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"Apoyé al monstruo (ETA): me arrepiento de mi cobardía, silencio y falta de humanidad"
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"Apoyé al monstruo (ETA): me arrepiento de mi cobardía, silencio y falta de humanidad"

Un vecino de Andoáin pide "perdón" a la familia de Pagazaurtundua por su actitud durante "los años de la vergüenza" en un escrito remitido al buzón dedicado a la memoria del que fuera jefe de policía

Foto: Maite Pagazaurtundua deposita un escrito en el buzón durante el acto de su colocación en Andoáin en 2015. (EFE)
Maite Pagazaurtundua deposita un escrito en el buzón durante el acto de su colocación en Andoáin en 2015. (EFE)

Joseba Pagazaurtundua se sabía diana de los terroristas. “Cada día veo más cerca mi fin a manos de ETA”, llegó a escribir el jefe de la Policía Local de Andoáin, un municipio de unos 15.000 habitantes que durante los años de plomo del terrorismo era conocido como el Triángulo de las Bermudas porque los etarras desaparecían allí sin dejar rastro con la ayuda y connivencia de vecinos. Su vaticinio se cumplió el 8 de febrero de 2003, cuando un terrorista le descerrajó tres tiros en la cabeza mientras tomaba un café en la mesa de siempre del bar Daytona. Quien apretó el gatillo fue Gurutz Aguirresarobe Pagola (fue condenado a 32 años de prisión en 2011 gracias al ADN que dejó en la taza de café mientras aguardaba la llegada de su víctima), pero en el asesinato de Pagaza participaron numerosos vecinos que le colocaron en la diana de ETA informando de sus movimientos y costumbres. Las constantes amenazas recibidas por su activismo contra el terrorismo (era un comprometido miembro de la plataforma ciudadana ¡Basta Ya!) habían escrito la crónica de una muerte anunciada que fue firmada con el silencio cómplice de parte del pueblo.

Las armas de ETA ya no hablan, pero todavía sigue activa la bala del silencio social que tanta sangre ha derramado en el País Vasco durante largas décadas de terrorismo. Y contra esta ausencia de palabras se sigue rebelando la familia del que fuera jefe de la Policía Local, que hace tres años habilitó el buzón de Joseba (tanto físico como virtual) para que los vecinos depositaran un descargo de conciencia sobre su particular responsabilidad activa o pasiva en el asesinato de Pagazaurtundua o en otros crímenes de la banda terrorista. Cartas con las que mirarse en el espejo de la memoria.

Cambié mi corazón de carne por uno de piedra y así me volví insensible, ideologizado, clasificando personas, etiquetándolas. ¡Cuánto lo siento!

Joxemi (así firma la misiva) se ha puesto ante este espejo. Él es uno de esos tantos vecinos de Andoáin que durante largos años han “apoyado al monstruo”. Hoy pide perdón por su actitud a través de unas líneas cargadas de remordimiento. “Me avergüenza profundamente lo que ha sucedido en este país durante tantas décadas. Me arrepiento de mi cobardía, de mi silencio, de mi complicidad, de mi falta de empatía y de humanidad durante los años de la vergüenza. Miro hacia atrás y me recuerdo justificando crímenes, persecuciones, extorsiones… apoyando al monstruo. No sé si sabia realmente lo que hacía, ni el alcance de mis actos y palabras. Cambié mi corazón de carne por uno de piedra y así me volví insensible, ideologizado, clasificando personas, etiquetándolas. ¡Cuanto lo siento! Cómo no sentirme responsable también, aunque no empuñé ningún arma, por no estar cerca de las víctimas y sí en cambio de los que las ocasionaban. 'Barkatu' [perdonad]”, se sincera en su escrito, titulado 'Arrepentimiento'.

El precio que he tenido que pagar, sus miradas y silencios, es un precio pequeño en relación con el que gente como Joseba y su familia padeció

El paso dado de enfrentarse a su conciencia ya ha tenido consecuencias. Comprender el “dolor” de los allegados de Pagaza y sentirse “responsable” por “mi cobardía y el apoyo y cobertura ideológica que di a quienes justificaban vuestro sufrimiento” le ha hecho ser merecedor de la etiqueta de traidor por parte de quienes siguen estando del lado de los verdugos. Pero, como bien refleja, que el entorno le dé la espalda es algo secundario. “No me importa ya que me miren mal, como a un traidor a la causa. Sé lo que piensan de mí muchos que me han dejado de hablar y el precio que he tenido que pagar, sus miradas y silencios, un precio pequeño en relación con el que gente como Joseba y su familia tuvo que padecer”, expone. "Lamento profundamente lo que habéis pasado y lo que habéis vivido. También admiro vuestra valentía y coraje", remarca.

