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"No vale solo denunciar: para cambiar las cosas hay que actuar y pedir explicaciones"
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PERIODISTA, INVESTIGADORA Y PRODUCTORA MULTIMEDIA

"No vale solo denunciar: para cambiar las cosas hay que actuar y pedir explicaciones"

INVESTIGACIÓN Y TRANSPARENCIA  Fue directora de la Fundación Civio, becaria Fullbright en la universidad de Columbia de

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"No vale solo denunciar: para cambiar las cosas hay que actuar y pedir explicaciones"

INVESTIGACIÓN Y TRANSPARENCIA 

Fue directora de la Fundación Civio, becaria Fullbright en la universidad de Columbia de Nueva York y premio Larra a la mejor periodista menor de 30 años. Y si el currículo de Mar Cabra (Madrid, 1982) no abulta más es por su juventud, ya que esta periodista de investigación que se define como "una freelance más" no ha perdido el tiempo: a sus 29 años ha firmado en medios como BBC, PBS, Le Monde y The Huffington Post y ha contribuido a poner en marcha iniciativas como ¿Dónde van mis impuestos? y Objetivo Solidario.

-Vamos a sacar de contexto una afirmación tuya. Cuando la Asociación de la Prensa de Madrid te concedió el Premio Larra aseguraste que el actual "es el momento ideal para ejercer el periodismo". ¿Lo sigues pensando o es que te pudo el entusiasmo?

-¡Eso fue hace solo dos semanas, claro que lo sigo pensando! (ríe). Dicho así quizá suena excesivamente optimista, porque la situación laboral de los periodistas es cada día más dura, pero lo cierto es que no asistimos solo al hundimiento económico del sector, sino también a un cambio de paradigma en la profesión.

-¿Un cambio para bien?

Me gusta pensar que sí. Los periodistas contamos con más recursos para contar historias de nuevas formas, a través de vídeo, audio, datos interactivos... Las historias son más completas, más creativas y llegan más lejos gracias a Internet. Aunque el cambio fundamental es que cada vez trabajamos para más medios en lugar de establecernos en uno toda la vida, como antes, y eso nos hace más libres. Ya no valemos por dónde trabajamos, sino por cómo trabajamos. ¿Es menos cómodo? Sí. ¿Es incluso infernal cuando toca echar cuentas a fin de mes? A veces también (ríe). Pero podemos hacer un periodismo mejor y yo prefiero quedarme con eso.

-Es que hay que mantener el optimismo, porque casi 8.000 profesionales han perdido su trabajo desde que empezó la crisis en España. ¿Eres de las que recomienda a los jóvenes aspirantes a reporteros que estudien otra cosa?

-Sí, pero no por el estado la profesión, sino por cómo está planteada la carrera. El número de despidos al que nos enfrentamos es tristísimo, qué duda cabe, pero debe ponerse en su contexto, porque la proporción de licenciados que tenemos es brutal respecto a las de otros países de nuestro entorno. ¿Cuánta gente se licencia? ¿Hace falta tener una facultad de periodismo, una de comunicación y una de publicidad en cada ciudad española? 

-Entre tus muchas ocupaciones también trabajas con en el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) realizando investigaciones de hasta ocho y nueve meses de duración. ¿Eres una privilegiada?

-Sí. Por suerte quedan islas en el mundo donde se entiende que para sacar una buena historia, en el sentido amplio de la expresión, necesitas meses de investigación, aunque finalmente se publiquen tres, cuatro o cinco artículos sobre el asunto.

-Hemos vista tu firma en medios de alcance mundial. ¿Qué aprende uno cuando escribe fuera?

-Sobre todo pulcritud. Es lo que más me sorprende de los medios extranjeros con los que he trabajado: la seriedad y la atención al detalle. En Estados Unidos muchos medios tienen incluso una figura llamada fact checker, que es quien revisa los hechos y se encarga de que los datos  que contienen los artículos sean rigurosamente ciertos. ¡Aunque también es cierto que allí te denuncian a la mínima!

-Si algo te hemos visto defender con uñas y dientes es el periodismo de base de datos. Te pido que me expliques en qué consiste.

-Es algo muy necesario y te lo explico con un ejemplo. Imagina que conozco el caso de un niño tutelado al que se ha sobremedicado y que cuando pido explicaciones a los servicios públicos me responden que es un caso puntual y que no les constan más casos. Y no les constan, porque es algo imprevisto sobre lo que no se elaboran estadísticas. ¿Cómo demuestro que eso no es cierto, que está ocurriendo a más niños? Accediendo a las bases de datos, por grandes que sean, y analizándolas para descubrir patrones.

