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Entre Chile y Madrid: los pilotos que viven en un eterno verano para apagar fuegos
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Entre Chile y Madrid: los pilotos que viven en un eterno verano para apagar fuegos

La empresa Eliance presta sus servicios contra incendios en la comunidad y en el país sudamericano. Hay profesionales que viven a caballo entre los dos sitios

Foto: Helicóptero con el que trabajan los pilotos. (Eliance)
Helicóptero con el que trabajan los pilotos. (Eliance)

El cielo iguala los paisajes de Madrid y los de Chile. Desde el avión, Gustavo Cifuentes (Valladolid, 50 años) apenas percibe diferencias. Solo se le ocurre un detalle: en el país americano se ven más construcciones de madera, lo que para su profesión no es baladí. “Arden con facilidad y es más complicado extinguir el fuego”, cuenta el piloto especializado en incendios.

Foto: Rosa Malea (Twitter)

Cifuentes pasa su vida en un eterno verano, pues pasa la mitad del año en un sitio y la otra mitad, en otro, coincidiendo con la época del año en la que es más fácil que se registren fuegos. “Paso mucho frío cuando llega el invierno”, bromea. Al otro lado del planeta va fundamentalmente a Valparaíso, aunque la empresa para la que trabaja como director de operaciones, Eliance, tiene bases repartidas a demanda.

El profesional observa que ambos lugares cuentan con los mismos bosques y montañas, la diferencia fundamental es la extensión: “Aquí tardas 15 minutos en llegar, en Chile pueden ser ocho horas”. En ese sentido, el tamaño reducido de la Comunidad de Madrid, unido a los medios “bien distribuidos”, le permiten la agilidad. El peligro disminuye porque se queda en conato, un fuego menor que puede ser controlado con mayor facilidad.

En la Comunidad de Madrid hay unos 25 pilotos en verano, el resto del año son unos 4 o 5

Cifuentes ha pasado más de la mitad de su vida en el aire: 29 años. Comenzó en las Fuerzas Armadas y ahora se dedica a rescatar. “Es una pasión por la ayuda a los demás y al medioambiente”, reflexiona. Tiene en mente el recuerdo de una mujer de unos 60 años, vestida con ropa de casa porque estaba ensimismada en sus tareas de la huerta. La señora se dio cuenta del cambio de viento, de que las llamas la acechaban y llamó, angustiada. “Llegamos un par de helicópteros para echar agua. Al tiempo nos mandó un escrito de agradecimiento, vives in situ el auxilio a los demás”, añade.

En la Comunidad de Madrid hay unos 25 pilotos en verano, el resto del año son unos 4 o 5. El cambio es significativo porque la devastación se magnifica por el clima. En el año 2021 el número de incendios fue 314, y 186 fueron en etapa de riesgo alto (del 15 de junio al 30 de septiembre). Uno de los trabajadores que se mantienen todo el año es Jose Luís Cubeiro (Madrid, 57 años), que lleva el mismo tiempo que Cifuentes en los helicópteros y se formó en EEUU. Él incide en la importancia de mantener la alerta: “Nuestra extinción es muy eficiente. Un 84% del total no pasa de conato”.

Países maduros en la extinción de incendios

El trabajo de Eliance se desarrolla en 76 bases operativas, 5 centros de mantenimiento y 88 medios operados. Ellos se encargan aquellas situaciones de emergencia en ámbitos sanitarios, de rescate, de lucha contra el fuego, y protección civil. Son más de 440 profesionales en el equipo: especializados, operadores, sanitarios, ingenieros, mecánicos y staff.

La empresa distribuye entre España, donde tienen el mayor despliegue, Chile (8 bases y 11 medios) e Italia (7 bases y 15 medios). Esta disposición es a conciencia, pues los dos primeros países tienen madurez en estos servicios, según destaca el responsable de incendios y rescate en la compañía, Julián Ríos (Cazorla, 54 años): “En Chile comenzamos en 2017 y en Madrid hace unos 16 años. Son licitaciones públicas que hay que ganar con esfuerzo”.

Ríos destaca que el cambio climático ha aumentado el número de incendios y propicia que estos se propaguen más rápido, por lo que año a año la demanda de sus servicios crece. Sus tres pilares son seguridad, eficacia y eficiencia. “Volamos en emergencia y necesitamos una normativa clara”, apunta Ríos, quien es ingeniero de montes.

Todos coinciden en la importancia de la regulación y supervisión para las empresas aeronáuticas. De hecho, lo primero que hace Cifuentes es rellenar la documentación diaria para el vuelo, chequea que cada detalle del vehículo esté en orden y comprueba la meteorología varias veces. “Con tormentas o con nubosidad baja no podemos volar”, comenta. También planean cómo desarrollar la operación, revisan el helicóptero con un mecánico, y el material de extinción.

Foto: Un animal muerto tras el incendio de la Sierra de la Culebra. (EFE/Brais Lorenzo)

Su rutina es estar disponibles y atentos. Cuando se les requiere salen con todo medido, como las coordenadas o el personal que hay en tierra. Se dirigen a la zona y empieza su función. “Se acaba pronto si llegas pronto”, describe Cifuentes, para quien parar el fuego en sus inicios es la fórmula más efectiva. Después vuelven a la base y verifican el material.

La manga corta es la prominencia en el armario del piloto. Lo narra como si fuera lo más extravagante de su rutina. Insiste en que vive como cualquiera, con sus horas de trabajo y sus vacaciones. Repite que cuando se despierta por la mañana casi no sabría decir si es Madrid o Valparaíso. El punto común es el más importante: el dolor de la gente si no actúan con agilidad.

El cielo iguala los paisajes de Madrid y los de Chile. Desde el avión, Gustavo Cifuentes (Valladolid, 50 años) apenas percibe diferencias. Solo se le ocurre un detalle: en el país americano se ven más construcciones de madera, lo que para su profesión no es baladí. “Arden con facilidad y es más complicado extinguir el fuego”, cuenta el piloto especializado en incendios.

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