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La fiebre del oro se convierte en pandemia
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La fiebre del oro se convierte en pandemia

El oro ha sido esta semana protagonista indiscutible en los mercados. Ha fijado máximos históricos por encima de 1.050 dólares y todos los inversores andan cegados

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La fiebre del oro se convierte en pandemia

El oro ha sido esta semana protagonista indiscutible en los mercados. Ha fijado máximos históricos por encima de 1.050 dólares y todos los inversores andan cegados por una nueva oleada de fiebre como la vivida el pasado mes de febrero, cuando la onza superó los 1.000 dólares por primera vez desde marzo de 2008. Pero la diferencia con entonces es que en esa ocasión fue la aversión al riesgo y el desplome de los mercados los que propiciaron el rally, mientras que en este momento entran en juego otros factores que van a sostener la subida en el medio-largo plazo.

Por un lado, no se puede hablar del oro sin hablar del mercado de divisas y en este sentido las cosas pintan muy negras para el ‘todopoderoso’ billete verde. El dólar pierde brillo a marchas forzadas y sus perspectivas de futuro no son muy halagüeñas. Ayer fijó mínimos de 14 meses en los 1,478 euros y muy posiblemente lleguemos a ver como vuelve a los mínimos históricos que registró en julio de 2008.

“A medio, largo plazo, el dólar va a seguir débil aunque vamos a ver repuntes espontáneos por la corrección de los mercados”, explica Francisco López de X-Trade Brokers, a Cotizalia.com. “Por un lado, el déficit comercial no está resuelto y se mantiene relativamente estable por la debilidad del consumo que conlleva importaciones más bajas, pero volverá a ser un problema cuando empiece realmente la recuperación”, asegura el analista. “Y por otro, el endeudamiento de Estados Unidos en una verdadera barbaridad. Las medidas han sido fundamentalmente monetarias y los tipos bajísimos que no favorecen al dólar”, añade el analista.

En este contexto, hay que entender que la correlación entre el oro y el dólar es estrechísima, ya que los dos activos actúan como refugio y el uno es alternativa al otro. Por lo tanto, si las perspectivas para el dólar son pesimistas, para el metal precioso son todo lo contrario.

Por eso, uno de los factores que más va a influir en el comportamiento de la onza en los próximos meses va a ser el devenir del dólar en el mercado de divisas.

Malas perspectivas para el dólar

En este sentido, las medidas adoptadas por el gobierno de Estados Unidos son fundamentalmente basadas en una flexibilidad cuantitativa para poder comprar bonos propios. Con esto se busca una expansión importante de liquidez y, al aumentar la demanda disminuye la rentabilidad. Pero al haber previsiones de fuerte endeudamiento de la economía norteamericana, con un déficit probablemente superior al 12% según los analistas, el Estado no logra colocar todas las emisiones y, al ser ellos mismos quienes compran sus bonos, tiran de la demanda hacia arriba.

Pero esto lo que provoca es, al final, aumentar el número de moneda en circulación, lo que provoca una devaluación del valor del dólar que se traduce en un importante problema inflacionista que todavía no ha comenzado a aflorar pero que está latente.

Así, cuando el Gobierno de Estados Unidos comenzó con las medidas de estímulo para hacer frente a la crisis, comenzó de inmediato el malestar de los principales tenedores de dólares, fundamentalmente China y Rusia. No es anecdótico el empeño de los dos países en crear un referente alternativo al billete verde como moneda reserva.

En el caso de China, por poner un ejemplo, está viendo como sus reservas son bajistas a largo plazo, por lo que no tiene sentido seguir invirtiendo en papel norteamericano. ¿Esto cómo afecta a la cotización del oro? Pues bien sencillo. Diversificación es la clave. China se está convirtiendo en uno de los mayores importadores de materias primas y ha pasado de comprar bonos del Tesoro a hacer acopio de oro. Esto va a ayudar a que el metal precioso continúe por la senda alcista y que se mantenga en los niveles actuales.

Por otro lado, otro de los factores que está influyendo en la caída del dólar en la necesidad que tiene Estados Unidos de contar con una moneda débil para poder salir de la crisis. Si tanto la administración Bush en su día, como la administración Obama elaboran sus discursos en pro de un dólar fuerte, la realidad es bien distinta. El Gobierno de Estados Unidos no ha hecho nada por defender su moneda. Esto les permite ser más competitivos  nivel de exportaciones y al ser referente, se puede financiar su deuda mucho más barato.

La inflación latente fortalece el futuro del oro

Hasta aquí en lo referente al mercado de divisas. Pero hay otro factor clave que va a tirar del precio del oro hacia arriba y que ya hemos apuntado. La inflación.

Las principales economías de todo el mundo están aumentando su oferta monetaria para reactivar la economía. “Pero esto tiene un efecto boomerang”, asegura Francisco López. “Cuando realmente se constate una recuperación económica, la inflación va a subir con fuerza,  van a ser las materias primas las que se conviertan en refugio y el oro va a ser uno de los principales activos”. Concluye.

De este modo, según explica Daniel Sack, gestor de Investec GSF Global Gold en Citywire.com, el precio del oro sólo ha llegado a la mitad de su anterior máximo en términos reales después del rally vivido en los últimos ocho años. “Si lo ajustas por la inflación, el anterior máximo histórico de 1980 de 850 dólares equivaldría a 1.844 dólares actuales”. Cifra que varía según las estimaciones de Fusionomics, que la sitúa en los 2.300 dólares.

Finalmente, hay que tener en cuenta los propios fundamentales del oro. Y es que la crisis financiera ha traído consigo el desplome de la demanda del metal precioso para el sector de la joyería. Este supone el 60% de la demanda total de la materia prima siendo India el principal consumidor en este sentido.

Dejando a un lado la demanda estacional en la que nos encontramos, la recuperación económica va a traer consigo la mejora del sector y, por consiguiente, la subida de la demanda de oro que en 2008 se desplomó un 10%. También el resurgir de otros sectores como el industrial –que representa el 5% de la demanda del metal- va a actuar de catapulta para los precios.

No obstante, hay un ‘pero’ en toda esta historia. No se puede perder de vista tampoco el hecho de que en cuanto comience realmente la recuperación económica y desaparezca la aversión al riesgo, el oro va a pagar las consecuencias con una moderación de los precios. Un planteamiento que de momento sólo hay que mirarlo en el largo plazo pero que no se debe perder de vista.

El oro ha sido esta semana protagonista indiscutible en los mercados. Ha fijado máximos históricos por encima de 1.050 dólares y todos los inversores andan cegados por una nueva oleada de fiebre como la vivida el pasado mes de febrero, cuando la onza superó los 1.000 dólares por primera vez desde marzo de 2008. Pero la diferencia con entonces es que en esa ocasión fue la aversión al riesgo y el desplome de los mercados los que propiciaron el rally, mientras que en este momento entran en juego otros factores que van a sostener la subida en el medio-largo plazo.

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