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Una máquina del tiempo llamada Metro: viajar al Madrid de los 60 con el suburbano
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Una máquina del tiempo llamada Metro: viajar al Madrid de los 60 con el suburbano

Desde restos arqueológicos hasta coches restaurado, con más de 100 años de historia, el Metro atesora muchos vestigios históricos que se pueden visitar

Foto: Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)
Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)

Más de cien años después de su inauguración, los tesoros del Metro de Madrid siguen siendo desconocidos para buena parte de la ciudadanía. En realidad, desde aquel 17 de octubre de 1919 en el que Alfonso XIII fue partícipe del primer viaje en estos convoyes, la maquinaria ferroviaria no ha dejado de mutar, mejorarse, junto a la infraestructura que le da soporte. Sus túneles fueron cobijo para cientos de madrileños durante los bombardeos en la Guerra Civil, y sus motores proporcionaron luz a muchos barrios que la habían perdido como consecuencia de los destrozos de la contienda. Ahora, la Comunidad de Madrid busca poner en valor todo su pasado, nuestra historia subterránea, con un pasaporte que transita todos y cada uno de los enclaves históricos y artísticos que aún se conservan en los 300 kilómetros que conforman la actual red de Metro.

Foto: Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid) Opinión

La primera parada de este curioso viaje se ubica unos metros por debajo del suelo que se pisa en la intersección de la Plaza de Chamberí con la calle Santa Engracia. La estación, del mismo nombre que la plaza, pertenece a la primera línea de Metro inaugurada en 1919. Bajar los escalones y traspasar los viejos tornos es la forma más rápida que tiene cualquier visitante de viajar a los años 50 y 60. “La estación fantasma”, como comúnmente se le conoce, dejó de prestar servicio el 22 de mayo de 1966. Y aquí la razón: “La Compañía Metropolitana quiso aumentar la longitud de los trenes a principios de los años 60, pero no fue posible alargar la estación, por eso se cerró”, dice Amaia Espina, técnico del Área de Patrimonio Histórico de Metro.

placeholder Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)
Estación fantasma de Chamberí. (Metro de Madrid)

Las visitas se acumulan, pues es el lugar histórico de la red de Metro más frecuentado por los curiosos: en el primer mes de vigor del pasaporte, aumentaron un 31% las personas que se imbuyeron en ella. Todas ellas pudieron ver el diseño, de acabados sencillos, que Antonio Palacios eligió para el lugar, aunque no todas son conscientes del lucernario que incorporó en el vestíbulo, pues no siempre es fácil mirar para arriba cuando uno se sabe tan abajo. Pegados a unos raíles ahora acristalados para evitar caídas, los paseantes se aproximan a los azulejos blanco biselado que recubren la bóveda de la estación. Al lado, otros azulejos evocan aires sevillanos y se encargan de delimitar el contorno de los carteles publicitarios que, con buen tino, la museografía del lugar conserva prácticamente tal y como fueron creados en la tercera década del siglo XX.

Un secreto en Pacífico

Cerca de la actual parada de Metro de Pacífico se ubica la Nave de Motores. Una gran sala guarda tres motores diésel y otro tipo de maquinaria, como alternadores, transformadores y herramientas, que desde su construcción en 1922 proporcionaron la energía para los trenes subterráneos. “Unión Eléctrica Madrileña hizo uso de ella durante la Guerra Civil para proporcionar energía a la capital, así que hablar de la historia de esta Nave es hablar de la historia de Madrid”, explica Espina, quien compara estas máquinas con las del Titanic. El paso del tiempo hizo que la central de mayor potencia de España quedara obsoleta. Su clausura llegó en 1972.

placeholder Prohibición de fumar. (G. M.)
Prohibición de fumar. (G. M.)

De hecho, la propia estación de Pacífico, por la que pasan miles de personas a diario, también conserva el vestíbulo con el que fue concebida en su acceso del número 2 de la calle Sánchez Barcaiztegui. Un viaje al pasado, a 1923, al año en que fue inaugurada la estación, vuelve a presentar al visitante un trabajo ejecutado, también, por Antonio Palacios. En su día fue parte de la prolongación de la Línea 1 de Atocha a Puente de Vallecas, hasta que se cerró en 1966. “Lo solemos definir como nuestra Capilla Sixtina, salvando las distancias. Son todo azulejos, un techo bajo abovedado, una capilla… Todo muy bonito”, subraya Espina. De nuevo, el hecho de que los trenes pasaran de cuatro a seis coches y los andenes se ampliaran de 60 a 90 metros, hizo que este acceso se cerrara al público hasta su reapertura como una de los museos suburbanos de Metro de Madrid.

