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"Debería estar prohibido regalar dinero por hacerse un plan de pensiones"
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COMIENZA LA CAMPAÑA IGNORANDO LA RENTABILIDAD

"Debería estar prohibido regalar dinero por hacerse un plan de pensiones"

Comienza la campaña de venta de planes de pensiones en los bancos, en la que todos regalan dinero a los que aporten, pero no hablan de rentabilidad ni de comisiones

Foto: Publicidad de la campaña de planes de pensiones del Santander.
Publicidad de la campaña de planes de pensiones del Santander.

"Debería estar prohibido regalar dinero por hacer aportaciones a los planes de pensiones porque es un engaño para el cliente. Lo importante debe ser la rentabilidad, que es de lo que nadie habla". Así de contundente se muestra Santiago Satrústegui, presidente de Abante Asesores, firma que ha presentado una encuesta sobre el ahorro para la jubilación. Estamos justo en el comienzo de la campaña anual de venta de estos productos con el atractivo de la desgravación fiscal... y de los regalos de efectivo por las entidades. Pero en la que no se habla de rentabilidad, de comisiones ni de la tributación del rescate.

Incluso el Santander, que hasta ahora se mostraba reticente a premiar las nuevas aportaciones con una bonificación en metálico, ha entrado en esta dinámica generalizada del sector, aunque otras entidades todavía mantienen los tradicionales regalos en especie: televisores, productos electrónicos, etc. El problema de estos incentivos es que el principal beneficiario siempre es el banco y que los clientes no saben qué están comprando e incluso hay numerosos casos de partícipes que tienen cuatro o cinco planes con 100, 300 o 1.000 euros en cada uno.

El gran problema, según los expertos, es el oscurantismo de estos productos promovido por los poderes públicos. Los partícipes no tienen ni idea de lo que necesitan ganar para mantener su nivel adquisitivo cuando se jubilen, ni de cuánto gana el plan que le venden en la sucursal, ni mucho menos de cuánto gana el banco con su inversión, gracias a ese invento tan español que es la 'rentabilidad neta de comisiones'. El escandaloso nivel de esas comisiones llevó al Gobierno a limitarlas hace dos años, entre grandes protestas del sector.

Y lo que es peor, los partícipes no son conscientes de que la gran zanahoria para hacerse un plan de pensiones, la desgravación fiscal, tiene la contraparte de que tienen que tributar por todo el dinero del plan (no solo por las ganancias, por la aportación que han hecho ellos también) cuando lo rescaten y como rendimiento del trabajo, es decir, al tipo de cada contribuyente, no al del ahorro. Es decir, este atractivo es pan para hoy y hambre (mucha hambre) para mañana.

Cobardía política

Según Satrústegui, detrás de todos estos problemas hay una falta de coraje político: "A los políticos les cuesta mucho apoyar los planes de pensiones; primero, porque hay una voluntad de tapar el tema de que las prestaciones públicas no van a ser suficientes, y segundo, porque se ha impuesto un discurso de que los planes de pensiones son una cosa exclusiva de los ricos, por lo que no importa penalizarlos ni maltratarlos fiscalmente". "Pero es como negar el cambio climático, todo el mundo sabe que el sistema no es sostenible, pero no está en la agenda política", añade.

La consecuencia es que no se fomenta la competencia entre entidades —los gestores que de verdad ganan dinero no son los que más patrimonio captan— y que no se informa al partícipe, con lo que a este no le importa lo que más le debería preocupar: la rentabilidad. Y la banca, con un patrimonio cautivo durante muchos años al que cobra comisiones independientemente de si gana o pierde, no tiene incentivo para destinar recursos a una mejor gestión de los planes. La consecuencia es la ínfima rentabilidad de estos productos: según los últimos datos de Inverco, a 10 años la media de los planes solo gana el 1,75% anual, cifra que es del 1,89% si tomamos los últimos 15 ejercicios.

El riesgo es no obtener una rentabilidad suficiente

Estos porcentajes contrastan con lo que necesita ganar el partícipe para mantener su nivel de vida tras la jubilación, sobre todo si no tiene una capacidad de ahorro anual demasiado elevada. Por ello, otro de los errores clásicos de los planes es venderlos como un 'producto conservador' (dado que es el ahorro para la jubilación) que invierte básicamente en deuda pública o incluso con capital garantizado, cuando el gran riesgo es precisamente no obtener una rentabilidad suficiente teniendo en cuenta que cada vez vamos a vivir más años.

Y a todo esto se une un riesgo del que casi nadie habla todavía: la deuda pública se encuentra en máximos históricos de precio (mínimos históricos de rentabilidad, que se mueve a la inversa) debido a los tipos de interés negativos. Esto significa que el día en que esas rentabilidades vuelvan a niveles normales —y ese día llegará, y según algunos, más pronto que tarde—, los precios sufrirán fuertes caídas. Que significan pérdidas para esos productos más conservadores, que son los que más patrimonio tienen y los que mejor se han comportado en los últimos cinco años.

"Debería estar prohibido regalar dinero por hacer aportaciones a los planes de pensiones porque es un engaño para el cliente. Lo importante debe ser la rentabilidad, que es de lo que nadie habla". Así de contundente se muestra Santiago Satrústegui, presidente de Abante Asesores, firma que ha presentado una encuesta sobre el ahorro para la jubilación. Estamos justo en el comienzo de la campaña anual de venta de estos productos con el atractivo de la desgravación fiscal... y de los regalos de efectivo por las entidades. Pero en la que no se habla de rentabilidad, de comisiones ni de la tributación del rescate.

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