¿Me hago un plan de pensiones? Si quiere ganar dinero con él, mejor no
Que hay que ahorrar para la jubilación se da por hecho. Que hay que hacerlo mediante un plan de pensiones está mucho menos claro, sobre todo si queremos obtener una rentabilidad para el futuro
Los últimos datos de rentabilidad de los planes de pensiones facilitados por Inverco (la asociación de las gestoras) son elocuentes: los planes de pensiones han obtenido una rentabilidad media del 2,37% en los últimos 10 años y del 1,73% en los últimos 15. Un rendimiento muy pobre para unos productos que están diseñados en teoría para, en el largo plazo, ganar dinero con el que complementar la pensión pública. El problema es que precisamente se confunde ahorrar para la jubilación con hacerlo mediante un plan o fondo de pensiones, gracias al interés de la banca y a la desgravación fiscal.
Es cierto que a cinco años mejora la rentabilidad hasta el 3,76% gracias al buen comportamiento de las bolsas en este periodo, pero también lo es que estos productos son inversiones a más largo plazo. Justamente, la cuestión de la renta variable es muy llamativa: los expertos suelen achacar al sesgo conservador del ahorrador español -que apenas invierte en productos de bolsa- las bajas rentabilidades de los planes; pero si nos vamos a un periodo de 10 años, los planes de pensiones de renta variable ganan únicamente el 3,53%, y si hablamos de 15 años, no solo ganan poco sino que pierden dinero (el -0,05%). Una situación que resulta frustrante para el inversor medio español, que no quiere perder pero cuya expectativa de rentabilidad es superior al 8% anual.
¿A qué se debe esta baja rentabilidad incluso en los planes de bolsa? Por un lado, porque las inversiones conservadoras cada vez dan menos rentabilidad en un entorno de tipos cero como el actual (la renta fija se ha comportado muy bien en los últimos años precisamente por el desplome de la prima de riesgo, pero ese movimiento se ha acabado). Por otro, porque las bolsas han vivido en los últimos 10 años la gravísima crisis de 2008-2009 y la de la zona euro de 2012, y muchos índices están por debajo de los niveles anteriores (como el Ibex). Pero también hay que tener en cuenta la dejadez en la gestión de estos productos por parte de muchas gestoras, en especial bancarias.
A quien más interesan los planes es... a la banca
Hay que tener en cuenta que el banco tiene asegurado el dinero que se mete en los planes de pensiones durante muchos años, ya que el partícipe no lo puede tocar salvo que se jubile o supuestos muy tasados: paro de larga duración o enfermedad grave. Tras las últimas reformas legislativas, también se podrá sacar a los 10 años, pero solo a partir de 2025. Lo cual hace que el banco pueda relajarse un poco en esa gestión, como sucede con los fondos garantizados, al tener el patrimonio asegurado (el partícipe sí lo puede traspasar a otra gestora, pero eso solo suele ocurrir en planes que lo hacen rematadamente mal). Así que no es raro ver prácticas en las gestoras, como apuntar las operaciones exitosas a las carteras de productos con mayor competencia como los fondos de inversión, y apuntar las fallidas a las de los planes, lo que mina su rentabilidad.
Precisamente, este interés de las entidades financieras en garantizarse ese patrimonio a largo plazo es lo que hace que lancen campañas de 'marketing' y publicidad tan agresivas -regalan un porcentaje de la aportación y todo tipo de cachivaches- para vender los planes y, sobre todo, que hayan conseguido que el imaginario colectivo asocie ahorro para la jubilación con planes de pensiones, cuando no tiene por qué ser así necesariamente. De hecho, un producto ilíquido debería dar una 'prima de liquidez', es decir, una rentabilidad mayor que otros para compensar esa gran desventaja. Y, como hemos visto, no la ofrece.
Fiscalidad: pan para hoy y hambre para mañana
La gran aliada de los bancos en esta campaña es Hacienda, ya que prácticamente la única forma de desgravar en la factura fiscal es hacerse un plan de pensiones. Ahora bien, eso es pan para hoy y hambre para mañana, puesto que al llegar la jubilación hay que tributar por todo el importe del plan -no solo la rentabilidad, también las aportaciones del dinero del inversor- y como rendimiento del trabajo, no como renta del ahorro; es decir, al tipo de cada contribuyente. Finalmente, el dinero solo se puede rescatar como renta vitalicia, no de golpe. Pero la mentalidad cortoplacista española hace que mucha gente no tenga eso en cuenta a la hora de contratar un plan. Por otra parte, este maltrato fiscal ayuda a explicar el escaso patrimonio de estos productos en nuestro país comparado con el resto de Europa.
Como informaba El Confidencial este fin de semana, la baja rentabilidad, la política de comercialización de la banca descrita y el que su único atractivo sea la fiscalidad a corto plazo impiden el desarrollo de estos productos. Porque existen otras alternativas para ahorrar a largo plazo, como los fondos de inversión, carteras diversificadas de inversión directa o depósitos estructurados con los que se puede ganar bastante más sin el inconveniente de la iliquidez. Y si eso no es problema, los españoles llevamos generaciones ahorrando para la jubilación en nuestro activo ilíquido favorito: el ladrillo.
Los últimos datos de rentabilidad de los planes de pensiones facilitados por Inverco (la asociación de las gestoras) son elocuentes: los planes de pensiones han obtenido una rentabilidad media del 2,37% en los últimos 10 años y del 1,73% en los últimos 15. Un rendimiento muy pobre para unos productos que están diseñados en teoría para, en el largo plazo, ganar dinero con el que complementar la pensión pública. El problema es que precisamente se confunde ahorrar para la jubilación con hacerlo mediante un plan o fondo de pensiones, gracias al interés de la banca y a la desgravación fiscal.
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