-¿Por grandes que sean?

-Sí. El periodismo de bases de datos consiste en analizar grandes cantidades de información que no se ha compilado necesariamente de forma sistemática para buscar en ellas  no el dato, sino patrones con la ayuda siempre de herramientas informáticas. Por eso es poderoso, porque no habla de algo que ha ocurrido una vez, sino de algo que está ocurriendo constantemente y que, sin embargo, no se sabe. Hay miles de fuentes que hasta ahora eran inaccesibles, bien porque son bases  demasiado grandes, porque no están organizadas o porque quien las tiene no quiere que las veamos.

-A eso vamos. ¿Se puede hacer periodismo de datos en un país, como el nuestro, sin una ley de transparencia?

-Se puede, pero es más difícil. Aunque no se disponga de una ley que garantiza el acceso a la información pública, como ocurre en España, las bases de datos públicas pueden filtrarse o resultar accesibles a través de pequeños resquicios legales como la Ley de acceso a la información medioambiental...  Aunque el gran problema también es que la información que se registra en España aparece en formatos muy complicados de analizar sistemáticamente, como el documento PDF.

-¿Eres optimista respecto al (esperadísimo) proyecto de Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno que prepara el ídem?

-Define "optimista".

-¿Te lo crees?

-Me parece fantástico que por fin vayamos a tener una ley que ya tienen 93 países, pero el proyecto de ley del Gobierno es insuficiente. No lo digo yo, lo dicen los expertos, entre ellos la Coalición Pro Acceso. Por eso es importante darse cuenta precisamente ahora, cuando está debatiéndose en el Congreso, y exigir a los diputados que hagan la mejor ley posible. Y que después, cuando entre en vigor, se exija su cumplimiento, una responsabilidad que es de las autoridades pero también de los ciudadanos.

-¿Y crees que los españoles se comprometerán con esta mentalidad?

-Sí, porque algo está cambiando al respecto y quien diga que no, está ciego. La prueba está en el 15 de mayo de 2011. Pero quizá nos quejamos mal y no sabemos canalizar este enfado, al menos no hasta conseguir un cambio real. Por eso creo que es importante aprender a criticar y a cambiar las cosas, en particular en un momento como el que estamos viviendo.

-Muchos de los proyectos en los que te hemos visto involucrada a través de la Fundación Civio, como Tu derecho a saber, ¿Dónde van mis impuestos? y España en llamas, son herramientas que van en esta dirección.

-Sí. Se trata de no quedarse en la denuncia de lo que está mal, sino en actuar y pedir explicaciones para intentar cambiarlo. Una transformación cultural pendiente en este país refiere a la cultura de la rendición de cuentas, eso que en inglés se llama accountability. Quienes gobiernan deben explicaciones a los ciudadanos, y los españoles no hemos interiorizado que tenemos que pedírselas.

-Hablando de cambiar mentalidad... Hace poco denunciabas en tu cuenta de Twitter que se publicara la noticia de que 300 políticos estaban imputados en España sin especificar cómo se había hecho el cálculo. ¿Nos falta a los medios esa transparencia que tanto pedimos a los políticos?

-¡Cómo me gusta que me hagas esta pregunta! Y sí, la respuesta es sí. Me llama la atención que los periodistas seamos los primeros en exigir transparencia pero que luego no prediquemos con el ejemplo. Los medios ya no pueden lanzar el mensaje de "tienes que creerme porque soy tal o cual medio", eso ya no funciona. Si tienes un documento, quiero verlo, y si tienes una cifra, quiero saber de dónde ha salido. Hoy más que nunca el periodista debe ser transparente, porque si no su trabajo carece de valor.

-Tienes cinco minutos frente a frente con el presidente del Gobierno. ¿Qué le pides?

-¡Que no se escape, que es lo que hace siempre! (ríe). Si tuviera cinco minutos con Mariano Rajoy me los prepararía muy bien, para empezar, porque es un presidente que no habla. Esa sería mi primera pregunta: ¿señor Rajoy, por qué no habla? Le haría esa pregunta y después, no le dejaría escaparse. Y tendría 4 minutos y 50 segundos para responderme. Solo haría falta que quisiera hacerlo.

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