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Éxodo urbano en la abogacía: los letrados que ejercen desde el pueblo
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Desde Marbella hasta el Pirineo

Éxodo urbano en la abogacía: los letrados que ejercen desde el pueblo

El teletrabajo ha permitido a algunos profesionales compaginar su labor en la gran ciudad con épocas en lugares distintos de donde tiene sede el despacho

Foto: El pueblo de Sieste (Huesca) y sus alrededores. (Jorge Alarcón)
El pueblo de Sieste (Huesca) y sus alrededores. (Jorge Alarcón)

El confinamiento domiciliario del año pasado pilló a la abogada Paloma Mendo en su piso de Madrid, donde vive sola. Tras esa experiencia, y una vez se pudo viajar entre comunidades, se 'escapó' a la casa que tiene su familia en Sieste, un pequeño pueblo escondido en el Pirineo aragonés. Junto con su madre y su hermana, ingeniera de telecomunicaciones, Mendo pasó varios meses en esta pequeña localidad del Sobrarbe oscense, que tiene un total de 17 habitantes censados, según el INE. Volvió a la capital meses después para hacer acto de presencia en su despacho, Helas Consultores, y reunirse con compañeros y clientes. Desde entonces, su rutina ha sido ir de aquí para allá, aunque pasando temporadas más largas en el pueblo. Atiende al teléfono desde Madrid. "Nos volvimos porque a mi madre la vacunaban y yo tenía algunas reuniones. La semana que viene tengo mi último compromiso presencial y, aunque mis vacaciones son en agosto, lo he hablado en la oficina y me quedaré en Sieste hasta, por lo menos, septiembre", describe.

La pandemia ha revolucionado el modelo de trabajo de prácticamente todos los sectores, y el legal no ha sido ninguna excepción. La introducción forzosa del teletrabajo ha permitido a los profesionales darse cuenta de que otra forma de ejercer es posible y que la presencialidad no siempre es indispensable. Ello unido, además, a la desmitificación de las ciudades tras la cuarentena, que llevó a muchos a plantearse si realmente compensa la vida en una gran urbe. Ahora bien, desvincularse de las oficinas no siempre es sencillo. Al fin y al cabo, se trata de una profesión en que hay ciertas labores en las que la presencia física es relevante o, directamente, esencial (los juicios, por ejemplo). A pesar de ello, algunos letrados han aprovechado la oportunidad que les ha brindado el trabajo remoto y compaginan su rutina urbana con largas épocas en otros lugares distintos de donde tiene sede el bufete.

placeholder Vistas desde el pueblo de Sieste (Huesca). (Paloma Mendo)
Vistas desde el pueblo de Sieste (Huesca). (Paloma Mendo)

El lujo de irse a esquiar al terminar la jornada

Una de las principales ventajas de poder ejercer desde el entorno rural es, para Casimiro González, laboralista en el bufete Casadeley, la oferta de ocio al acabar la jornada. Este abogado pasó cerca de seis meses en Lugueros, un pueblo de León con una población de 122 personas a las faldas de los Picos de Europa. "En vez de invertir el tiempo libre en tomarte unas cañas, iba a la montaña, a hacer deporte o, algunos viernes, a esquiar a la estación de San Isidro, que está a 10 minutos en coche", recuerda. Este amplio abanico de posibilidades, inaccesibles en la gran ciudad, acaba influyendo positivamente en la productividad, ya que permite disfrutar fuera del trabajo y volver con el ánimo renovado al día siguiente.

Foto: Empresas y autónomos recurren al teletrabajo durante el estado de alarma. EFE Opinión
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Una sensación similar experimenta Mendo. Aunque en Madrid la oferta de ocio también es amplia, se trata de otro tipo de actividades que nada tienen que ver con las que le ofrece su pueblo. "Yo termino de trabajar y me pongo a arreglar el jardín, voy a pasear, o bajo a jugar a pádel a Boltaña. Y, los fines de semana, hago escapadas al Pirineo". El ritmo de vida rural, más relajado, le posibilita por un lado concentrarse mejor durante la jornada y, por el otro, desconectar al 100% al terminar, "y al día siguiente rindo mucho mejor".

Oportunidad de negocio

Una de las ventajas de abandonar la ciudad es, para Javier Fernández, socio y coordinador del Área Fiscal de Ceca Magán, las oportunidades de negocio que puedan surgir en la nueva ubicación. El letrado se incorporó al despacho poco antes de la pandemia, y ya pactó con la dirección poder trabajar todos los viernes desde Marbella, donde reside su pareja. Con la pandemia, pudo ampliar ese margen a una semana sí y otra no. El interés por la ciudad malagueña, no obstante, no se reduce a motivos personales. "Como abogado tributario, Marbella es un nicho de negocio muy atractivo", subraya. La zona aglutina potenciales clientes con un alto poder adquisitivo donde siempre es bienvenido el asesoramiento fiscal sofisticado. "También hay mucha presencia de extranjeros que pasan allí largas temporadas y que necesitan entender las implicaciones del régimen fiscal español", agrega Fernández.

