Vigila tu espalda, hay un mago callejero en patines por Madrid: "Aprendí de niños coreanos"

Estás de fiesta en un local abarrotado. Son las dos de la madrugada en pleno centro de Madrid y le oyes acercarse sobre unos ruedines. "Perdona, ¿tienes un mechero?". Enfrente hay un joven de pelo largo y abrigo verde que monta en patines y pide fuego, pero no es capaz de encenderse el cigarro. La gente se ríe porque se lo ha colocado al revés en la boca, con el filtro mirando hacia fuera y el tabaco entre los labios. Cuando le da la vuelta, el cigarro sigue en la misma posición. Repite el movimiento una y otra vez, pero ahí continúa, ante la mirada estupefacta de los viandantes y alguna que otra sospecha. "Es un mago, nos está vacilando", piensas.

Efectivamente. El Mago Biao, nombre artístico de José Luis, deambula por las calles de la capital intentando ganarse la vida sorprendiendo a la gente. "Aprendí viendo videos de niños coreanos en Youtube", señala. Hoy día está intentando hacer de su pasión su profesión. Poco a poco, cada vez más madrileños van conociendo al chico de la magia y los patines.

¿Truco o pan?

José Luis está especializado en hipnosis, mentalismo e ilusionismo, aunque le interesa todo tipo de magia. Y dio sus primeros pasos en el mundillo durante la pandemia. "Mientras todos hacían pan, yo hacía trucos", bromea antes de dar un sorbo a su café, en una charla distendida ya a media mañana, poco antes de salir a captar espectadores por el centro de la ciudad.

Además, desde hace cosa de dos años vive a caballo entre Madrid y Valencia. Relata a El Confidencial que, nada más llegar a la capital mediterránea, se quedó sin cartera y sin tarjeta de crédito. Así que tuvo que improvisar. "Llevaba unos días practicando trucos de magia callejera y decidí probarme, a ver qué pasaba". No estaba seguro del todo, pero funcionó: "Soy como un testigo de Jehová de la magia, trabajo a puerta fría".

Fue a raíz de esta experiencia cuando empezó a plantearse la magia como un estilo de vida. Probó con nuevas técnicas, empezó a diseñar sus propios materiales y herramientas y a idear su estilo propio. Ahora, trabaja en una serie sobre su vida y los inicios en el mundo de las ilusiones.

"Buscamos productora y financiación para pagar a todos, pero el guion ya lo tenemos", avanza a este periódico. Busca algo en formato cinematográfico, y de larga duración, con toques de Vicent Finch y una estética similar a la de Malviviendo, la webserie que triunfó en 2008. No tienen fecha de estreno, ni tan siquiera una aproximada, aunque esperan poder empezar a trabajar este 2024.

No obstante, esta afición también le viene de familia. "Mi madre era bruxa", confiesa, mencionando por primera vez este término gallego, que se usa para referirse a las antiguas brujas de las leyendas. Pero su furor mágico va más allá de lo laboral. "Para mí es una terapia", resopla. Aprender a hacer nuevos trucos, comerse la cabeza hasta dar con la solución al rompecabezas o salir airoso de un espectáculo en plena calle son cosas que generan en él "una satisfacción difícil de explicar", que le ayuda a mantenerse estable y saber que "hay algo ahí que es para mí".

Por el momento, quiere seguir aprendiendo nuevas ramas de la magia mientras prepara su serie, con el que espera darse a conocer. Le gustaría especializarse más en la hipnosis y el mentalismo, sus variantes predilectas, mientras continúa practicando a pie de calle. Su día a día tiene mucho que ver con las aptitudes sociales, con saber qué grupos callejeros están más predispuestos a escucharle: "Me guío por la vibra". Al final de la conversación, llega la inevitable pregunta.

– ¿La magia existe?

Se lo piensa unos segundos.

– Para mí sí. Si soy capaz de deslumbrar a alguien y que este no sepa descifrar mis trucos, entonces lo que está ocurriendo ahí es magia pura y dura. No cabe discusión.