Los concejales del PSE (los socialistas han gobernado cinco de las últimas ocho legislaturas) saben muy bien del duro acoso de los radicales en este pueblo. Estanis Amutxastegi, el último alcalde socialista, sufrió varios ataques con cócteles molotov contra su vivienda o la quema de su vehículo y el de una hija mayor. A su compañero José Luis Vela también le calcinaron el coche y atacaron su casa. Los radicales les querían bajo tierra y llenaban el pueblo con carteles que les tildaban de "asesinos" o "enemigos del pueblo" para llamar a su caza. A pocos metros de donde fue asesinado Pagaza, ETA cazó en 2000 al periodista José Luis López de Lacalle. El entonces alcalde, el ‘abertzale’ José Antonio Barandiarán, quien años después fue detenido por la Guardia Civil por colaboración con ETA, se negó a condenar el asesinato y se limitó a calificar el crimen como “lamentable incidente”. La hoy regidora del municipio, Ane Carrere, de EH Bildu, nunca ha querido condenar a la banda terrorista, pero sí ha querido silenciar el buzón físico instalado por la familia en un árbol junto a la obra ‘La casa de Joseba’, levantada en su memoria por el escultor Agustín Ibarrola. Quien preside hoy el ayuntamiento decidió nada más llegar a la alcaldía en 2011, cuando ETA todavía estaba operativa, impedir la entrada al consistorio de los escoltas que protegían a los ediles del PSE y el PP.

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“Este pueblo ha estado enfermo y seguirá enfermo hasta que no entone un mea culpa colectivo e individual por parte de muchos, dejando de justificar lo injustificable, siempre cómodos repartiendo culpas y buscando excusas y orígenes a la violencia fuera de uno mismo, como si una supuesta injusticia justifique otra”, asevera en su escrito Joxemi, que invita a otros vecinos a seguir sus pasos y mirarse en el espejo de la memoria. Porque, como advierte, “no hay reconciliación posible sin un arrepentimiento sincero, sin un dolor sentido por el daño infligido. Es el único camino hacia una paz sincera y honesta, que nunca puede basarse en estrategias ni en conveniencias”.

El buzón en memoria de Pagaza, que lleva tres años activo, está recibiendo numerosos mensajes ante la llegada del 15 aniversario de su asesinato por ETA

El de Joxemi es uno de los numerosos mensajes que estos días esta recibiendo el buzón de Pagaza ante la cercanía de la fecha del 8 de febrero, cuando se cumplirá el 15 aniversario de su asesinato. Entre las últimas misivas recibidas se multiplican las palabras de ánimo a la familia, de recuerdo al que fuera el jefe de la Policía Local de Andoáin, de llamamiento a mantener activa la lucha contra la desmemoria… Y también hay letras de dolor, de lamento por la soledad vivida, incluso en su propio funeral. “Mi recuerdo para el concierto más íntimo, descorazonador y amargo, según escucho la canción ‘Adiós a las penas de abril’ de Suburbano, grupo que nos acompañó en la despedida al pirata Joseba. Y lo de acompañar es casi literal, porque entre el público contábamos como mucho 100 personas. El grupo que compuso ‘La puerta de Alcalá’, famosos compositores, no pudo con el pavor que ETA consiguió instalar aquel día en Andoáin. Solo los más valientes, o los más locos, reunimos el valor para bailar, emborracharnos y fumarnos todo lo que llevábamos y nos dieron”, escribe a modo de recuerdo Jagoba Gutiérrez bajo el clarificador título ‘Un concierto desolador’.