Abandonar la ciudad puede generar oportunidades de negocio en la nueva ubicación

Ahora bien, ¿cómo se dirige un equipo a distancia? La respuesta no es ninguna sorpresa: "Peor que estando en el despacho", resume Fernández. No obstante, admite que los bufetes se han adaptado al entorno 'online' y coordinar a través de una pantalla resulta más sencillo ahora que antes de la pandemia. "Todos nos hemos vuelto más flexibles, si pospones una reunión no te ponen trabas, hay más comprensión", señala. Las labores logísticas son un poco más complejas, pero el socio reserva esas tareas para la semana en que acude a la oficina.

Los clientes, familiarizados con lo 'online'

Un factor que ha ayudado considerablemente a permitir teletrabajar desde la España vaciada es la familiarización de los clientes con el mundo digital. "La mayoría no te pone pegas a hacer reuniones por Zoom. Muchas veces, incluso lo prefieren a verse físicamente", confiesa Mendo. De esta forma, se supera uno de los grandes escollos de la profesión en este sentido, que siempre ha insistido en la cercanía al cliente, descartando por completo que se pudiese generar esa confianza a través de una pantalla. De los problemas que generalmente se enumeran sobre el modelo remoto, la letrada rechaza todos. "Te puedes organizar igual, lo único importante es que tengas una buena conexión a internet". De la misma opinión es González, que niega que la lejanía le haya hecho sentir aislado o poco conectado con el equipo. "El teletrabajo en el mundo rural es productivo", insiste.

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Imagen de Lugueros cedida por el abogado Casimiro Miró.

Ahora bien, no todas las áreas del derecho permiten tanto margen geográfico. En el caso de Mendo, su especialidad en consultoría de 'compliance' le permite operar desde el Pirineo oscense con más facilidad que si fuera una letrada enfocada en civil o penal. En cambio, para el laboralista, su campo del derecho fue precisamente la razón por la que tuvo que volver a la capital. "Con el retorno de la actividad jurisdiccional, los juicios volvieron a la asiduidad habitual", lamenta. Lo mismo le ocurrió a su compañero de despacho y experto en concursal Iker Bergés, que a principios de año teletrabajó desde la localidad de Malón (Zaragoza, 375 habitantes) para atender a su madre enferma de covid. "Todo lo que sea tareas de oficina se puede hacer sin problemas desde casa, pero pleitear es harina de otro costal", opina. A pesar de la obligación de celebrar vistas 'online' siempre que fuera posible, el letrado se encontró en alguna ocasión con tribunales que rechazaron de plano que se uniera telemáticamente a un proceso. "Recuerdo un juez que respondió que no celebraba juicios con pantallas, sino con personas", relata.

A pesar de ello, el letrado opina que los procesos judiciales no serían un obstáculo tan grande para huir de la ciudad si no fuera por otro hándicap mayor: la falta de infraestructuras de transporte en cualquier ciudad distinta a la capital. "Mi pueblo no está aislado, pero aun así me resultaba imposible llegar a ciertas partes de España en un tiempo razonable", lamenta. El problema, agrega, no es Malón, que se encuentra a una hora escasa de coche de Zaragoza, sino las conexiones que tiene la capital aragonesa con el resto del país, lo que hace difícil ser abogado litigante y residir en cualquier sitio que no sea Madrid o Barcelona.

El confinamiento domiciliario del año pasado pilló a la abogada Paloma Mendo en su piso de Madrid, donde vive sola. Tras esa experiencia, y una vez se pudo viajar entre comunidades, se 'escapó' a la casa que tiene su familia en Sieste, un pequeño pueblo escondido en el Pirineo aragonés. Junto con su madre y su hermana, ingeniera de telecomunicaciones, Mendo pasó varios meses en esta pequeña localidad del Sobrarbe oscense, que tiene un total de 17 habitantes censados, según el INE. Volvió a la capital meses después para hacer acto de presencia en su despacho, Helas Consultores, y reunirse con compañeros y clientes. Desde entonces, su rutina ha sido ir de aquí para allá, aunque pasando temporadas más largas en el pueblo. Atiende al teléfono desde Madrid. "Nos volvimos porque a mi madre la vacunaban y yo tenía algunas reuniones. La semana que viene tengo mi último compromiso presencial y, aunque mis vacaciones son en agosto, lo he hablado en la oficina y me quedaré en Sieste hasta, por lo menos, septiembre", describe.

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