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El otro muro de los inmigrantes: el puerto de Bilbao pone fin a los asaltos de polizones
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polizones albaneses buscan llegar a inglaterra

El otro muro de los inmigrantes: el puerto de Bilbao pone fin a los asaltos de polizones

Se ha pasado de 1.818 intercepciones al mes de media desde noviembre de 2017 a febrero de este año a menos de tres casos al día en los últimos meses tras la construcción de una pared de 4 metros

Foto: Instalaciones del puerto de Bilbao. (EFE)
Instalaciones del puerto de Bilbao. (EFE)

La noche está a punto de caer y las nubes que se habían impuesto al sol a primera hora de la tarde comienzan a descargar con ira en los alrededores del puerto de Bilbao. El tránsito de camiones, como cualquier otro día, es incesante. El olor a rueda y a gasolina se mezcla con el sabor a humedad que dejan los chaparrones vascos como inconfundible huella. El movimiento en el interior y en las inmediaciones del puerto contrasta con el silencio reinante en las laderas próximas, entre las localidades vizcaínas de Santurce y Zierbena. Donde ahora solo se refleja el verde de la hierba hace unos días se imponía el llamativo color de unas tiendas de campañas, las de emigrantes aguardando la ocasión para intentar burlar la seguridad del puerto y colarse en el ferry que les lleve a Inglaterra.

Es la fotografía de un día al azar. Igual mañana, quién sabe, el color de la imagen de la ladera cambia hasta que el campamento vuelve a ser desmontado por las autoridades. En todo caso, a grandes rasgos, la de hoy es la fotografía que se impone desde hace varios meses. Nada que ver con la estampa de finales de 2017 y principios de este año, cuando numerosos emigrantes, en su inmensa mayoría albaneses, acampaban en las inmediaciones del puerto a la espera del momento idóneo para abordar el acceso ilegal al interior del perímetro. Ahora, en el mejor de los casos, son muy pocas tiendas y, además, dispersas para evitar desalojos globales. Todo ha cambiado desde que la Autoridad Portuaria concluyera la construcción del muro de cuatro metros de altura para frenar a los polizones.

Hace un año numerosos emigrantes acampaban en las inmediaciones del puerto a la espera de colarse en el ferry: Ahora apenas hay tiendas y dispersas

Ante este gigante de hormigón, muchos han desistido de la puerta de entrada de Bilbao a Reino Unido y se han desplazado a otros puertos para tratar de tener más suerte. Los datos de intercepciones en la zona portuaria, el termómetro que mide la temperatura de este fenómeno, son contundentes. Los casos de intrusismo en las instalaciones del puerto han caído de forma drástica desde que a principios de año se levantara el muro para evitar que los polizones se cuelen en el ferry y en los buques con destino a Inglaterra. Entre noviembre de 2017 y febrero de 2018, cuando se dio una avalancha de asaltos tras el desmantelamiento de los campamentos de migrantes irregulares instalados en el entorno del puerto francés de Calais, se registraron 1.818 intercepciones de polizones al mes de media, esto es, unas 60 al día. Desde entonces, se han dado una media de 141 casos mensuales (menos de cinco al día).

Y la tendencia, además, es a la baja, porque en los pasados meses de septiembre y octubre, los últimos datos disponibles, se produjeron 81 y 88 interceptaciones en la terminal bilbaína, lo que supone menos de tres al día –en algunas ocasiones se trata de la misma persona–. Los datos no aluden al número de personas que saltan el perímetro para intentar llegar al barco, sino a los casos registrados, ya que muchos migrantes lo intentan en varias ocasiones, incluso en el mismo día.

