayores auges y caídas de la historia monetaria llevaron a la destrucción total de las monedas, y eso ya está ocurriendo con algunas de las criptodivisas menos fiables.
Si la gente sigue creyendo en la historia del oro digital, podrían prosperar
La esperanza para las criptomonedas es que los especuladores que utilizaron demasiado dinero prestado sean eliminados, la proliferación de 'tokens' se reduzca, los precios se restablezcan a niveles más bajos y las criptomonedas principales puedan continuar con su gran experimento monetario. Valdrán menos, sí, pero sobrevivirían.
Sin embargo, los problemas de las criptomonedas son profundos. El bitcoin se creó con la esperanza de que actuara como el equivalente en línea de los billetes y las monedas, ofreciendo a los vendedores la seguridad de saber que una transacción no podía ser revertida, a diferencia de lo que ocurre con las tarjetas de crédito y débito. No llegó a despegar como medio de intercambio, ya que es engorroso y caro de usar. Otras criptomonedas son algo más prácticas para las transacciones, pero todas adolecen de un problema central: cuanto más se utilizan, más caras se vuelven las transacciones como forma de regular la capacidad de la red. Al igual que Uber, el bitcoin tiene un sistema de precios por sobrecarga.
"En cierto modo, la congestión es una característica, no un error", afirma Hyun Song Shin, asesor económico y jefe de investigación del Banco de Pagos Internacionales de Basilea. En el caso de las divisas normales, "los efectos de red significan que cuantas más, mejor, pero las criptomonedas consiguen exactamente lo contrario: cuantas más haya, peor".
El BPI presentó el martes pasado un programa para coger las mejores partes de las criptodivisas y utilizarlas para versiones digitales de los dólares, las libras y otras monedas que puedan ser emitidas electrónicamente por los bancos centrales.
El otro problema de las criptodivisas es que los defensores del bitcoin intentaron afrontar la falta de uso de la criptodivisa como moneda rebautizándola como 'oro digital'.
El atractivo del oro hoy en día es que actúa como un refugio en los malos tiempos, y normalmente sirve como cobertura parcial contra la inflación. Aquellos que poseen bitcoins han descubierto que no solo no son una cobertura contra la inflación, sino que tampoco son un refugio. Su precio tiende a moverse en línea con los activos de riesgo en vez de con los seguros. El precio del oro ha subido un 4% en los últimos 12 meses a medida que la inflación se disparaba, frente a la caída del 12% del S&P 500 y la pérdida del 43% del bitcoin. ¿Digital? Sin duda. Pero oro, no tanto.
Nada de esto implica que el bitcoin o sus primos estén definitivamente condenados. Si la gente sigue creyendo en la historia del oro digital a pesar de la evidencia, podrían prosperar. Si hay un nuevo estallido de histeria especulativa, su volatilidad lo hace atractivo para los participantes. O sus partidarios, desesperados por encontrar algún valor en las largas cadenas de números por las que pagaron tanto, podrían darle un nuevo giro para tentar a los compradores.
Pero, a largo plazo, la mejor esperanza de supervivencia de las criptomonedas es encontrar alguna función útil en el mundo real. Eso requerirá otra ronda de innovación, y no hay razón para pensar que serán las criptomonedas existentes, y mucho menos el bitcoin, las que salgan ganando.
Una de las lecciones más sencillas que enseña la historia bursátil es que las innovaciones suelen provocar burbujas y caídas, desde los bulbos de tulipán hasta internet, pasando por los canales y los ferrocarriles. Lo que no es tan sabido es que las innovaciones financieras cuentan el doble, ya que las nuevas herramientas amplían la oferta de lo que parece dinero, lo que permite que la burbuja se haga más grande y que la caída sea aún más grave.
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