Los tiempos judiciales del BBVA enojan a Hernández de Cos… y al Sabadell
El mundo del dinero encierra claves de poder y de intereses que explican el sentido de muchas operaciones, movimientos y desenlaces. Ibex Insider ofrece pistas para entender a sus protagonistas
Hace tiempo que el Banco de España evaluó la conveniencia de cuántos grandes grupos financieros nacionales deberían quedar tras la nueva ola de fusiones en ciernes. En ese ejercicio teórico, las disquisiciones oscilaron siempre entre si debían ser tres o cuatro, pero nunca dos. Es decir, en cualquiera de los escenarios proyectados, el organismo presidido por Pablo Hernández de Cos ha contado con BBVA como uno de los bancos llamados a jugar ese rol, después de Banco Santander (que ya se comió al Banco Popular) y los recién fusionados CaixaBank-Bankia.
Sin embargo, los riesgos judiciales que afronta BBVA a raíz del caso Villarejo, lejos de limitarse al pasado, siguen suponiendo un polvorín para el actual consejo de administración, con su presidente, Carlos Torres, a la cabeza. La falta de colaboración en la instrucción del caso ha provocado el malestar explícito del juez de la Audiencia Nacional Manuel García-Castellón y cierta desesperación dentro del Banco de España, que ve cómo esa grieta reputacional puede desembocar en un problema de liderazgo para la entidad mientras la causa esté abierta.
Ahora que el tempo en el baile de fusiones acelera, la indefinición de BBVA puede jugar en contra de los planes previstos por el supervisor. No en vano, esa inquietud ha llegado hasta Fráncfort, sede del Banco Central Europeo (BCE), donde su vicepresidente, Luis de Guindos, sigue con especial atención todo lo que ocurre en el patio español. No en vano, en sus frecuentes visitas a Madrid, el exministro de Economía ya ha trasladado en alguna ocasión su incomodidad por que Torres no haya resuelto el caso heredado de su antecesor y mentor Francisco González.
Lejos de impulsar cambios renovadores, existe la percepción de que, con el tiempo y fruto de la situación judicial, el actual presidente de BBVA ha ido refugiándose en una reducida guardia 'de corps', donde el histórico Juan Asúa, asesor presidencial, y la responsable jurídica, María Jesús Arribas, son los principales alfiles. Y aunque el caso Villarejo parezca un tema doméstico, el asunto ocupa una parte de la agenda de Torres y, lo que es peor, puede condicionar otros aspectos más relevantes referidos al liderazgo y la gobernanza de la entidad.
Este contexto dista mucho de ser el ideal para afrontar operaciones transformadoras, como podría ser una fusión con Banco Sabadell. La entidad catalana sigue aplicada en ejecutar la hoja de ruta necesaria para cumplir los requisitos del BCE, al tiempo que explora el mercado para no quedar descolgada en el baile de fusiones. Igual que Echenique (vicepresidente del Sabadell) lo intentó con Goiri (presidente de Bankia), el propio Oliu se ha presentado varias veces en el País Vasco para abrir canales de comunicación por si procediera entenderse con Kutxabank.
Torres se ha refugiado en una reducida guardia 'de corps' encabezada por Juan Asúa y María Jesús Arribas
Y mientras todos bailan, grandes, medianos y pequeños, Torres sigue inmóvil, para desazón de la plaza de Cibeles, que a la vuelta del verano ha visto cómo BBVA ha sido excluido del índice de 'blue chips' europeos (Eurostoxx 50) y relegado al tercer puesto en el mercado nacional (capitalización), tras quedar por detrás de Caixa-Bankia. Y aunque el banco azul podría tener una coartada, como la empleada por Ana Botín hace unas semanas, al explicar que Banco Santander está “en una liga distinta, en una liga global”, su ‘compromiso’ con el sistema está aún por ver.
Además, la apuesta por un consejero delegado como el turco Onur Genc, sin mochila con el pasado, ha servido para blindar el negocio y subrayar esa condición de banco internacional. Eso no quita para que la llegada de alguien de fuera de la casa —sin dominar el español y ajeno a los códigos de México y España, principales mercados del grupo, y además procedente de Garanti, la filial turca del BBVA, fuente estructural de problemas por su divisa y su economía— generara disparidad de criterios sobre su idoneidad. Incluso para una fusión local puede ser un hándicap.
Hace tiempo que el Banco de España evaluó la conveniencia de cuántos grandes grupos financieros nacionales deberían quedar tras la nueva ola de fusiones en ciernes. En ese ejercicio teórico, las disquisiciones oscilaron siempre entre si debían ser tres o cuatro, pero nunca dos. Es decir, en cualquiera de los escenarios proyectados, el organismo presidido por Pablo Hernández de Cos ha contado con BBVA como uno de los bancos llamados a jugar ese rol, después de Banco Santander (que ya se comió al Banco Popular) y los recién fusionados CaixaBank-Bankia.