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Tiempos de cambio en Telepizza: la obligación de rehacer la hoja de ruta
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Tiempos de cambio en Telepizza: la obligación de rehacer la hoja de ruta

La compañía de restauración aborda un cambio de gestión en un momento crucial, ante las dudas que se ciernen sobre su alianza con Pizza Hut

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En el seno de Telepizza (rebautizada este año como Food Delivery Brands) queda poco rastro de la alegría con que se acogió hace tan solo dos años y medio la alianza firmada con Pizza Hut. Con aquel movimiento, el consejero delegado de la compañía, Pablo Juantegui, parecía allanar el camino para hacer del grupo español de restauración una compañía con mayor proyección internacional y un perfil de crecimiento más atractivo. Unas expectativas que el mercado nunca llegó a reconocerle, pero que justificaron en gran medida el movimiento que llevó a KKR a hacerse con el control del grupo un año después.

Ahora, Juantegui se ve obligado a ceder sus funciones ejecutivas en la compañía en un momento en que las esperanzas de aquel acuerdo han dado paso a la frustración de una realidad mucho menos alentadora. Una realidad, obviamente, condicionada por el impacto de una crisis, la del coronavirus, que ha dejado una honda huella en las cuentas del grupo pizzero, que cerró los nueve primeros meses con pérdidas de 43,6 millones de euros, tras sufrir un recorte del 12% de la facturación (o del 21% si se incluyen las franquicias).

La mayor resistencia del negocio de entregas a domicilio no ha sido suficiente para compensar el deterioro sufrido por las restricciones a la movilidad de las personas, los aforos en las tiendas y, por momentos, el cierre forzoso de muchas de estas. Telepizza ha sido tradicionalmente un grupo enfocado, principalmente, en el servicio a domicilio, pero esto no significa que el negocio en tienda no represente una parte sustancial de sus ingresos. De hecho, el acuerdo con Pizza Hut venía a reforzar esta parte del grupo, dado el perfil de negocio de la enseña norteamericana.

El perfil de Pizza Hut, más enfocado en el consumo en tienda, se ha convertido en un lastre para la estrategia del grupo en plena crisis

Pero, en un entorno como el actual, no resulta difícil entender las dificultades con que se está encontrando el grupo a la hora de alcanzar los objetivos de expansión de tiendas plasmados en el acuerdo con Yum! Brands, la matriz de Pizza Hut. Si la compañía ya se había enfrentado a los reparos de sus franquiciados a la hora de asumir el desarrollo de una marca que nunca ha logrado afianzarse en el mercado español, la situación creada por la pandemia añade nubarrones a sus perspectivas de expansión.

El grupo ya ha reconocido en los últimos meses que, si no consigue renegociar los objetivos del acuerdo con Yum! Brands, la alianza podría irse al traste, lo que situaría a Telepizza en una tesitura muy comprometida. "Las implicaciones financieras, operativas y legales de la rescisión de este acuerdo para Telepizza son altamente inciertas y generan una falta de visibilidad sobre el modelo operativo, la estrategia y las métricas crediticias de la compañía más allá de 2020", advertían los analistas de Moody's en un informe publicado el pasado junio, cuando rebajó la calificación de la deuda de Telepizza a niveles de Caa3, una nota reservada a situaciones con considerable riesgo de impago, por la "deteriorada posición de liquidez y el apalancamiento de la compañía".

A los nuevos gestores del grupo les corresponde ahora la tarea de reorientar los términos de la alianza o, en su defecto, trazar una nueva hoja de ruta para Telepizza, que, en solitario, difícilmente podrá aspirar a algo más que a tasas de crecimiento limitadas, ante la madurez del mercado español y las dificultades que tradicionalmente ha encontrado para asentarse en los mercados latinoamericanos.

Telepizza ha acelerado la venta de tiendas propias, en un movimiento que parece encaminado a obtener recursos financieros

Para afrontar esta tarea, el nuevo consejero delegado, Jacobo Caller, contará con una situación financiera aparentemente más desahogada que la que ha vivido la compañía en los últimos meses, después de que KKR y sus socios españoles inyectaran 100 millones de euros el pasado verano. Pero es fácil percibir que los propietarios de la compañía no están dispuestos a asumir que este tipo de apoyos se vayan a convertir en recurrentes y esperan que sea capaz de autofinanciar sus movimientos estratégicos, lo que, según fuentes conocedoras de la compañía, se estaría traduciendo en los últimos meses en la venta de buena parte de las tiendas propias con que cuenta la compañía en España.

Este movimiento puede entenderse como respuesta a las necesidades generadas por la pandemia y como una manera de limitar los riesgos del negocio, pero entraña un sacrificio de ganancias futuras que bien puede generar incertidumbres sobre unas perspectivas ya hoy muy borrosas.

Son todas estas cuestiones las que hacen comprensible un cambio de gestión en Telepizza, que debe abordar en un plazo muy rápido una serie de cuestiones que deben ser determinantes para el futuro de la compañía. Las circunstancias no son las idóneas, pero Caller y su equipo tendrán que encontrar la manera de restaurar, al menos en parte, el entusiasmo que rezumaba el grupo hace apenas dos años y medio y que hoy permanece enterrado bajo notables incertidumbres.

En el seno de Telepizza (rebautizada este año como Food Delivery Brands) queda poco rastro de la alegría con que se acogió hace tan solo dos años y medio la alianza firmada con Pizza Hut. Con aquel movimiento, el consejero delegado de la compañía, Pablo Juantegui, parecía allanar el camino para hacer del grupo español de restauración una compañía con mayor proyección internacional y un perfil de crecimiento más atractivo. Unas expectativas que el mercado nunca llegó a reconocerle, pero que justificaron en gran medida el movimiento que llevó a KKR a hacerse con el control del grupo un año después.

Pablo Juantegui KKR
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