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El desierto de Atacama, el mayor vertedero de ropa del mundo
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la segunda industria más contaminante

El desierto de Atacama, el mayor vertedero de ropa del mundo

Al este de la localidad chilena de Iquique, se extiende el desierto más seco de nuestro planeta, tanto, que en algunos lugares jamás ha llovido ni existe vida. En cambio, lo que sí hay son toneladas de ropa a punto de incendiarse

Foto: Montañas de ropa usada en el desierto de Atacama (Chile). (Reddit/ed8907)
Montañas de ropa usada en el desierto de Atacama (Chile). (Reddit/ed8907)

“Cada día entran contenedores y contenedores de ropa usada. Desde mi balcón, que está junto a la puerta 12 de ZOFRI, la zona franca de Iquique, veo cómo salen camiones sin parar. Más del 50% de las mercancías que ingresan cada día en Chile por este puerto son basura”. Denisse Morán es la presidenta de la Unión de Recicladores de la Región de Tarapacá, en el norte del desierto de Atacama, Chile. Iquique es su capital, y muy cerca, a 12 kilómetros, se encuentra Alto Hospicio, localidad de reciente y triste actualidad por ser el vertedero ilegal de 39.000 toneladas de ropa usada cada año. Aunque se han dado a conocer hace poco, los vertidos comenzaron hace ya mucho.

“Casi desde que vivo aquí, y llegué en el 78, con 11 años, he visto entrar basura en ZOFRI”, explica la recicladora a El Confidencial. “En el 2008 ya advertimos al gobierno sobre los desechos textiles”, añade. Pero hasta ahora no ha habido reacción. De hecho, las empresas han ido en aumento. “Solo en Iquique, una ciudad de 190.000 habitantes, hay aproximadamente 50 importadores de ropa de segunda mano”. Aun así, Morán sigue luchando por dar voz a un problema silenciado por los miles de millas náuticas que se interponen entre Iquique y Asia, Europa y Norteamérica, los principales puntos de origen de estos desechos de vanidad occidental.

"Hace muchos años era la propia municipalidad la que cobraba unos 40 o 50.000 pesos para que pudieran incendiar esta ropa de manera ilegal"

“Hoy en día el ingreso de ese tipo de mercancía no está fiscalizado en Chile y cualquier persona puede importarla. Muchas personas compran grandes cantidades de ropa que llegan en contenedores y vende lo que está bien en ‘concursos’: se vierte toda en una montaña y la gente paga una entrada para, durante unas horas, sacar lo que está en mejor estado”, explica la ingeniera chilena Rosario Hevia. “Las balas de prendas de segunda, tercera y hasta sexta mano que llegan del extranjero son tan económicas que, con vender un 20%, el negocio está hecho”.

El resto es abocado ilegalmente. Atacama, el desierto más seco del mundo, acaba así regado por toneladas de tintes industriales que lo único que hacen brotar es el riesgo de incendio. “Al menos una vez al año se da uno grande”, reconoce el responsable de Medioambiente de Alto Hospicio, Edgar Ortega, quien añade que “se llegan a verter 20 toneladas diarias de ropa en el desierto”. Denisse Morán va más allá y afirma que “hace muchos años era la propia municipalidad la que cobraba unos 40 o 50.000 pesos para que pudieran incendiar esta ropa de manera ilegal. Los empresarios, importadores, queman para que no se sepa de quién es”.

Foto: Pequeña tienda de moda sostenible en Alemania. (EFE/Phillipp Guelland)

Con el fin de intentar aportar una solución al problema, Hevia fundó en 2020 Ecocitex, empresa única en el mundo dedicada al reciclado sostenible de ropa de fibras mixtas. “Tengo otro negocio, una tienda de ropa infantil usada en la que se generan unos 400 kilos de mercancía en mal estado al mes. Queríamos gestionarlo de forma sostenible y nos dimos cuenta de que no existía manera de hacerlo”. Investigaron qué sucedía en otros países, cuenta a El Confidencial, para descubrir que la ropa iba a parar en su mayor parte a organizaciones sin ánimo de lucro que la enviaban a países de inferiores recursos. “Nos dimos cuenta de que era un problema mundial y que había muchas iniciativas para reciclar ropa 100% algodón y 100% poliéster, pero no así para el reciclado de fibras mixtas que son, hoy en día, los grandes componentes de la contaminación textil mundial”.

placeholder Desierto de Atacama en su estado no-contaminado.
Desierto de Atacama en su estado no-contaminado.

Y para solucionar un problema del futuro, recurrieron a una solución del pasado. “Analizando qué se podía hacer con esas prendas, comprobamos que se podían convertir de nuevo en hilado. En enero de 2020 compramos una hilandería del año 62 y la adaptamos para pasar de hacer ovillos con lana de oveja, a hacerlos a partir de ropa en desuso”. El resultado es un resistente hilo de más de 32 colores mediante la selección manual de las prendas por mujeres en proceso de reinserción social. Y no utilizan tintura ni agua en el proceso, muy al contrario de la ‘sedienta’ industria de la moda: según cálculos de las Naciones Unidas, la producción de ropa consume anualmente 93 millones cúbicos de agua, lo mismo que cinco millones de personas en el mismo periodo de tiempo. En datos más aprehensibles, para hacer una camiseta se necesitan 2.700 litros de agua, que equivale a lo que consume una persona durante dos años y medio.