Los responsables policiales estiman que puede haber en la actualidad entre 20 y 25 personas en el entorno del puerto tratando de acceder al recinto

“El muro ha sido decisivo para frenar este preocupante fenómeno”, asevera el subdelegado del Gobierno en Vizcaya, Vicente Reyes. En este caso, a tenor de los datos, la construcción de un muro sí está siendo eficaz para impedir los asaltos de inmigrantes. El muro y también –apostilla Reyes– la intensificación de la vigilancia a cargo de la policía del puerto y de los diferentes cuerpos de seguridad, que ha frenado las numerosas incursiones que se comenzaron a registrar en el último periodo del pasado año con “más efectivos, atención y coordinación” en torno al perímetro del puerto, que supera los diez kilómetros.

El perfil mayoritario del polizón que es detectado en las instalaciones portuarias buscando el momento de entrar ilegalmente al ferry o a alguno de los barcos a través de remolques, contenedores y camiones se corresponde con el de un joven natural de Albania menor de 30 años. También se han detectado ciudadanos sirios o afganos, pero son “contadísimos”. Tener una vida mejor en otro país, en este caso Reino Unido, es la promesa que ofrecen las redes mafiosas que trafican con personas albanesas. Estas organizaciones mafiosas están “muy bien establecidas, coordinadas, y con contactos claros en Inglaterra", como evidencia Reyes. En marzo, la Guardia Civil desarticuló una mafia que operaba en Vizcaya y Cantabria en una operación que se saldó con siete detenidos de nacionalidades iraquí, albanesa y española. Los arrestados formaban parte de una red criminal de origen iraquí con ramificaciones internacionales que cobraba entre 2.000 y 3.000 euros a emigrantes para introducirles ilegalmente en territorio británico desde los puertos de Bilbao y Santander. Asimismo, en enero fue detenida una pareja española por tratar de introducir de forma ilegal a cuatro ciudadanos albaneses en el ferry a bordo de su autocaravana.

placeholder La Guardia Civil detuvo en enero a dos personas que intentaban introducir en el ferry a cuatro albaneses.
La Guardia Civil detuvo en enero a dos personas que intentaban introducir en el ferry a cuatro albaneses.

Hubo un antes y un después con el desmantelamiento de los campamentos de migrantes irregulares en Calais. Hasta entonces, la presencia de polizones en el puerto de Bilbao como trampolín a Inglaterra era más bien escasa. En 2014 se habían contabilizado 301 casos, en 2105 se habían dado 125 y un año después se habían contabilizado 433. Pero el paso francés se blindó y Bilbao se situó en el radar de las mafias y de los jóvenes albaneses. Así, en agosto de 2017 se dio un “salto cuantitativo grande” en las intercepciones (887), que fueron aumentando progresivamente hasta el 'boom' de asaltos vivido en los dos últimos meses del año y los dos primeros de este 2018, cuando se contabilizaron 1.818 de media.

Por aquel entonces, las medidas generales de seguridad del Puerto de Bilbao se vieron "superadas" por estos migrantes, que aprovechaban los puntos más débiles del cierre petrimetral para acceder al recinto portuario, en especial a la zona de remolques, camiones y contenedores, e intentar adentrarse ilegalmente en los buques con destino a Inglaterra. Las barreras existentes, caso de verjas y vallas, no eran lo suficientemente eficaces para frenar estos asaltos, muchos de ellos organizados por mafias, y la Autoridad Portuaria optó, con el aval de los miembros del Comité Consultivo de Protección del Puerto, por construir un muro junto a la zona de embarque del ferry para, según justificó, “velar por la seguridad del recinto”.

La construcción fue denunciada por Podemos y EH Bildu, que lo calificaron de "muro de la vergüenza", comparando con la política migratoria de Trump

La construcción de esta pared de hormigón fue denunciada en el Parlamento Vasco por partidos como EH Bildu y Podemos, y también por varias ONG, que lo calificaron de “muro de la vergüenza”, comparando la actuación de la instalación bilbaína con la política migratoria de fronteras del presidente de Estados Unidos Donald Trump. Pero, como defiende Reyes, se trata de de dos realidades antagónicas, ya que la situación vivida en el Puerto de Bilbao “no tiene nada que ver con los movimientos migratorios actuales por una necesidad radical”. “No lo es”, afirma con rotundidad.

