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Abogadas que sufren la violencia de sus clientes: "Siento pánico a volver al turno de oficio"
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Un fenómeno oculto en la profesión

Abogadas que sufren la violencia de sus clientes: "Siento pánico a volver al turno de oficio"

Desde correos electrónicos hasta vídeos con amenazas: "Esto es lo que te va a pasar a ti". El Colegio de Madrid asevera que estos episodios afectan de forma mayoritaria a las mujeres

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"Todavía no he podido reincorporarme al turno de oficio porque no tengo esa fuerza. Me da pánico volver a enfrentarme a una situación así". María Amparo Martínez es letrada del turno de oficio de los ámbitos de penal y civil, y hace algunos años fue una de las cientos de abogadas españolas que sufrieron violencia de género al ejercer su profesión. Tras haber pasado un calvario de dos años, la profesional dio el paso de denunciar a su cliente por daños morales y violencia. Eva Papadopulos también es abogada adscrita al turno de oficio del Colegio de la Abogacía de Madrid en ámbitos de derecho penal y también ha sido víctima de una situación así: "Sentí miedo con lo que me estaba pasando eran muchas amenazas y coincidencias con los hechos. Por lo mismo el apoyo del ICAM y de Defensa de la Abogacía, en especial de Victoria Espejel y Guillermina Córcoles, fue fundamental. Estaba agotada cuando acabó todo". Así como ellas, existen diversos casos de acoso físico, virtual, agresiones o tratos vejatorios a abogados y abogadas por parte de sus clientes.

En lo que va de este año, el Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) ha recibido un total de 1.348 expedientes seleccionados de distintas tipologías, otros 1.332 expedientes de colegiados y 858 de número de colegiados distintos. Si se diferencia por sexo, el 52% del total de estos casos afectó a mujeres y un 48% a hombres, y un 75% de los casos ha afectado a los letrados del turno de oficio, mientras que un 25% no pertenece a aquel sistema. Sin embargo, algo que realmente llamó la atención del Colegio fueron los casos de violencia por amenazas: de los más de 1.000 casos, 24 fueron amenazas sufridas en el ejercicio profesional de los abogados, donde el 67% de las incidencias fue hacia mujeres, la mayoría con edades entre 41 y 50 años, y el 33% restante, a hombres.

“Esto nos produjo una alarma en relación con el tema de las amenazas, porque nos llamó muchísimo la atención que se produjera esta diferencia con cualquier otro tipo de conducta denunciada. Hoy existe un porcentaje mayor de abogadas que son amenazadas de una u otra forma, y normalmente se produce por parte del cliente”, asegura el diputado del ICAM responsable de Defensa de la Abogacía, Javier Mata. El abogado indica que desde el momento en que el Colegio fue sensible a que podía haber un problema con estos casos, decidió actuar y puso de manifiesto a los abogados que este departamento existía: “Tenemos capacidad de actuación y el poder de comunicar a los poderes públicos que hay una situación delicada, por lo que pueden recurrir a nosotros cada vez que lo necesiten”.

“Sentí mucho miedo”: mensajes por WhatsApp y correos

En abril de 2020, en pleno confinamiento por el coronavirus, le asignaron un caso a Amparo Martínez por el turno de oficio. Se trataba de un procedimiento civil que no se veía con mayor complejidad, pero la situación comenzó a cambiar cuando empezó a recibir correos electrónicos con dobles intenciones y con carácter impositivo. “Desde el minuto cero, te das cuenta de que es una persona muy conflictiva por el tono que tienen sus correos”, comentó Martínez. En ellos le exigía o imponía sus criterios de dirección del procedimiento y “marcaba todas las pautas de lo que yo tenía o noque hacer por él, sin darme espacio para tomar una decisión”. Esto duró dos años, en que Amparo estuvo completamente sometida a la manipulación de su cliente. “Hoy soy consciente de ello, pero en el minuto no te das cuenta… Estás inmersa en esta situación y quieres cumplir con tu trabajo lo mejor posible”, incide la letrada.

El cliente le enviaba correos electrónicos a todas horas en que la amenazaba para que pisara el acelerador con demanda, criticaba su trabajo y la obligaba a contestar en el menor tiempo posible, porque, de lo contrario, le escribía un nuevo correo con elevando el tono de la conversación online. “Yo por mis clientes soy diligente, y con este lo fui cuatro veces más porque sabía que iba a tener problemas. No sabía qué o cuándo, pero los tendría. Cada vez que leía la bandeja de entrada del correo con su nombre, me causaba angustia, dolor de estómago y todo. Aun así, no le di importancia o simplemente no quería verlo”, cuenta Martínez. Sin embargo, la gota que colmó el vaso fue cuando la amenazó por última vez: “Me llegó un último correo donde me dijo, 'le juro que voy a dedicar mi vida entera a destruirla, dedicaré todo mi esfuerzo para ello'... Para mí, eso fue un mensaje de muerte”.

