En busca del asesino de felinos de La Navata, ¿quién ha matado al pequeño Pitxín?

“Queremos encontrar al culpable”, sentencia Vanesa McDermott en un bar próximo a la estación de Renfe de La Navata-Galapagar. En esta localidad se ha cometido un crimen y el asesino anda suelto. Han pasado casi dos meses y nadie sabe quién ha matado a Pitxín. Ni por qué.

Esta es la historia de un gaticidio en un pueblo del noroeste de Madrid.

La Navata es una zona residencial perteneciente al municipio de Galapagar, a escasos 40 kilómetros de la capital. Un lugar tranquilo, poco conflictivo y amigable. Al andar se escuchan las aguas del río Guadarrama y algún que otro pájaro piar. Los vecinos pasean por el entorno, próximo a la naturaleza, entre gatos callejeros que buscan cobijo por la noche en los refugios de madera dispuestos por el matrimonio formado por Vanesa y Marcos. Ambos iniciaron en 2012 un proyecto animalista para alimentar y proteger a los felinos sin hogar. Este tipo de asociaciones se definen como "colonias formadas por grupos de gatos asociados a un territorio con diferentes grados de socialización, que viven en libertad y que dependen principalmente de los recursos que, voluntaria o involuntariamente, les ofrecen los seres humanos para su supervivencia", según el manual de gestión de colonias felinas de la Dirección General de Derechos de los Animales.

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Hace casi dos meses, el equilibrio y bienestar de este entorno de ensueño se truncó. En La Navata se cometió un crimen a sangre fría. “No fue un accidente”, asegura McDermott consternada, quien ya ha interpuesto una denuncia ante la Guardia Civil. Además, difundieron el suceso por redes sociales. “Nos ha hablado hasta gente de Argentina solidarizándose con nosotros”, aseguran. Alguien asesinó a Pitxín con un golpe mortal en la cabeza. El gato, de cuatro años de edad, transitaba los jardines de la urbanización de la Navata con frecuencia. El culpable actuó a plena luz del día, pero sorprendentemente no hay testigos. “Al menos que se sepa. La gente está siempre mirando por la ventana, pero justo ese día, nadie vio nada”, continúa.

Reconstrucción de los hechos: sospechas y reproches

Las hipótesis en torno al crimen son difusas. “No puedo señalar directamente”, explica Vanesa. El asesinato, cometido con un golpe en la cabeza, se llevó a cabo en torno a las cinco de la tarde del día 1 de enero. María (nombre ficticio), una vecina de la urbanización, salía en ese momento del garaje con su pareja para ir a comprar tabaco. Algo en mitad de la carretera le impidió continuar el paso: era el cuerpo de Pitxín tendido en el suelo, bañado en sangre. “Fue horroroso”, sentencia. “Todo el mundo le quería. Siempre se acercaba a los vecinos, a mí siempre me acompañaba a la para del autobús. Todavía me cuesta recordarlo”.

Lo primero que hizo fue llamar a Vanesa por teléfono. A esa hora, los niños jugaban en la calle de la urbanización con la pelota, pero ninguno pudo ver cómo se había cometido el crimen. Por entonces, Pitxín seguía respirando. María le trasladó al hospital veterinario de Collado Villalba de urgencia acunado en su abrigo. La idea de que fuese un atropello fue descartada por completo. La clínica veterinaria confirmó que había sido intencionado: el cuerpo solo presentaba fuertes daños en el cráneo, donde se le asestó el golpe. “Muchos han muerto por la velocidad de los coches, pero esto es distinto”, explican desde la colonia felina. A María la llamaron de madrugada para comunicarle que no podían hacer nada por salvar al gato.