Pese a no pertenecer al espacio Schengen, los ciudadanos de Albania pueden viajar a los países de este territorio en virtud de los acuerdos firmados por la UE con algunos estados, con la excepción de Reino Unido, Irlanda y Chipre, que requieren de un visado especial para entrar en sus fronteras. Estos ciudadanos tampoco tienen estatus de refugiados. “No estamos hablando de personas que tienen una necesidad vital de huir de sus países al estar perseguidos por razones de sexo, guerra o hambruna. A estas personas sí que hay que atender de forma humanitaria, pero las que intentan acceder al puerto de Bilbao no corresponden a este perfil. Hablamos de mafias, de personas que tienen contactos claros en Inglaterra y una estrategia de llegada definida”, expone el subdelegado del Gobierno en Vizcaya. “Se aprovechan del clima que tenemos de ayudar ante las crisis humanitarias, pero no es la inmigración que necesita ayuda, es la inmigración que perjudica económicamente al país porque produce un perjuicio evidente en el puerto”, señala.

Ongi Etorri Errefuxiatuak afirma que la situación no es tan "visible" como con el 'boom' de finales de año y principios de 2018, pero "el problema sigue ahí"

No opinan lo mismo las ONG que tratan con estas personas, y que advierten del “delicado” estado “a todos los niveles” que presentan. “Están en una situación muy precaria”, confronta Merce Puig, representante de Ongi Etorri Errefuxiatuak, que pertenece a la red de acogida de Zierbena que está en contacto con estos migrantes. La situación, según admite, no es tan “visible” como con el 'boom' vivido hace un año, pero "el problema sigue estando ahí”. Hace unos días fue desmantelado el último campamento. “El hecho de que las tiendas de campaña no sean visibles no significa que no estén ahí estas personas”, refleja. Ahora, como detalla, están “más escondidos y más dispersos”, pero –remarca– “la situación sigue siendo la misma”.

El pasado año se contabilizaron 7.479 intercepciones por los 433 de 2016, lo que supone 17 veces más. En lo que va de 2018 se han registrado 4.476 intercepciones, aunque si se restan las 3.348 registradas en los dos primeros meses –2.316 en enero y 1.032 en febrero–, antes de que el muro liso de cuatro metros estuviera plenamente efectivo, se han contabilizado un total de 1.128 casos en los ocho meses siguientes, hasta el 31 de octubre. Las devoluciones de polizones detectados a su llegada a Reino Unido también han registrado, en consonancia, un notable descenso. De las 151 del pasado año se han pasado a 51 en lo que va de 2018. En 2016 se dieron 67.

Las devoluciones a Bilbao de polizones detectados a su llegada a Reino Unido registran una notable caída al pasar de 151 en 2017 a 51 en este 2018

A este respecto, los responsables policiales estiman que puede haber en la actualidad entre 20 y 25 personas en el entorno del puerto tratando de acceder al recinto portuario, cuando en el momento cúspide oscilaban entre 80 y 100 personas. Por aquel entonces, la situación llegó a ser "tan preocupante” que la compañía Brittany Ferries, que conecta por ferry tres veces a la semana Bilbao con Portsmouth, llegó a dejar entrever su marcha si la situación no se atajaba y los asaltos seguían a la orden del día. Por cada polizón que accede al barco y es descubierto a su llegada a Reino Unido, la naviera debe abonar una sanción superior a los 2.000 euros y, además, devolver a Bilbao al intruso custodiado por personal privado de seguridad, con el gasto extra que supone –puede alcanzar los 4.000 euros–. Asimismo, algunas empresas amenazaron con dejar de utilizar el puerto de Bilbao, ya que algunos polizones rompían el precinto de seguridad de los contenedores, con lo que perdían la mercancía entera al quebrarse la custodia de tránsito. Y sin olvidar la cuestión de la “seguridad” de los propios usuarios del ferry.