placeholder María Amparo Martínez, abogada del turno de oficio del ICAM. (Cedida)
María Amparo Martínez, abogada del turno de oficio del ICAM. (Cedida)

Al leer este mensaje, Amparo entró en pánico y tuvo que llamar al 112. “Usted está sufriendo un ataque de ansiedad”, le dijeron. Después de no poder conciliar el sueño, la letrada se dio cuenta de todo lo que estaba pasando y optó por poner la denuncia. Esta fue la única forma de traspasar el caso a un compañero. Tiempo después, al preguntarle al abogado por el caso, se llevó la sorpresa de que a él nunca le trató de la misma forma que a ella: “Cuando le llamo y le pregunto si había tenido algún problema, me dijo que nada, que nunca le exigió algo y que le permitía hacer su trabajo. No lograron comentarme nada anormal sobre él, por lo que yo intuí que podría ser porque soy mujer. Para ellos fue un justiciable más".

Eva Papadopulos se encontraba en el salón de su casa junto a su hija cuando recibió un mensaje por WhatsApp de un número desconocido. Era un link que la redirigía a Facebook (Meta), por lo que la letrada pensó que se trataba de un virus. Tras pasar una prueba de seguridad de la URL, pensó que podría tratarse de una prueba que le estaba enviando algún cliente, sin embargo, era todo lo contrario. Se trataba de un vídeo donde aparecía una chica llorando en un semisótano, donde la estaban agarrando del cuello con la mano izquierda y con la mano derecha la golpeaban. La mujer de las imágenes estaba llorando y debajo salía: "Esto es lo que te va a pasar a ti". Papadopulos y su hija se quedaron frías y, mientras ella intentaba tranquilizar a la menor, trató de pensar que no estaba dirigido a ella. Que todo había sido una equivocación. "Intentas pasar página y no cuestionarte más, aunque sigas nerviosa", comenta.

A los tres días, recibió una serie de mensajes, del mismo número, en que le comentaban que el tiempo que habían pasado en prisión les había "jodido la mente y que ya tenían el dinero suficiente para hundirme. Con esos mensajes dije, igual sí era para mí". El miedo le llevó a actuar de forma rápida y decidió mover sus contactos para presentar la denuncia. "En ese momento recibí un audio donde me hablaban con tono irónico para darme las buenas noches, que durmiera bien y tranquila. Era con tono de El cabo del miedo", indicó Eva, a quien pocos días después se le pinchó la rueda del coche: "Demasiadas casualidades". Aunque intentaron averiguar quién fue el emisor de estos mensajes, no lograron dar con el culpable. La letrada puso a disposición del juzgado todas las diligencias para presentar y llevar su caso, pero a pesar de todos los intentos, no lograron descubrir si quien le amanazaba era un cliente o un contrario.

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Eva Papadopulos, letrada del turno de oficio del ICAM. (Cedida)

El caso de ambas abogadas pasó a manos de la Defensa de la Abogacía del ICAM, y recibieron el amparo colegial. "Siempre diré que estoy muy agradecida a la diputada que me pusieron en el caso, y animo a todos los compañeros a los que les pase algo a que acudan a este servicio. Funciona muy bien y me consta que funcionará mejor con el tiempo", indica Martínez. En esta misma línea, Papadopulos piensa que lo más importante es no obviar ni normalizar este tipo de situaciones de amenazas y agresiones, y recuerda que existe un protocolo de actuaciones situaciones de acoso amenazas y agresiones a abogados y abogadas, "por eso es importante que en el momento en que se produzca alguna de estas situaciones se pongan inmediatamente en conocimiento de Defensa de la Abogacía y así poder recibir amparo colegial", sentencia. Eva ya ha puesto fin a su caso, mientras que Amparo aún lucha por conseguir una indemnización "decente" por daños morales y por haber tenido que pasar 62 días de baja y otros seis meses tomando medicamentos antidepresivos. "Duele cuando toman casos como los nuestros de forma tan liviana. No podemos normalizar este tipo de conductas", zanja Martínez.

Situaciones amparables y procedimientos

Para intentar frenar de raíz este tipo de casos, el ICAM lanzó un decálogo de prevención para combatir e identificar estas situaciones. El Colegio ha definido 10 situaciones clave de violencia en la abogacía. En primer lugar, hace mención al acoso físico, que se refiere a cualquier contacto físico no deseado. En segundo lugar, habla del acoso online, más conocido como ciberataques, que son cualquier tipo de acoso realizado a través de medios digitales, seguido de las amenazas que son identificadas como cualquier declaración que busque infundir miedo o coaccionar a la abogada, afectando la capacidad de ejercer la profesión de manera independiente. En cuarto lugar, clasifica otros tipos de tratos intimidatorios que incluyen comportamientos que buscan desestabilizar o desacreditar a la abogada, como gritos, gestos amenazantes o la creación de un ambiente hostil.

