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¿No tenemos un problema? Las pérdidas de cultivos se han triplicado en 50 años
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¿No tenemos un problema? Las pérdidas de cultivos se han triplicado en 50 años

No es solo la harina con la que hacemos el pan, son todos los cereales que sirven para alimentar a 7.500 millones de personas o para convertirse en alimento para la ganadería

Foto: Foto: Unsplash/@no_one_cares
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¿Qué pensarán los negacionistas que ocurre con toda la actividad del ser humano? ¿Cómo es posible, desde su punto de vista, que todo lo que hemos construido en los últimos 2000 años no tenga repercusión en nuestro planeta (a pesar de que algunas de esas cosas se ven a la perfección desde el espacio)? La respuesta a eso no la tenemos, pero lo que sí podemos hacer es volver, una vez más, a aportar datos objetivos de por qué estamos con el agua al cuello; pruebas de que sí tenemos la culpa de lo que está pasando y, a la vez, de las consecuencias de nuestros actos.

A algunas de aquellas personas que se esfuerzan en negar las consecuencias de nuestra actividad sobre el planeta se les llena la boca a la hora de admirar todo lo que hemos conseguido; como, por ejemplo, conseguir alimentar a 7.500 millones de personas. Eso tiene un coste, y dado que tales actos necesitan recursos que no podemos inventar por arte de magia, como la energía o los materiales que extraemos del suelo, todo tiene una repercusión.

"En los últimos 50 años, el cultivo de cereales en Europa (el 65% de las tierras) se ha visto muy afectado por la crisis climática"

Una de las principales consecuencias a las que nos enfrentamos es que, queramos o no, dependemos en gran medida del suelo y de las plantas. Sí, un chuletón de vez en cuando está bien, pero sin cereales como el trigo o el arroz es imposible alimentar a los millardos de personas que pueblan este planeta. El problema es que estos mencionados cultivos son dependientes del clima. Están extendidos en áreas que cumplen unas características específicas que, a día de hoy (por suerte), siguen siendo bastante amplias, aunque su extensión se reduce día a día. Dicho de otro modo: en un hipotético escenario en el que el desierto del Sáhara, con sus maravillosas dunas, se extendiese hasta Copenhague tendríamos un inmenso problema.

¿Que esto es imposible que ocurra? Bueno, desde luego se trata de un escenario realmente extremo, pero si tenemos en cuenta el estudio recientemente publicado por investigadores de la Universidad NOVA de Lisboa, de Instituto Max Planck de Bioquímica en Alemania y del Instituto de Postdam para la Investigación de Impacto Climático, también en Alemania, el escenario cambia: "En los últimos 50 años, el cultivo de cereales en Europa (que representa el 65% de las tierras de cultivo del continente) se ha visto muy afectado por la crisis climática. En los países de Europa del Este, la producción de cereales disminuyó un 12,8% durante el periodo estudiado, mientras que en Europa Central y las regiones mediterráneas los rendimientos cayeron un 6,6 y un 6,9% respectivamente".

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Foto: Unsplash/@mihaly_koles

Como explica Jonas Jägermeyr, uno de los autores del estudio e investigador del Instituto Goddard de Estudios Espaciales de la NASA: "No fue una gran sorpresa encontrar un aumento en el número de catástrofes por olas de calor y sequías, teniendo en cuenta que el capital en riesgo se ha ampliado, lo que ha llevado a que se reporten eventos con mayor frecuencia. Pero no sabíamos que las repercusiones de los últimos acontecimientos en la agricultura serían mucho más graves".

Debemos tener en cuenta que no es solo el consumo humano de esos cereales lo importante. La inmensa mayor parte de la industria ganadera también depende de los cereales para alimentar a sus animales (seamos realistas, son muy pocas las vacas que comen hierba todo el día, así como los cerdos que se alimentan de bellota –por eso son tan caros–).

Foto: Foto: Jose Luis Gallego Opinión
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Como explica la doctora Teresa Brás, "los cereales, un producto básico que ocupa casi el 65% de la superficie de cultivo de la UE' y que se utiliza principalmente para la alimentación animal, es el cultivo más afectado. En concreto, hemos comprobado que, por cada año de sequía, las pérdidas de cereales aumentan un 3%. La UE tiene un bajo nivel de importación y una escasa diversificación del mercado de los cereales. El aumento de la diversificación del mercado y/o el fomento de un cambio de alimentación hacia dietas más sostenibles (es decir, con menos proteínas animales) pueden ser evaluados como posibles contribuciones políticas para atenuar el impacto de los fenómenos meteorológicos extremos en la disponibilidad de alimentos".

Este descubrimiento deja claro que nos estamos enfrentando a una tendencia global, que nos afecta sobremanera, y que en las décadas que están por venir van a cambiar muchas cosas. El problema es que si no hacemos algo al respecto van a ir a peor; y estamos hablando de lo que comemos, un tema más que serio.

¿Qué pensarán los negacionistas que ocurre con toda la actividad del ser humano? ¿Cómo es posible, desde su punto de vista, que todo lo que hemos construido en los últimos 2000 años no tenga repercusión en nuestro planeta (a pesar de que algunas de esas cosas se ven a la perfección desde el espacio)? La respuesta a eso no la tenemos, pero lo que sí podemos hacer es volver, una vez más, a aportar datos objetivos de por qué estamos con el agua al cuello; pruebas de que sí tenemos la culpa de lo que está pasando y, a la vez, de las consecuencias de nuestros actos.

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