Esta conocida estación de Metro de Madrid está construida sobre un cementerio de monjes: estas son las historias que se cuentan sobre ella

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El Metro de Madrid se ha convertido en seña de identidad de la ciudad. En el suburbano, que aterrizó en 1919, pasan miles de personas cada día y sus paredes esconden leyendas sobre sus más de 100 años de historia. Una de ellas se sitúa en la estación Tirso de Molina, que fue construida sobre un cementerio de monjes.

Una joven ha recuperado la terrorífica leyenda que se ha ido difundiendo de generación en generación. Y es que su construcción se ubicó en el antiguo convento de la Merced, que fue derribado años antes de las obras del Metro de Madrid. De hecho, el nombre de la estación deriva de uno de sus inquilinos: el fraile y dramaturgo que firmaba sus obras bajo el pseudónimo de Tirso de Molina.

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La historia de Tirso de Molina y su leyenda

Pero cuando abrió la estación en 1921 recibía el nombre de Progreso por la plaza que se encontraba en el exterior. Fue en 1929 cuando se decidió cambiar a Tirso de Molina para homenajear al personaje histórico. Al lado del convento se ubicaba una de las iglesias más grandes de Madrid, que contaba, como era habitual en la época, un cementerio para enterrar a los monjes que residían en el edificio religioso.

Durante las obras de la Línea 1 del metro de Madrid encontraron varios cadáveres de monjes que estaban enterrados en el antiguo cementerio. Así, las instituciones, tras estudiar la posibilidad de un traslado, decidieron mantenerlos en las paredes del Metro.

A TikTok ha llegado también la leyenda que surgió tras la construcción de la estación. Según la historia popular, una joven cogió el último servicio del Metro en la estación de Tirso de Molina y se encontró en el vagón con dos hombres y una mujer que no dejaban de mirarla. En la siguiente parada se subió otro señor que le dijo que permaneciese quieta y que tampoco les hablase ni mirase. La chica se bajó con el señor en la siguiente parada y le contó que la mujer que había visto era un fantasma y los dos hombres eran humanos que la sostenían.