¿Hará Ucrania descarrilar la remontada de la economía española?
El brusco encarecimiento de las materias primas energéticas pone de relieve los riesgos que enfrentan Europa y, en concreto, España a partir de las tensiones con Rusia
La nueva fase de la crisis de Ucrania ha recordado este martes a los mercados el peligro al que están expuestos. A la espera de conocer los próximos pasos del gobierno ruso, tras reconocer la soberanía de las repúblicas prorrusas del Donbás, desde Europa se eleva la voz con el anuncio de posibles sanciones “masivas” al gobierno de Vladimir Putin y Alemania suspende la certificación del gasoducto Nord Stream 2.
Mientras el nerviosismo inicial de las bolsas fue remitiendo con el paso de las horas, por la acción de los llamados ‘cazagangas’, alentados por experiencias pasadas en las que las tensiones geopolíticas tuvieron un impacto efímero en los parqués, los movimientos han sido mucho más intensos en los mercados de materias primas, con los precios del gas natural elevándose en torno al 10% y el petróleo acercándose hacia los 100 dólares por barril. Una situación que obliga a sopesar las consecuencias para la evolución de la economía internacional y, más en concreto, la española.
La visión de los expertos es concluyente: Europa es sin duda el actor más vulnerable al incremento de los precios de la energía y España, aunque menos expuesta de forma directa a los suministros energéticos rusos, se vería indudablemente golpeada por el efecto arrastre que esta situación tendría sobre el conjunto de las materias primas energéticas.
El encarecimiento de la factura energética puede mantener retraído el consumo
“Lo considero uno de los mayores riesgos para la recuperación por la magnitud de las subidas y el impacto más alto que la energía tiene en la inflación en España”, explica Ángel Talavera, jefe de Economía Europea de Oxford Economics, quien resalta el impacto que los precios de la energía más altos y durante más tiempo tendrían “en la renta de las familias y el consumo, además de probablemente afectar también a la confianza del consumidor”.
España, por su elevada dependencia de las exportaciones de energía, siempre se ha mostrado como una de las piezas más frágiles en escenarios de presión de los precios del petróleo y el gas, como ya ha venido quedando en evidencia en los últimos trimestres, con precios históricamente elevados de la electricidad (empujados por el encarecimiento del gas) y niveles récord en la gasolina. El país ya sufrió en su balanza energética déficits superiores a los 3.000 millones de euros en los dos últimos meses de 2021. Y desde entonces, los precios han seguido repuntando.
Además, no puede descartarse que la situación vaya a más: firmas como Capital Economics ya ven factibles escenarios de hasta 140 dólares por barril de crudo. Y, en paralelo, otras materias primas clave, como el trigo, el maíz, el aluminio o el paladio también podrían ver empujados al alza sus precios por esta situación.
Esa sería una situación con efectos indudables sobre la inflación, en un momento en que la presión en los precios ha alcanzado cotas sin parangón en varias décadas y ha forzado un viraje en las políticas de los bancos centrales. “En tiempos normales, los bancos centrales tenderían a mirar más allá de un aumento de la inflación impulsado por la energía, pero dadas las altas tasas de inflación actuales y las preocupaciones correspondientes de que alimentan expectativas de inflación más altas, es posible que esto se agregue a la lista de razones para que los formuladores de políticas para subir las tasas de interés”, apuntan en Capital Economics.
Si la posibilidad de una subida de los tipos de interés ya viene azuzando desde hace semanas la desconfianza sobre los países de la periferia europea -España entre ellos- por el previsible incremento de sus costes de financiación, cualquier elemento que acelerara ese proceso podría verse con notable inquietud, sobre todo si, como en este caso, el repunte de la inflación viniera motivado por factores que en nada contribuyen a la fortaleza económica.
Pero precisamente, esta cuestión aporta un reverso al debate, ya que si la crisis de Ucrania acaba dañando el crecimiento económico podría acabar debilitando las presiones inflacionarias subyacentes y dando, por ende, mayor margen al banco central para mantener unas políticas monetarias laxas. De hecho, este martes, Bloomberg informaba de que el mercado ha retrasado ya sus apuestas sobre una primera subida de los tipos de interés en la eurozona desde octubre a diciembre. Y los limitados repuntes que se registraban en los mercados de deuda (en línea con la calma que se apreciaba en las apuestas sobre la inflación a largo plazo) parecían indicar que los inversores no prevén aún un efecto notable sobre los precios en la región.
Sin embargo, como advierte Francisco Vidal, economista jefe de Intermoney, a la hora de valorar el posible daño económico de la crisis de Ucrania para la economía europea no solo hay que considerar el encarecimiento de las materias primas (fundamentalmente las energéticas) sino la posibilidad de que se dé una situación de escasez que obligue a ralentizar la actividad. “La sustitución de las importaciones desde Rusia a corto plazo resulta casi una quimera”, observa Vidal, quien recuerda que más de una cuarta parte del petróleo que se consume en Europa y hasta un 41% del gas provienen del gigante euroasiático. El BCE ya estimó en una nota publicada en enero que una racionalización del 10% del gas consumido en el sector empresarial podría limitar hasta en 0,7 puntos el valor añadido bruto en la eurozona, restando dos décimas al crecimiento.
CaixaBank Research calcula hasta cinco décimas de impacto en el PIB español
Según explica el experto de Intermoney, esta cuestión tendría un impacto directo más reseñable en países como Alemania o Austria que en España. “Pero de un modo u otro se acabaría filtrando en España, porque al final estás hablando de un perjuicio económico a países que son tus principales clientes para muchos productos y servicios”.
Tratar de poner números a este riesgo es un ejercicio muy complejo. Por un lado, resulta imposible saber si las tensiones irán a más (¿irá Rusia más allá de la simple anexión de las regiones separatistas?). Y por otro, son múltiples los canales a través de los que se pueden manifestar estos riesgos, incluyendo efectos indirectos sobre las decisiones de los agentes. Con todo, desde CaixaBank Research han tratado de calibrar el daño de la situación actual sobre la economía española. Según explica Oriol Carreras, economista en la entidad, cada 10 dólares de crecimiento del precio medio del petróleo (la firma asume ahora mismo un precio medio de entre 12 y 13 dólares superior al que preveían antes de la crisis) supone al año una merma de entre dos y tres décimas al crecimiento anual de España. Asimismo, el posible impacto de esta situación acelerando una subida de los tipos de interés podría drenar una décima de crecimiento este año y otras tres el próximo.
“Estaríamos hablando, por lo tanto, de entre cuatro y cinco décimas menos de crecimiento este año, un impacto considerable, que resta lustre a la recuperación, pero que en ningún caso la haría descarrilar”, señala, recordando que la previsión actual del servicio de estudios de CaixaBank es que el PIB español se expanda un 5,5% este año. “Esta previsión está sometida a riesgos a la baja. Pero también hay riesgos al alza”, puntualiza.
La evolución de la crisis de Ucrania en los próximos días podría hacer que los unos quedaran eclipsados por los otros. O viceversa.
La nueva fase de la crisis de Ucrania ha recordado este martes a los mercados el peligro al que están expuestos. A la espera de conocer los próximos pasos del gobierno ruso, tras reconocer la soberanía de las repúblicas prorrusas del Donbás, desde Europa se eleva la voz con el anuncio de posibles sanciones “masivas” al gobierno de Vladimir Putin y Alemania suspende la certificación del gasoducto Nord Stream 2.
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