Drama en la urbanización

¿Ha sido un vecino? Lo cierto es que la convivencia en la urbanización de la Navata es buena. En este recinto abierto donde los gatos campan a sus anchas residen más de 300 personas. Gran parte de ellos están a favor de la presencia de los felinos. De hecho, para poner el proyecto en marcha, Vanesa y su marido tuvieron que pedir permiso al ayuntamiento y consultar con los residentes del entorno. Casi todos estuvieron a favor, excepto “cuatro o cinco que hacen mucho ruido”. Han tenido un par de encontronazos con estos residentes indignados. Cuando se produjo el asesinato de Pitxín, dejaron un escrito en los buzones:

“Encontramos extremadamente preocupante que haya personas tan violentas viviendo entre nosotros, la acción realizada es un acto de psicopatía clara. Desgraciadamente, unos cuantos niños pequeños vieron una escena terrible que nunca deberían haber presenciado, un gato agonizando con la cabeza reventada bañada en sangre.

También nos resulta inquietante que cierto sector del vecindario, aunque poco numeroso, muy dañino, se dedique a difamar nuestra labor de manera constante, lo que desde luego incita la violencia en aquel que la lleva dentro.”

Estas palabras no sentaron nada bien a quienes reniegan de los gatos. “Sentían que las estábamos acusando”, explica Vanesa. Quienes conocen a estas personas las describen como aparentemente muy agradables, aunque no son de fiar. La realidad es que la incógnita respecto al crimen sigue abierta. De conocerse quien ha sido el culpable, “será automáticamente denunciado”, señala Vanesa. Hace unos meses también sufrieron destrozos en los refugios y otra gata (Inca), sufrió un golpe en la cabeza.

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Abandono y maltrato animal

Este ejemplo de la colonia de la Navata no es un caso aislado. Los últimos datos aportados por Seprona revelan que recientemente tuvieron que intervenir en Cerceda por dos supuestos casos de envenenamiento, pero todavía están pendientes de la necropsia. Hace justo un año, en Madrid, la Policía Local elevó a la Fiscalía de Medio Ambiente las denuncias por intentos de envenenamiento a perros. Hasta 22 investigaciones relacionadas con maltrato de animales domésticos permanecían abiertas al cierre de 2021, según datos de la Fiscalía Provincial de Madrid. La memoria de ese año, la última disponible, recoge también que en seis se presentó una denuncia o querella y que otras seis fueron archivadas. Además, nueve personas fueron condenadas por malos tratos a animales domésticos, un 80% más que el año anterior.

El vandalismo y el maltrato animal están penados en España. El artículo 263 del Código Penal condena de uno a tres meses de cárcel las acciones vandálicas, mientras que las penas del maltrato animal podrías ascender al año de prisión (art.337). "Personalmente, pensamos que las penas deberían ser mucho más rigurosas para que la gente se piense dos veces el maltratar o asesinar a un animal. Penas de cárcel reales, para que no se salde pagando una simple multa económica", señalan McDermott y su pareja.

Vanesa tiene pendiente estudiarse bien el nuevo texto de la ley de Bienestar Animal. No solo le preocupan los actos como los de Pitxín, sino también el abandono de los domésticos. "Nuestra colonia está muy controlada, pero alguna vez alguien ha dejado un gato en perfecto estado que se nota que estaba en casa". Esta ley pretende precisamente perseguir el abandono de animales. De hecho, y según publicó el National Geographic, España es el país europeo donde más se ejecuta esta práctica: se abandonan hasta 700 animales al día. Además, y cómo explica este artículo de El Confidencial, los centros de acogida aseguran que los principales motivos de abandono son "son las camadas no deseadas, muy especialmente en el caso de los gatos y el fin de la temporada de caza en el caso de los perros". Esta última cuestión está también en el punto de mira: los perros de caza no están incluidos en la norma, aunque la Comunidad Valenciana se desmarcó recientemente de Sánchez y los equipara a los animales de compañía.

Por otro lado, cabe destacar que todos los felinos de esta colonia están esterilizados. Algo que será obligatorio para todos los gatos con la nueva ley de Bienestar Animal. De hecho, se introduce un nuevo concepto de 'gato comunitario' que hasta ahora no existía. Los responsables de las colonias felinas deberán poner un microchip a todos sus miembros y se prohibirá su desalojo a no ser que supongan un peligro para los humanos. El Congreso ya ha dado luz verde a la norma.