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Pinceladas de arte contra los problemas de la salud mental
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Pinceladas de arte contra los problemas de la salud mental

La Asociación La Barandilla ofrece una clase gratuita con el pintor Juan Cortés para personas en riesgo de suicidio. En España se quitan la vida 11 personas al día, según el INE

Foto: Una clase de pintura. (Cedida)
Una clase de pintura. (Cedida)

Plasmar la felicidad en un cuadro no es fácil, pero hay quien nace con talento natural. Es el caso de Juan Cortés, que a sus 13 años dedica su tiempo libre a pintar cuadros en óleo. Además, cuando puede, viaja a fundaciones y asociaciones por toda España para ayudar a las personas a curarse a punta de pinceladas de pintura. A eso fue este viernes a la Asociación La Barandilla, en el madrileño barrio de Bellas Vistas.

Durante toda la mañana, armado solo con pintura de colores, dos lienzos en blanco y pinceles, Cortés ha logrado qué más de una docena de pacientes de hospitales y asociaciones con problemas de salud mental, muchos en riesgo de suicidio, pasaran un rato agradable entre amigos mientras plasmaban con colores símbolos importantes para ellos. "Pinto los cuadros para ayudar a personas que necesitan felicidad en su vida. Lo hago encantado", comenta el joven artista.

Foto: Foto: istock

En España se suicidan 11 personas al día. En el año 2022, 4.097 personas se quitaron la vida, un número que supone un 2,3% más que las defunciones registradas por la misma causa en 2021, según datos publicados este martes por el Instituto Nacional de Estadística. Cortés empezó a pintar desde que tenía seis años gracias a su padre. Desde entonces, nunca ha soltado la brocha. Al día, dedica dos o tres horas a la pintura, aunque tiene muy claro que lo más importante es el estudio. Cursa segundo de la ESO en Badalona, Cataluña, y cuando acabe el Bachillerato quiere hacer una carrera en Bellas Artes.

No me imagino un día sin pintar”, asegura Cortés. Sus cuadros se venden hasta por 20.000 euros en la galería Art Nou Milleni Gallery, en Barcelona. Ha expuesto en ferias internacionales de arte en España, Italia y Mónaco, y hace poco cumplió un sueño y viajó a Nueva York a pintar un cuadro con el pintor Domingo Zapata, al que considera un gran maestro. Los pintores favoritos de Cortés son Pablo Picasso y Joan Miró.

placeholder La Asociación La Barandilla, en el barrio de Bellas Vistas. (Cedida)
La Asociación La Barandilla, en el barrio de Bellas Vistas. (Cedida)

Pero nada de esto importa demasiado a los asistentes de la clase de hoy. Ellos solo ven a un niño lleno de talento y feliz al que no dudan en aplaudir cada vez que dice algo que los inspira. Las personas asistentes con trastornos mentales graves buscaron durante toda la mañana hablar con Cortés sobre su ilusión por pintar desde que era un niño. Mientras, el arte se fue apoderando poco a poco del espacio.

Como lo más difícil es enfrentarse a la hoja en blanco, Cortés suele ser el que da la pincelada inicial. Pinta una casa, un corazón y una escalera sobre el lienzo virgen. Explica que la casa es el lugar seguro, el corazón es el amor y la escalera son los altibajos de la vida. Una vez terminada la explicación inicial, invita al grupo a coger un pincel: “Cada uno tiene que elegir el color que quiera y pintar algo bonito”. Al comienzo, la timidez se apodera del recinto y casi nadie se atreve a dibujar. Al fin y al cabo, adolescente o no, Cortés no deja de ser un pintor que sabe lo que es vender sus cuadros, con lo que tomar el pincel delante de él intimida.

Foto: Vecinos recuerdan a joven arrollada en Alfafar, Valencia. (EFE/Ana Escobar)
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Maí rompe el hielo y pinta un corazón amarillo. Después, su compañero Francisco, de 53 años, pinta el símbolo verde del teléfono para la atención y prevención del suicidio que tiene la Asociación. Al verlo, los asistentes lo reconocen y aplauden. Ese símbolo les ha salvado la vida más de una vez. Rápidamente, todos se levantan y van llenando todo el lienzo. Al final, las manos de unos contra los otros casi chocan entre sí. Una combinación de estilos y colores dio vida a dos cuadros que titularon Escalera hacía la alegría.

Ya con las manos manchadas de color, algunos quisieron explicar lo que habían pintado y otros prefirieron hacerle preguntas a Cortés. “¿Ser gitano en el mundo del arte es algo positivo?”. El adolescente no duda en responder: “Me siento orgulloso de ser gitano, no creo que me perjudique”. Cortés confiesa finalmente que su sueño es que en cada casa haya al menos un cuadro pintado por él. “No es por el dinero, es que quiero que la gente sienta felicidad, y eso es lo que siente mucha gente cuando ve mis cuadros”.

placeholder Plasmar la felicidad en un cuadro. (Cedida)
Plasmar la felicidad en un cuadro. (Cedida)

Sentir felicidad no es fácil cuando se padece una enfermedad que tiene que ver con la salud mental. Juanjo, de 50 años, asegura que llegó a la asociación porque tenía una condición médica que le impedía tener una vida normal, pero el formar parte de proyectos como la emisora que tienen en el barrio lo ha llenado de optimismo. “Estamos luchando contra el estigma desde la cabina”, asegura.

Lo mismo le ocurre a García, de 53 años. Llegó a la Barandilla en el 2016 y desde entonces se siente acompañado. “Formo parte del grupo de teatro, canto en el coro y hago entrevistas en la emisora”, explica orgulloso mientras afirma con rotundidad que la salud mental es la base de todo. Cortés vuelve a casa con la sensación del deber cumplido. El arte se ha enfrentado a los problemas. Hoy, sus alumnos le han ganado una batalla a sus fantasmas.

Plasmar la felicidad en un cuadro no es fácil, pero hay quien nace con talento natural. Es el caso de Juan Cortés, que a sus 13 años dedica su tiempo libre a pintar cuadros en óleo. Además, cuando puede, viaja a fundaciones y asociaciones por toda España para ayudar a las personas a curarse a punta de pinceladas de pintura. A eso fue este viernes a la Asociación La Barandilla, en el madrileño barrio de Bellas Vistas.

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