Consciente del final que le esperaba, Pagaza había pedido a sus íntimos y familiares que en su funeral ondearan la bandera española, la ikurriña y la enseña de los piratas, así como que sonara una de sus canciones favoritas, ‘La canción del pirata’, de Suburbano. ¿Por qué? Su letra, y que Gutiérrez recoge en su escrito a modo de homenaje final, lo dice: “Sin libertad, qué me importa la gloria, qué importa el rey, qué me importa morir, sobre la mar cantaré mi victoria, entre sus olas está el porvenir. Vivir la orgía es hoy mi esperanza, es el botín que me empuja a seguir. Si fue la mar quien dio luz a mi infancia, que sea el mar que me vea morir”.

placeholder Maite Pagazaurtundua observa un retrato de su hermano. (EFE)
Maite Pagazaurtundua observa un retrato de su hermano. (EFE)

Unos pocos allegados e íntimos volverán a reunirse en Andoáin el próximo domingo 11 de febrero ante la escultura levantada en memoria de Pagaza para conmemorar el 15 aniversario de su asesinato. Con motivo de esta fecha, la familia pretende llevar a cabo una nueva iniciativa para sacudir conciencias en un pueblo en el que “el miedo, los prejuicios y los tabúes siguen imperando”, como señala su hermana Maite Pagazaurtundua. Ya el pasado año, la familia puso en marcha una campaña en redes sociales en la que llamaba a quienes “participaron o miraron para otro lado en el acoso, vejaciones y muerte” para que reflexionaran y acudieran al buzón. Un año antes adornó las calles de Andoáin con la poesía ‘La casa de mi padre’, de Francisco Javier Irazoki, para luchar “contra el olvido” e “incitar a la reflexión” a los responsables de los atentados de ETA y a quienes les apoyaron. El poema, recogida en el libro 'Orquesta de desaparecidos' (Hiperión, 2015), fue cedido a la familia para homenajear "a todas las personas valientes y justas que lucharon contra la cobardía y la injusticia de ETA".

Maite no pierde la "esperanza" de que llegue al buzón un escrito con la firma de quien participó de uno u otro modo en el asesinato de su hermano

La eurodiputada de UPYD no pierde la “esperanza” de que “algún día” llegue al buzón un escrito con la firma de quien participó de uno u otro modo en el asesinato de su hermano. “Sería muy catártico”, señala. Sería “la disolución que necesita ETA, la de su veneno”. Pagazaurtundua pone en valor que los testimonios que durante estos tres años han dejado los ciudadanos en el buzón, tanto de forma anónima como con firma, tienen un “gran valor”, el de “la microhistoria” de cada persona. “Te vas dando cuenta de que cada persona tiene una cosa que se le ha quedado grabada y que es muy importante de cara a construir un relato que no se va a reflejar muy bien en los libros de historia. Su contenido ético es muy valioso”, enfatiza la expresidenta de la Fundación de Víctimas del Terrorismo, quien llama a avivar el recuerdo del que fuera gran activista por la libertad.

José Pérez ha decidido sumarse desde Valencia a este reconocimiento: “Estimado Joseba: nunca te conocí, en el momento de tu atentado fuiste para mí uno más en la larga lista de asesinados por ETA, me llamó la atención tu cargo y tu apellido. Ahora pienso, oyendo a tu hermana Maite, siguiendo su carrera política tan políticamente incorrecta, tan valiente, sin pelos en la lengua, que no por causalidad te eligieron como objetivo. Debiste ser muy peligroso y molesto para ellos. Por eso digo: ¡qué grande eres! Un abrazo a tu familia”, señala en la misiva.

Joseba Pagazaurtundua se sabía diana de los terroristas. “Cada día veo más cerca mi fin a manos de ETA”, llegó a escribir el jefe de la Policía Local de Andoáin, un municipio de unos 15.000 habitantes que durante los años de plomo del terrorismo era conocido como el Triángulo de las Bermudas porque los etarras desaparecían allí sin dejar rastro con la ayuda y connivencia de vecinos. Su vaticinio se cumplió el 8 de febrero de 2003, cuando un terrorista le descerrajó tres tiros en la cabeza mientras tomaba un café en la mesa de siempre del bar Daytona. Quien apretó el gatillo fue Gurutz Aguirresarobe Pagola (fue condenado a 32 años de prisión en 2011 gracias al ADN que dejó en la taza de café mientras aguardaba la llegada de su víctima), pero en el asesinato de Pagaza participaron numerosos vecinos que le colocaron en la diana de ETA informando de sus movimientos y costumbres. Las constantes amenazas recibidas por su activismo contra el terrorismo (era un comprometido miembro de la plataforma ciudadana ¡Basta Ya!) habían escrito la crónica de una muerte anunciada que fue firmada con el silencio cómplice de parte del pueblo.

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