Carrusel de mínimos históricos en la deuda pública en un mundo sin inflación a la vista
De Estados Unidos a Japón; de Reino Unido a Alemania. Una batida compradora de dimensiones mundiales está bajando aún más el rendimiento de la deuda pública
El movimiento es global. Y frenético. Como si hubiera sonado un pistoletazo de salida en todo el planeta, los inversores están protagonizando una espectacular carrera para comprar bonos soberanos, que ven como sus rentabilidades, que ya estaban en mínimos históricos -o casi-, bajan todavía más.
Entre los que se encuentran más bajos que nunca sobresalen los bonos alemanes y japoneses a 10 años. El rendimiento de los primeros baja al 0,44% y el de los segundos, al 0,28%. Ambas rentabilidades no tienen precedentes. Tampoco tiene precedente el 0,56% de los títulos holandeses o el 2,7% de los bonos australianos.
En el caso de los bonos estadounidenses a 10 años, su rentabilidad cae al 1,91%, el nivel más bajo desde mayo de 2013. Es decir, justo desde el momento en el que al anterior presidente de la Reserva Federal (Fed), Ben Bernanke, empezó a preparar el terreno para ir retirando los estímulos monetarios más extraordinarios en EEUU.
En Reino Unido, el interés de los bonos a una década desciende al 1,56%, el más reducido desde 2012; y en Canadá, al 1,60%, que también supone el rendimiento más bajo desde 2012.
Como trasfondo de esta remesa compradora, el convencimiento de que la caída del petróleo conduce a un mundo sin inflación. Y sin que los precios presionen, los bancos centrales o bien tendrán que aplicar más estímulos para evitar la deflación o bien no se verán exigidos para endurecer las condiciones monetarias. Desde esta perspectiva, los actuales rendimientos de la deuda soberana no parecen tan bajos, de ahí que los inversores se apresuren a comprar bonos para intentar capturar las rentabilidades actuales y adelantarse a las compras que podrían seguir viniendo.
El movimiento es global. Y frenético. Como si hubiera sonado un pistoletazo de salida en todo el planeta, los inversores están protagonizando una espectacular carrera para comprar bonos soberanos, que ven como sus rentabilidades, que ya estaban en mínimos históricos -o casi-, bajan todavía más.
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