Luego, insultos, lo que se refiere al uso de lenguaje ofensivo, despectivo o denigrante, ya sea en público o en privado, con la intención de menoscabar la autoestima de la abogada. Por otro lado, nombra otro tipo de tratos vejatorios o físicos —que son formas de menosprecio o humillación—, comentarios sarcásticos, críticas infundidas, tratos desiguales, entre otros. En séptimo, están las agresiones o violencia física, seguidas del trato desconsiderado en sala. Este último comprende un trato irrespetuoso por parte de jueces o magistrados durante las audiencias. También hace hincapié en tratos desconsiderados en los escritos judiciales, con expresiones inapropiadas, entre otros, y finalmente que se imponga algún obstáculo para el ejercicio profesional por razón de sexo: que no faciliten el acceso a materiales, dificultades para entrevistarse con clientes, demoras injustificadas, etc.

Foto: Exterior de los Juzgados de Violencia sobre la Mujer, en Madrid. (EFE/F. Villar)

Existen dos formas claras de actuar frente a un momento como este. Dejar constancia por escrito de la incidencia y enviar una comunicación a la Defensa de la Abogacía del ICAM, aportando copias de todos los documentos. Una vez presentados los papeles al Colegio, y habiendo analizado todo el caso, el departamento implicado en estos casos tramitará las solicitudes para conceder el amparo colegial a los letrados y, en este caso, a las abogadas que vivan una situación de violencia. Se trata de un mecanismo de protección al que tienen acceso los abogados del Colegio, que, en virtud de ello, abren un expediente y buscan medidas para ayudar: solicitud de medidas cautelares, desde acompañar al juzgado a defenderlos “con lo que haga falta” o, incluso, denunciar, en caso de que proceda, al Consejo General del Poder Judicial. “Es un mecanismo muy rápido y eficaz para cualquier tipo de agresión a un abogado o abogada, que si nos lo comunican, tomaremos cartas en el asunto inmediatamente”, comenta Javier Mata.

Reclamo de autoridad para el turno de oficio

Ante un auge de casos, las letradas y el diputado responsable de la Defensa de la Abogacía han manifestado que las vías para dar solución a este tipo de casos son dos, principalmente: reclamo de autoridad para los abogados del turno de oficio y educación o concientización de la ciudadanía. El problema, según indican, es que, actualmente, los abogados que prestan asistencia a los ciudadanos que solicitan ayuda jurídica gratuita para garantizar el derecho fundamental previsto en el artículo 24 de la Constitución española no pueden renunciar a un caso “bajo ningún concepto”. Esto les obliga a tomar asuntos en que se exponen a vivir situaciones como las mencionadas, por lo que exigen que se les reconozca como una autoridad. "Tendríamos que tener ese reconocimiento. A lo mejor ese es uno de los instrumentos que ayudarían a mejorar esta situación. Sobre todo, yo creo que hay que potenciar la visibilidad de estos casos también", insiste Papadopulos.

"Hay que sensibilizar a esos colectivos de que las abogadas son tan buenas o mejores que los abogados", señala Javier Mata

Por su parte, Mata se muestra de acuerdo en pedir autoridad para el turno de oficio: "Eso implica una modificación legislativa que hará que al abogado, cuando está en en una situación procesal, se le conceda la condición de autoridad, de tal manera que en cualquier tipo de estos delitos se produce un agravante del delito por la consideración de autoridad", menciona. “Yo soy una fiel luchadora de la autoridad y de que la ley cambie y que se nos introduzca a los letrados en ese artículo del Código Penal, se nos reconozca y se nos incluya a los abogados cuando estemos en el turno de oficio. Lógicamente, esa es una de las cuestiones con las que estaríamos más respaldados también y se nos protegería más", añade Martínez. Además, todos coinciden en que lo primordial viene del lado de la educación y el cambio cultural. "Hay que sensibilizar a esos colectivos de que las abogadas son tan buenas o mejores que los abogados y, por tanto, van a estar igual de bien servidos si su abogado es mujer u hombre", finaliza Mata.

"Todavía no he podido reincorporarme al turno de oficio porque no tengo esa fuerza. Me da pánico volver a enfrentarme a una situación así". María Amparo Martínez es letrada del turno de oficio de los ámbitos de penal y civil, y hace algunos años fue una de las cientos de abogadas españolas que sufrieron violencia de género al ejercer su profesión. Tras haber pasado un calvario de dos años, la profesional dio el paso de denunciar a su cliente por daños morales y violencia. Eva Papadopulos también es abogada adscrita al turno de oficio del Colegio de la Abogacía de Madrid en ámbitos de derecho penal y también ha sido víctima de una situación así: "Sentí miedo con lo que me estaba pasando eran muchas amenazas y coincidencias con los hechos. Por lo mismo el apoyo del ICAM y de Defensa de la Abogacía, en especial de Victoria Espejel y Guillermina Córcoles, fue fundamental. Estaba agotada cuando acabó todo". Así como ellas, existen diversos casos de acoso físico, virtual, agresiones o tratos vejatorios a abogados y abogadas por parte de sus clientes.

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