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Suicidios de adolescentes extranjeros: el drama que sobrevuela el suceso de Oviedo
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LOS MÁS FRÁGILES ENTRE LOS FRÁGILES

Suicidios de adolescentes extranjeros: el drama que sobrevuela el suceso de Oviedo

La muerte de dos hermanas de origen ruso en Oviedo, aún bajo investigación, podría ser el último capítulo de una preocupante tendencia que se ha acelerado desde la pandemia

Foto: Vecinos recuerdan a joven arrollada en Alfafar, Valencia. (EFE/Ana Escobar)
Vecinos recuerdan a joven arrollada en Alfafar, Valencia. (EFE/Ana Escobar)

Cuatrocientos metros separan el Colegio Público La Ería del número 47 de la calle Facetos, en Oviedo, donde ayer se desató la tragedia. Son seis minutos de caminata por un barrio tranquilo, conocido en el resto de la ciudad por albergar el Carlos Tartiere, fortín del Real Oviedo, que los padres permiten hacer a sus hijos sin compañía.

Salvo el escaso tráfico, no hay peligro alguno.

En el cuarto piso vive una familia desde hace varios años. Los vecinos los definen como unas personas "perfectamente integradas en el barrio, que nunca han dado motivo para fijarse en ellos". Lo único que les llamó la atención fue su procedencia: eran rusos en una zona, el distrito cinco de Oviedo, que tiene una de las tasas de inmigración más bajas de la ciudad.

placeholder Operarios de una funeraria trasladan el cadáver de una de las dos niñas. (EFE/Eloy Alonso)
Operarios de una funeraria trasladan el cadáver de una de las dos niñas. (EFE/Eloy Alonso)

Desde las ventanas, a primera hora, los vecinos veían a los niños de la familia camino del colegio. Eran tres: uno pequeño, de 10 años, que estudia cuarto de Primaria en el colegio público, y sus dos hermanas, mellizas, que estaban estudiando sexto en el mismo centro.

Ayer el pequeño llegó al colegio a su hora: sus hermanas no. Un vecino que transitaba por la calle Alejandro Casona, que da a la trasera del edificio familiar, se encontró con sus cuerpos sin vida sobre el asfalto. Se trata de un pasaje peatonal entre edificios que sirve como acceso a los portales.

Foto: Dos 'mossos' en una imagen de archivo. (EFE)

En cuanto dio la voz de alarma, apareció el padre de las menores. Narran los vecinos que sus gritos de desesperación atrajeron la atención de todo el mundo. "Tengo 41 años y he vivido algún accidente de la mina", explicó uno de los vecinos a este periódico. "Esta mañana he vuelto a vivir eso, con los gritos y la policía despertándote".

Tras una breve investigación, los agentes de policía repararon en que el sexto piso del portal tenía la ventana abierta. Al subir, descubrieron que en una esquina del rellano, estaban las mochilas de las mellizas. Intactas, listas para un día de colegio.

Las menores cayeron por el patio interior y fallecieron a causa del impacto.

La opción del accidente resulta muy poco verosímil porque las menores no tenían motivo aparente para intentar saltar desde la ventana

La policía ha descartado desde el primer momento que se trate de un homicidio o de que haya involucradas terceras personas en el incidente. No consta que la familia tuviera enemigos en la ciudad; mucho menos las menores, que unos días antes habían celebrado su duodécimo cumpleaños en el barrio. De este modo, los investigadores basculan entre el accidente y el suicidio. La primera opción resulta poco verosímil, en tanto que las menores no tenían motivo aparente para intentar saltar a algún sitio desde la ventana del sexto y, en cualquier caso, extraña que se haya producido un accidente doble.

La tesis del suicidio es la que más peso ha cobrado, sobre todo después de un precedente muy parecido que tuvo lugar hace solo tres meses en Sallent de Llobregat, Barcelona. Los motivos parecen diferentes: mientras las hermanas residentes en Cataluña y de nacionalidad argentina eran víctimas de acoso en el colegio, los padres de los compañeros de las mellizas ovetenses indican a este periódico que no les consta que estuvieran, en absoluto, sufriendo violencia de ningún tipo por parte de sus compañeros. "Eran unas niñas encantadoras, mi hijo siempre decía que le gustaría dibujar como ellas", dijo otro de los padres a La Nueva España.

Una tendencia preocupante

El caso de estas hermanas no es anecdótico, sino que refuerza una preocupante tendencia que está tomando fuerza desde la pandemia: el grupo de edad donde más están creciendo las muertes por suicidio —y consecuentemente, los intentos— es en adolescentes. Y muy particularmente, en adolescentes extranjeros.