Foto: Protesta de Greenpeace en el puerto de Bilbao por la exportación de armas a Arabia Saudí, el 16 de febrero de 2018. (EFE)

Había una sensación generalizada de “inseguridad” que “obligó a actuar de forma rápida” para atajar un fenómeno que suponía una “gran amenaza a nivel económico” para el que es el quinto puerto de España y el “principal" de la cornisa cantábrica. “Era un problema muy serio”, evidencia Reyes, que en todo momento habla en pasado. “Ya no suponen el problema que constituían antes”, certifica.

Cerrada en la actualidad, en términos generales, la puerta de entrada ilegal a Reino Unido desde el puerto de Bilbao para estos migrantes albaneses, la presión de los polizones parece haberse trasladado a 100 kilómetros de distancia, a Santander, donde este año se han incrementado los intentos de asalto a los seis barcos semanales que Brittany Ferries pone en servicio a las localidades de Plymouth, Portsmouth y Cork. De hecho, existe una creciente preocupación ante este fenómeno en la Autoridad Portuaria, que va a seguir los pasos de Bilbao y va a instalar una valla de cuatro metros de altura para hacer frente a los crecientes intentos de acceder a sus instalaciones por parte de jóvenes albaneses en su anhelo de llegar a tierras británicas.

Santander va a seguir los pasos de Bilbao y va a instalar una valla de cuatro metros de altura para hacer frente a los polizones albaneses

Se trata, por norma general, de grupos organizados que tratan de burlar la vigilancia policial para, utilizando cuerdas o escaleras, colarse en las instalaciones portuarias y esconderse en un remolque o un contenedor que les permita acceder a los buques. Pero, como evidencia Puig, el puerto de Santander “es igual de difícil” para estas personas que el de Bilbao. La vigilancia en la terminal cántabra también se ha intensificado para tratar de blindar este espacio a la presencia de polizones. De hecho, la representante de Ongi Etorri Errefuxiatuak asegura que algunos jóvenes albaneses “van y vuelven” tras no poder asaltar un ferry para intentarlo de nuevo en las instalaciones portuarias vascas. A este respecto, denuncia que algunos de estos jóvenes son expulsados del país con “rapidez” de forma “ilegal”. Y a nivel institucional, censura que en año y medio no se ha facilitado “ni una ducha” para atender a estas personas.

En este escenario, el movimiento en torno al Puerto de Bilbao en la actualidad es muy cambiante, dadas las dificultades de acceder a las instalaciones. “La cantidad de chavales que vienen varía de semana en semana. Algunos no ven posibilidades de entrar y se van, y llegan otros. La situación cambia de una semana a otra, de un mes a otro”, detalla Puig, que no descarta que se den llegadas de migrantes más numerosas. En todo caso, volver a la fotografía de hace un año, con avalanchas de asaltos diarios, se antoja inviable. “¿Otra oleada? No, porque saben que no van a poder llegar al ferry”, zanja Reyes.

La noche está a punto de caer y las nubes que se habían impuesto al sol a primera hora de la tarde comienzan a descargar con ira en los alrededores del puerto de Bilbao. El tránsito de camiones, como cualquier otro día, es incesante. El olor a rueda y a gasolina se mezcla con el sabor a humedad que dejan los chaparrones vascos como inconfundible huella. El movimiento en el interior y en las inmediaciones del puerto contrasta con el silencio reinante en las laderas próximas, entre las localidades vizcaínas de Santurce y Zierbena. Donde ahora solo se refleja el verde de la hierba hace unos días se imponía el llamativo color de unas tiendas de campañas, las de emigrantes aguardando la ocasión para intentar burlar la seguridad del puerto y colarse en el ferry que les lleve a Inglaterra.

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