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La guerra de divisas con China se recrudece y EEUU tiene todas las de perder
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La guerra de divisas con China se recrudece y EEUU tiene todas las de perder

La crisis de deuda soberana, las tensiones en los mercados y el peligro de un nuevo colapso del sistema financiero hace que pase desapercibida la batalla

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La guerra de divisas con China se recrudece y EEUU tiene todas las de perder

La crisis de deuda soberana, las tensiones en los mercados y el peligro de un nuevo colapso del sistema financiero hace que pase desapercibida la batalla que se está librado en otro frente y que no deja de ser preocupante: la guerra de divisas entre Estados Unidos y China.

En los últimos años, el choque entre imperios a cuenta del yuan es una constante. Estados Unidos precisa que China permita la apreciación de su moneda para no perjudicar más a las exportaciones del sector manufacturero norteamericano.

Pero cuándo se actúa movido por la necesidad se cometen errores y eso es lo que le está pasando a la administración Obama. El Senado en Washington se dispone a votar una moción para etiquetar a China de manipulador del mercado de divisas. De salir adelante, y todo apunta a que así será porque cuenta con el apoyo mayoritario de republicanos y demócratas, se despertará la ira del dragón.

En primer lugar, porque resulta irónico que un país como EEUU, que lleva los últimos cuatro años devaluando el dólar a base de recortes de tipos de interés hasta mantenerlos en cero desde finales de 2008, quantitive easings, compra indiscriminada de bonos del Tesoro y ahora con la llamada Operación Twist, acuse a otro estado de intervenir su moneda.

En segundo lugar, porque China está dando poco a poco pasos hacia la apertura del mercado y un cambio tan radical no se puede exigir de golpe. De hecho, EEUU debería reconocer los méritos que ha hecho el imperio de oriente para dejar que se aprecie el yuan ya que, al fin y al cabo, sí se ha revalorizado frente al dólar y al euro este año. ¿Qué puede subir más?, por supuesto, pero aumentar la presión lo único que va conseguir es un efecto rebote.

Además, occidente está en una situación tan delicada que no se encuentra en posición de seguir tensando la cuerda. Y es que para proteger el sector manufacturero estadounidense, el Gobierno de Obama corre el peligro de hacer saltar por los aires su comercio exterior y puede destrozar los intereses de sus empresas en el país.

De hecho, la cadena de comida rápida Yum Brands, por ejemplo, ya genera más ingresos en China que en Estados Unidos, la marca de lujo Coach se está expandiendo a marchas forzadas por el país asiático y las cafeterías Starbucks tienen un ambicioso plan de apertura de tiendas por todo el territorio. Intereses que se verían seriamente dañados si el gobierno chino se toma la revancha y comienza a subir impuestos o a poner restricciones a las compañías americanas.

Pero no sólo eso, China ha ido ganando cotas de poder aprovechando la debilidad de Europa y Estados Unidos. Por un lado, tiene en sus manos parte de la solución o, al menos la capacidad de ayudar a resolver la crisis de deuda soberana y el Viejo Contienen no va a hacer nada por enfadar al gigante asiático, mientras que, por otro, le guste o no a EEUU, el estado chino tiene en su poder entorno a 1,2 billones de dólares en deuda estadounidense  y no es que estén muy contentos con la devaluación que está experimentando el dólar y que afecta a los rendimientos de sus bonos a largo plazo. 

La crisis de deuda soberana, las tensiones en los mercados y el peligro de un nuevo colapso del sistema financiero hace que pase desapercibida la batalla que se está librado en otro frente y que no deja de ser preocupante: la guerra de divisas entre Estados Unidos y China.