"Esto es por dejadez política": el nuevo pulmón verde de Madrid es de color marrón

El parque de La Gavia, en Vallecas, estaba llamado a ser uno de los pulmones verdes de Madrid. Un nuevo Retiro o Casa de Campo, pero los vecinos describen un secarral. En el vecindario aún recuerdan las amables imágenes del alcalde, José Luis Martínez-Almeida, saltando unas piedras para cruzar un pequeño lago. Fue el día de la inauguración, en noviembre de 2021, pero un año después denuncian “dejadez política”. Las zonas recreativas infantiles están perimetradas, todavía hay restos de la obra en la valla del parque y, en las 36 hectáreas, escasean los espacios ajardinados.

Eso es lo que dice Rosa María Pérez, presidenta de la Asociación Vecinal PAU Vallecas, quien cuenta la historia de un proyecto que en su momento parecía espectacular. “La primera idea fue de Gallardón, que encargó el proyecto al diseñador japonés Toyo Ito. Quería poner el agua como elemento central, pero luego se vio que no era viable”, relata la vecina.

Así llegó el primer varapalo. Según Pérez, querían que los árboles utilizaran agua regenerada para irla depurando por gravedad, “un sistema algo loco”, describe. El Consistorio puso en marcha uno de ellos y confirmaron las sospechas de su nulo funcionamiento: la evaporación era muy alta y el agua regenerada no puede estar en contacto con la gente, por lo que el parque tendría que estar vallado casi al completo.

Con el tiempo se llevó a cabo una pequeña intervención en la zona, y así quedó durante años. “De vez en cuando se incendiaba, y eso también lo sufrimos”, remarca la presidenta de la asociación vecinal. Y llegó Manuela Carmena a la alcaldía junto a su equipo de Gobierno. “Inés Sabanés se preocupó bastante porque el parque saliera adelante, así que impulsaron un proyecto participativo”, precisa Pérez, desde cuya Asociación preguntaron al vecindario cómo querían que fuera el futuro que ellos mismos disfrutarían.

Las propuestas vecinales

Hubo opiniones de todos los colores, y edades. Participaron niños, jóvenes y adultos. Con todo preparado, el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Madrid hizo el proyecto de ejecución. La primera fase que se llevó a cabo fue el vallado perimetral de la zona. Según la web del Consistorio, en aquel momento también se realizó “la reposición de plantaciones y elementos deteriorados por el vandalismo, la instalación de red de riego telegestionada, la acometida de agua regenerada y mejoras en pavimentación y drenaje”. En la segunda fase se efectuaron las propuestas del vecindario. “Lo presupuestado eran unos 25 millones de euros, pero cuando salió el proyecto a concurso hubo una bajada bastante temeraria de todos los licitadores y lo rebajaron unos 10 millones”, añade Pérez.

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Para ser exactos, la licitación de la obra se hizo por 25.836.226,07 euros, y se adjudicó por 17.071.020,01. “Y si un proyecto de 25 lo dejas en 17, de algún sitio tendrán que recortar”, lamenta la presidenta vecinal. Sin embargo, el Ayuntamiento alega que se trata de un “precio de licitación y en un proceso de concurrencia pública las empresas presentan sus ofertas en base a los cálculos que ellos hagan y las condiciones del pliego”. “El concurso se resuelve con la empresa que presenta la mejor oferta técnica y económica”, continúan.

El Consistorio defiende que la rebaja no ha supuesto ninguna merma: “La empresa lo ha hecho por un precio más barato de lo que tenía previsto el Ayuntamiento. Esto sucede de manera normal con cualquier obra pública”.

Un parque inaugurado sin terminar

Más allá de esa diferencia económica, la realidad actual del parque preocupa al vecindario. “Esto estaba planteado para que fuera como un Retiro, o la Casa de Campo, grandes parques de Madrid que ofrezcan aire limpio a la ciudad y un lugar para el esparcimiento”, relata Pérez. La realidad, bajo su punto de vista, es bien distinta: “No está teniendo un mantenimiento adecuado ni se ha terminado el ajardinamiento de los taludes. Está todo muy disgregado. Un poco de lavanda por aquí, otro poco de romero por allá… Todavía se ve la malla de geotextil cerca de la valla, que no está bien cubierta, y la malla de ferralla que pusieron para delimitar las zonas de las obras todavía no se ha quitado de muchos sitios”.

A todo ello se suma que varias zonas de recreo infantiles se encuentran acordonadas. “No sabemos por qué, si están rotos o algo, pero no se pueden utilizar”. Desde el Ayuntamiento de Madrid comunican que esas zonas se encuentran balizadas “porque se están revisando para asegurar su correcto mantenimiento”, apenas un año después de su instalación. Respecto a la falta vegetación del parque de La Gavia, la Administración liderada por Almeida responde: “¿Qué plantas disgregadas? La labor de conservación se hace día a día y el contrato sigue su curso con normalidad”.

Precisamente, el contrato de mantenimiento es otro de los aspectos que no están resueltos definitivamente en el parque. Al ser considerado parque singular, el mantenimiento debe ser específico, fuera del ofrecido a las zonas verdes normales de la capital. “Estamos hablando de un pulmón para todo Madrid, que daría servicio a toda la ciudad”, subraya Pérez. Ella misma señala que “el contrato de mantenimiento actual es uno que se hizo como contrato puente, pero no hay ninguno que recoja las condiciones que merece el mantenimiento de un parque singular”.

El Ayuntamiento se defiende alegando que el contrato, “vigente hasta junio de 2023, cumple con todas las garantías de conservación, y a partir de junio de 2023 se incorporará al futuro contrato de Parques y Viveros”. La vecina, además, expresa que se plantaron 300 árboles menos de los 2.631 proyectados, información que recabó el grupo municipal de Más Madrid tras una pregunta en el pleno.

El potencial invisible

La propia Administración municipal recoge que el parque consta de 170.742 unidades arbustivas, 7.460 m2 de césped y 36.000 m2 de pradera natural. “Además se ha construido un área canina, cuatro áreas infantiles y nueve zonas deportivas, dotadas todas ellas de nuevos elementos de juego. Se ha instalado igualmente el mobiliario urbano necesario para el disfrute de los usuarios (…)”, enumeran. La misma web del Ayuntamiento describe al enclave como un paisaje de marcado carácter oriental “formado por suaves colinas donde destacan bosquetes de árboles de varias especies, entre los que predominan álamos blancos, membrilleros, encinas o chopos negros, y una ría central jalonada por macizos de arbustos como rosales silvestres, mimbreras y otras especies de ribera”.

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Pero para Pérez y los 52.000 vallecanos del ensanche a los que representa, y que son los principales usuarios del parque, no todo es tan idílico. Por su cabeza todavía está el potencial de un parque venido a menos “por dejadez política”, según denuncia. De hecho, el lugar es excepcional dada su zona de práctica deportiva con canchas, rocódromo, skatepark, zona para practicar parkour y hasta un mirador de estrellas equipado con accesorios que te indican dónde están las constelaciones.

“No deja de ser la dejadez que sufrimos los distritos más periféricos de Madrid, en concreto del sur y el este. Si este parque estuviera más al norte, esto no estaría pasando. Van haciendo las cosas a trompicones porque les presionamos, pero la dejadez en estos distritos las sufrimos en todos los sentidos, no solo zonas verdes. Tampoco tenemos otros equipamientos imprescindibles. Los nuevos barrios de Madrid están sin terminar”, lamenta la presidenta de la Asociación Vecinal PAU Vallecas.