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¿Estamos a las puertas de un superciclo de las materias primas?
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¿Estamos a las puertas de un superciclo de las materias primas?

Los ingentes estímulos fiscales y monetarios, la inversión pública en infraestructuras, la presión inflacionista y el cambio hacia energías sostenibles apuntan hacia un activo ganador

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El mercado está revuelto. Muchos frentes abiertos y variables que analizar. Pero el inversor amante de las materias primas puede estar de enhorabuena, soplan vientos de cola para que estos activos, tan denostados en los últimos tiempos, recuperen todo su esplendor. De hecho, el comportamiento de metales como el cobre, que casi ha doblado su valor desde que comenzó la pandemia en China, en enero de 2020, es un indicador de lo que puede estar por venir. Tanto es así que cada vez son más los expertos que apuntan a un superciclo de las 'commodities' como el vivido en los albores del S.XXI y que se prolongó hasta el año 2008.

Uno de esos defensores del potencial de este tipo de activos es James Luke, gestor de fondos de Schroders, quien ha dado cinco razones que respaldan esta teoría: están baratas, presión inflacionista, aceleración de la demanda, falta de inversión y depreciación del dólar. Pero no es el único. Las materias primas han recuperado el favor de JP Morgan, Goldman Sachs y Morgan Stanley, por lo que puede decirse oficialmente que un activo que estaba maldito ha dejado de estarlo.

Quizá el aspecto más importante a tener en cuenta es la previsión de una aceleración de la demanda por diversos factores. Si bien es verdad que Luke acierta poniendo sobre la mesa la transición energética, en su tesis se queda corto teniendo en cuenta que a día de hoy cinco sextas partes de la población mundial todavía viven con un tercio de lo que se consume en los países desarrollados. Eso quiere decir que esos países aún tienen que recorrer el mismo camino que las grandes economías han tardado los últimos 90 años en andar, lo que supone un importante soporte para las materias primas a largo plazo.

Por otro lado, aunque el crecimiento de las 'commodities' que intervienen en la transición energética es incuestionable, las energías fósiles no van a apartarse tan rápido como viene tiempo descontando el mercado y tarde o temprano se va a tener que reequilibrar. No en vano, a día de hoy estas suponen un 85% del consumo energético global. Eso, además, con el añadido de que la energía renovable necesita contar con un 'backup' seguro cuando no sople el viento o no haya sol mientras se desarrollan y se extiende el uso de baterías o acumuladores de energía, como pueda ser el hidrógeno como fuente de almacenamiento.

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Por consiguiente, todo este proceso va a requerir cantidades ingentes de metales y minerales, tanto los que han cobrado protagonismo por sus nuevas aplicaciones en un mundo comprometido con el cambio climático como las más tradicionales que intervienen en todas las infraestructuras necesarias para poder materializar dicho desarrollo.

Y este repunte de la demanda llega en un momento en el que pueden producirse tensiones por el lado de la oferta tras la ausencia de inversiones en los últimos años con los precios tan deprimidos que estas no resultaban rentables. Así, por ejemplo, las inversiones de capital en empresas del sector del petróleo y gas cayeron un 52% entre 2013 y 2020. Tanto que, según los cálculos de Schroders, "si se produce incluso la mitad de la demanda prevista, la oferta resultará insuficiente, lo que hará subir los precios y estimulará la inversión", aseguran.

Si se produce incluso la mitad de la demanda prevista, la oferta resultará insuficiente, lo que hará subir los precios y estimulará la inversión

Inversión que, por otro lado, se va a producir en todos los países del mundo para salir adelante de la crisis sin precedentes que ha provocado la pandemia del covid-19. Sin ir más lejos, la semana pasada Estados Unidos aprobó un paquete de estímulo económico de 1,9 billones de dólares, mientras China ha dado luz verde a su hoja de ruta quinquenal con un objetivo de crecimiento por encima del 6% en 2021 y con el plan de expandir el tamaño de la clase media haciendo crecer los ingresos per cápita en paralelo al del PIB, así como la puesta en marcha de un plan de acción para que sus emisiones lleguen a un máximo en 2030 fomentando las energías limpias y mejorando su estructura industrial y energética.

"Creemos que la salida de la crisis del covid-19 se caracterizará por la reactivación de la economía y que no asistiremos a una recuperación tradicional del ciclo empresarial", apuntan desde Blackrock. "Los motivos principales que explican este razonamiento son los rasgos únicos que presenta esta crisis, la demanda acumulada generalizada y las diferentes dinámicas de la inflación. La aprobación de un paquete presupuestario de 1,9 millones de dólares y la aceleración de la vacunación en EEUU acentúan estos factores, y creemos que la reactivación seguramente tendrá una solidez mayor de lo que esperan los mercados", defienden.

Inflación de camino

Así pues, no es descabellado pensar que la inflación está en camino. Y es que, a diferencia de lo ocurrido tras la crisis de 2008 con las políticas de flexibilización cuantitativa (QE) puestas en marcha por los bancos centrales, que acabaron provocando que los activos financieros ofrecieran mayores rentabilidades que los activos reales, sin evitar una fuerte deflación en las materias primas, esta vez la respuesta a la pandemia ha combinado políticas monetarias y fiscales no convencionales, con unos tamaños sin precedentes, con billones que han ido a parar directamente a los hogares y las empresas.

Foto: Supermercado. (EFE)

Pero hay países con déficits fiscales que incluso superan el 15% del PIB, por lo que en un escenario de fuerte endeudamiento, según James Luke "la combinación coordinada de una política fiscal y monetaria agresiva significa que la inflación está en camino", aunque es un tema al que desde los bancos centrales, como la Reserva Federal, no se le está dando especial importancia.

Sea como fuere, la inflación al activo que más beneficia es a las materias primas, al igual que la presumible depreciación del dólar en los próximos años precisamente por la intervención de la propia Fed durante la pandemia. Y es que los inversores han buscado refugio a estas desorbitadas inyecciones de capital en otras opciones como el euro. Eso, sumado a la preocupación creciente en el mercado por el doble déficit de EEUU (el financiero y el de la cuenta corriente) y a la amenaza de la hegemonía del dólar como "moneda reserva mundial", hace que la debilidad del billete verde se pueda extender en el tiempo, beneficiando, precisamente, a las materias primas cuyo precio en la mayoría de los casos suele expresarse en dólares.

El mercado está revuelto. Muchos frentes abiertos y variables que analizar. Pero el inversor amante de las materias primas puede estar de enhorabuena, soplan vientos de cola para que estos activos, tan denostados en los últimos tiempos, recuperen todo su esplendor. De hecho, el comportamiento de metales como el cobre, que casi ha doblado su valor desde que comenzó la pandemia en China, en enero de 2020, es un indicador de lo que puede estar por venir. Tanto es así que cada vez son más los expertos que apuntan a un superciclo de las 'commodities' como el vivido en los albores del S.XXI y que se prolongó hasta el año 2008.

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