Foto: Consumidora eligiendo una prenda de ropa (EFE)

Las propias Naciones Unidas señalan que la moda es el segundo sector más contaminante del mundo. Concretamente, sus emisiones de carbono equivalen a las de todos los vuelos y transportes marítimos internacionales combinados. Y no va a menos: Greenpeace apunta que el consumo de moda crecerá un 63% de aquí a 2030, espoleada sobre todo por el modelo fast fashion o moda rápida basado en el constante lanzamiento de nuevas colecciones o cápsulas a precios bajos. Según la Universidad George Washington, mientras que hasta los años sesenta se lanzaban cuatro colecciones al año, compañías de fast fashion como H&M lanzan hoy 52, lo que equivale a una por semana. Esto redunda en otro problema, tal y como explica la periodista medioambiental Lucy Siegle en su libro To Die For: la adicción a la moda rápida.

"A nivel mundial yo creo que tenemos que hacernos cargo de que el modelo de fast fashion no es sostenible en el tiempo"

“A nivel mundial yo creo que tenemos que hacernos cargo de que el modelo de fast fashion no es sostenible en el tiempo; del daño que hacemos mediante campañas mediáticas que incentivan a los consumidores a comprar cada vez más, cuando no es sostenible porque no tenemos un planeta B al que irnos”, reflexiona Hevia. “Hay que volver al slow fashion, prendas de calidad, prendas que duren en el tiempo, atemporales, que puedan durar cinco, seis o siete años. Poner de moda lo sostenible, que esté bien visto que las personas se vistan con menos, con prendas atemporales que se puedan llevar mucho tiempo, y penar desde el punto de vista social el sobre-consumismo”. Para ello, tanto Hevia como Morán coinciden en que son necesarias leyes que exijan trazabilidad a los productores de ropa. “Los productores y los importadores se tienen que hacer cargo de lo que ponen en el mercado y gestionar el desecho que generan. Si alguien vende 3 toneladas de ropa, tiene que recaudar del mercado otras 3 toneladas y hacerse cargo de ello, tratarlo de forma sostenible o pagar a alguien para que lo haga”.

placeholder Para la producción de una sola camiseta son necesarios 2.700 litros de agua. (Unsplash)
Para la producción de una sola camiseta son necesarios 2.700 litros de agua. (Unsplash)

En cuanto a los importadores, “si un importador es capaz de demostrar que vendió 2 toneladas, puede importar otras dos. Si solo vende dos no puede importar 15 toneladas de ropa usada. Así cada uno se hace cargo de su desecho textil. Cada país tiene que hacerse cargo de lo que está generando”. De momento, Chile tiene previsto incluir el desecho textil en su ley REP o de Responsabilidad Extendida del Productor, que exige a productores e importadores una correcta gestión de los residuos que generan.

Pero la realidad es que, tal y como señala Lucy Siegle, a un ritmo como el actual de 80.000 millones de prendas confeccionadas al año, su reciclado es simplemente imposible. Por ello, la periodista de The Observer coincide en que hay que fomentar la slow fashion. Aun así, las hojas de ruta hacia la sostenibilidad de los grandes productores se concentran más bien en los procesos de producción, como es el caso de Inditex, que en 2018 vendió 1.600 millones de artículos en todo el mundo según su memoria para dicho ejercicio. Fuentes de la empresa explican a El Confidencial que, “aunque resulte chocante, no producimos muchas unidades de cada modelo, no tenemos invendidos, esto es algo que forma parte de nuestro modelo de producción. Producimos muy poco de cada diseño y tenemos una gestión de inventario muy eficiente. No hay sobrante. Desde el origen trabajamos la eficiencia y la eco-eficiencia”.

Foto: El consumo excesivo de moda tiene grandes consecuencias medioambientales.  EFE

Además, señalan, “todos los diseñadores de Inditex tienen en cuenta la sostenibilidad de materias primas”. En relación a la gestión de residuos y ropa usada, su documento Compromiso Sostenibilidad 2021 explica que “hemos instalado contenedores de recogida de prendas, calzado y accesorios en las tiendas de nuestras ocho marcas, así como en ciudades y oficinas de algunos de nuestros principales mercados. A través de nuestro programa de recogida de ropa cooperamos con 45 entidades no lucrativas, con compañías especializadas en reciclaje y con especialistas en tecnología para evitar que las prendas usadas acaben en un vertedero”.

Pero a pesar de los esfuerzos de esta y otras compañías, lo cierto es que, según datos del propio Parlamento Europeo, ese acaba siendo el destino final de casi el 87% de la ropa que dejamos de utilizar en Europa, y menos del 1% es reciclada, fundamentalmente por la falta de tecnología para ello. Los datos aportados por H&M, la cadena de fast-fashion con la mayor cantidad de contenedores para reciclaje de ropa en sus tiendas, respaldan la información del Parlamento Europeo: solo un 0,7% de su producción anual, 500 millones de prendas, se producen con material reciclado. Quizás es que los que nos tenemos que reciclar somos nosotros. Hará falta que una industria que factura 2,5 billones de euros al año tenga la voluntad para ello.

“Cada día entran contenedores y contenedores de ropa usada. Desde mi balcón, que está junto a la puerta 12 de ZOFRI, la zona franca de Iquique, veo cómo salen camiones sin parar. Más del 50% de las mercancías que ingresan cada día en Chile por este puerto son basura”. Denisse Morán es la presidenta de la Unión de Recicladores de la Región de Tarapacá, en el norte del desierto de Atacama, Chile. Iquique es su capital, y muy cerca, a 12 kilómetros, se encuentra Alto Hospicio, localidad de reciente y triste actualidad por ser el vertedero ilegal de 39.000 toneladas de ropa usada cada año. Aunque se han dado a conocer hace poco, los vertidos comenzaron hace ya mucho.

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