Ver y tocar

La omnipotente estación de Chamartín, testigo de cientos de viajes sobre raíles al día, alberga la exposición permanente de trenes históricos de Metro. Un gran trabajo de restauración de seis de los coches más clásicos que funcionaron en la capital a partir de la inauguración y hasta 1965 se materializa en el recorrido propuesto. Asientos individuales de madera y metal, otros más modernos con respaldo almohadillado; viejas lámparas que caían del techo; y empuñadoras para dar la alarma son algunos de los vestigios que se pueden observar. Aquí “No se debe escupir”, reza una advertencia en lo alto de una ventana de un vagón. Además, el paseo por este lugar es aún más envolvente al poder disfrutar de casi una centena de elementos pasados del suburbano.

placeholder Interior de uno de los coches restaurados en Chamartín. (G. M.)
Interior de uno de los coches restaurados en Chamartín. (G. M.)

Si el Metro ha cumplido ya su primer centenario, las excavaciones para su construcción y ampliación devuelven a siglos pasados. Así sucede en la estación de Ópera con la fuente de Los Caños del Peral. A diez metros bajo la plaza de Isabel II, esta parada de Metro acoge la recreación histórica de la fuente que recogía el agua del manantial junto al arroyo del Arenal durante la segunda mitad del siglo XVI, pero también el Acueducto de Amaniel, que llegó a surtir de agua el Palacio Real desde el siglo XVII hasta casi el XX. La propuesta museográfica también permite conocer la denominada “Alcantarilla del Arenal”, gracias a la cual el vecindario más próximo podía evacuar sus aguas sucias. “Es el viaje del agua de la época mozárabe, al fin y al cabo, y podemos verlo en la cañerías del Madrid Antiguo”, relata Espina.

placeholder Los tres motores en la Nave, cerca de Pacífico. (G. M.)
Los tres motores en la Nave, cerca de Pacífico. (G. M.)

El yacimiento paleontológico de Carpetana, ubicado en la estación homónima, retrocede mucho más en la historia. Otra vez, fueron las obras de remodelación del enclave las que dieron pie a descubrir los restos paleontológicos expuestos. Los hallazgos, datados en el Mioceno, han posibilitado su reconstrucción en dos yacimientos verticales. Mucho más actual es el Museo de la Estación de Gran Vía, abierto al público desde el verano de 2021. El muestrario cuenta con diferentes utensilios y objetos encontrados durante el último acondicionamiento que ha sufrido el enclave.

Gran Vía y Tirso de Molina

En la planta -2 de la estación, los participantes en la iniciativa del pasaporte de Metro de Madrid podrán observar los restos encontrados durante la remodelación y que hicieron que la misma se alargara casi tres años. “Aquí hay botellas de vidrio del siglo pasado, llaves, monedas, incluso un escudo en el que el oso y el madroño están colocados al revés; y también recuperamos el templete que Antonio Palacios diseñó para la estación en 1920”, agrega Espina. Muy cerca de esta estación se encuentra la de Tirso de Molina, cuyo vestíbulo también forma parte de los vestigios históricos de la Red de Metro de Madrid.

placeholder El histórico vestíbulo de Pacífico. (G. M.)
El histórico vestíbulo de Pacífico. (G. M.)

En total, ocho enclaves a los que, cómo no, rápidamente se puede llegar en Metro. La Estación de Chamberí, la Nave de Motores y la Exposición de trenes históricos de Chamartín son los lugares en los que los interesados pueden hacerse con el pasaporte y en los que les sellarán su visado. “Para el resto de espacios deberá hacerse un autorretrato con el móvil donde se vea claramente que lo han visitado”, dijo Carlos Díaz-Pache, viceconsejero de Transportes e Infraestructuras de la Comunidad de Madrid. Algunas de estas visitas, aunque gratuitas, necesitan de reserva previa.

“Hay muy pocos espacios en Madrid capital que te permitan conocer cómo era la ciudad hace 100 años, y Metro es uno de ellos”, enfatiza Espina. Ella misma data en un 67% el incremento de las visitas a estos lugares desde la puesta en marcha de la iniciativa. La que más ha crecido, dice, es la Nave de Motores, un 200%, seguida de la Exposición de trenes históricos, un 97%, y Caños del Peral, en Ópera, con un 87%. Así, todas las personas que hayan disfrutado de forma completa de esta nueva oferta cultural podrán acercarse a las tiendas de Metro de Sol y Plaza de Castilla para obtener una recompensa.

Más de cien años después de su inauguración, los tesoros del Metro de Madrid siguen siendo desconocidos para buena parte de la ciudadanía. En realidad, desde aquel 17 de octubre de 1919 en el que Alfonso XIII fue partícipe del primer viaje en estos convoyes, la maquinaria ferroviaria no ha dejado de mutar, mejorarse, junto a la infraestructura que le da soporte. Sus túneles fueron cobijo para cientos de madrileños durante los bombardeos en la Guerra Civil, y sus motores proporcionaron luz a muchos barrios que la habían perdido como consecuencia de los destrozos de la contienda. Ahora, la Comunidad de Madrid busca poner en valor todo su pasado, nuestra historia subterránea, con un pasaporte que transita todos y cada uno de los enclaves históricos y artísticos que aún se conservan en los 300 kilómetros que conforman la actual red de Metro.

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