"Cuando antes solíamos ver un caso al mes, ahora llegamos a ver hasta dos o tres algunas semanas", explica una médico de urgencias en uno de los hospitales madrileños más especializados en Pediatría. "Hay bastantes más intentos autolíticos en menores, en su mayoría españoles, aunque también han crecido en extranjeros, casi todos latinoamericanos".

"Cuando antes solíamos ver un caso al mes, ahora llegamos a ver hasta dos o tres algunas semanas", explica una médico de urgencias madrileña

Aunque siguen siendo una parte pequeña del total de muertes por suicidio, la presencia de adolescentes en esta fúnebre estadística se ha intensificado. La Fundación Anar, especializada en atender a jóvenes con ideación suicida, explicaba recientemente que entre 2012 y 2022 atendieron a 9.637 menores de edad. "El 63,8% de estos casos atendidos se ha concentrado en los últimos tres años, coincidiendo con la pandemia por coronavirus".

Los datos que recoge el Instituto Nacional de Estadística apuntan en el mismo sentido. En 2021, último año recogido, se batió el récord de muertes por suicidio en tres categorías: españoles menores de 15 años, extranjeros menores de 15 años y extranjeros de 15 a 29 años.

Las familias migrantes, aunque son la menor parte en términos absolutos, están sufriendo esta lacra mucho más que las nacionales. Entre 2013 y 2021, correspondió a extranjeros un 14% de los suicidios en menores de 15 años y un 22% entre 15 y 29 años. Proporcionalmente, los ciudadanos extranjeros en esas franjas de edad son el 11% y el 15% respectivamente. Es decir, tienen más posibilidades que un adolescente nacido de padres españoles de ser víctima de suicidio.

Es siempre aventurado establecer conjeturas en un asunto cuya naturaleza es multifactorial. Aunque el caso de las gemelas de Oviedo está siendo aún investigado, en otros casos recientes, sin embargo, se ha apuntado a situaciones de bullying como agravantes, cuando no desencadenantes de la tragedia.

Ese, al menos, fue el caso de las gemelas argentinas del Instituto Público Llobregat de Sallent, que el pasado 21 de febrero se lanzaron al vacío desde un tercer piso. Por fortuna, una de ellas sobrevivió. El caso destapó un rastro de acoso escolar en el que las hermanas eran insultadas sistemáticamente tanto por su origen latino como por su condición LGTB, ya que una de ellas estaba en un proceso de transición sexual. El director de la escuela se vio obligado a dimitir al no haber hecho lo suficiente y la Generalitat anunció que a partir del próximo curso las escuelas contarán con un "especialista en convivencia" para evitar este tipo de situaciones.

El fantasma del bullying

Un día antes de aquello, en Coslada (Madrid) los compañeros de Jesús Alejandro, un venezolano de 18 años, en el colegio Antonio Gaudí quedaron conmocionados con la noticia de que el joven se había lanzado a la vía del tren en la estación de Torrejón de Ardoz. Los profesores se preguntaban por qué no pudieron prevenir el trágico suceso. Su familia había llegado desde el país caribeño buscando una vida mejor en España. En todos los sentidos.

Más allá de la situación que vive Venezuela, Jesús Alejandro arrastraba también un historial de acoso escolar según revela su madre, Alejandrina, que trabaja como rider repartiendo comida en bicicleta por Madrid. "Pasaron cosas muy feas", indica la madre, que hasta el fatal suceso pensaba que se había adaptado bien a la escuela en España y había superado los fantasmas del pasado. "Sus compañeros decían que solo eran bromas, pero hicieron mucho daño".

placeholder Velas, flores y pancartas en el domicilio de la menor de 12 años que el pasado martes se suicidó en su casa en Sallent. (EFE/Siu Wu)
Velas, flores y pancartas en el domicilio de la menor de 12 años que el pasado martes se suicidó en su casa en Sallent. (EFE/Siu Wu)

Aquellos episodios hicieron que la familia brindara a su hijo apoyo psicológico tras varios intentos autolíticos. En España había dejado la medicación y, según su familia, se le veía recuperado y tranquilo. En casa les ayudaba a cuidar a su hermano menor, de dos años. Sus compañeros de clase en Madrid lo recuerdan como el único que intervenía y respondía las preguntas de sus profesores. Sin embargo, el fantasma regresó cuando menos lo esperaban.

Cuando sucedió, la comunidad venezolana en España se movilizó una vez más para ofrecer a Alejandrina apoyo económico y psicológico. Las colectas para pagar el funeral de un inmigrante se han vuelto, dicen, cada vez más habituales.

Cuatrocientos metros separan el Colegio Público La Ería del número 47 de la calle Facetos, en Oviedo, donde ayer se desató la tragedia. Son seis minutos de caminata por un barrio tranquilo, conocido en el resto de la ciudad por albergar el Carlos Tartiere, fortín del Real Oviedo, que los padres permiten hacer a sus hijos sin compañía.

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