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Cierran el caso del policía muerto en la comisaría de Ourense sin resolver quién disparó
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Vuelta al inicio ocho años después

Cierran el caso del policía muerto en la comisaría de Ourense sin resolver quién disparó

La Audiencia Provincial no descarta la participación de terceros pero cuestiona la investigación de la jueza, que señaló durante años a dos gemelos compañeros del fallecido

Foto: Los hermanos Deprado, camino de una de sus declaraciones judiciales por la muerte de Celso Blanco. (EFE/Brais Lorenzo)
Los hermanos Deprado, camino de una de sus declaraciones judiciales por la muerte de Celso Blanco. (EFE/Brais Lorenzo)

El policía Celso Blanco apareció muerto en su despacho de la comisaría de Ourense sobre un charco de sangre y un disparo en la cabeza. Su familia siempre descartó el suicidio y una jueza investigó durante años por asesinato a dos compañeros del fallecido, los gemelos Roi y Bernardo Deprado Lahoz. La magistrada propuso en mayo juzgar a estos dos únicos sospechosos y el caso llevaba desde entonces a la espera de la decisión de la Audiencia Provincial. Ahora, un auto considera que no hay pruebas de la participación de los hermanos y ordena archivar el procedimiento. Casi ocho años después, la muerte del agente Celso Blanco vuelve al punto de partida. Los jueces lamentan que la abundancia de informes policiales contradictorios han contribuido a hacer este suceso algo irresoluble.

“Aun admitiendo que el fallecimiento de Celso Blanco podría responder a la acción violenta de un tercero, no encontramos un cuerpo indiciario con la suficiencia necesaria para que podamos señalar a los hermanos Roi y Bernardo como esta tercera persona”, dice la Sección Segunda de la Audiencia Provincial. La integra un tribunal de tres jueces, que destacan el elevado número de pruebas practicadas. El sumario acumula 20.000 folios. Esto lo convierte en uno de los sucesos más controvertidos de la reciente crónica negra española.

El Confidencial realizó un pódcast de cuatro capítulos sobre el fallecimiento de Celso Blanco bajo el título Muerte en el salvaje Ourense. En él colaboran compañeros y la familia del finado, que pide justicia porque afirma que no se pudo quitar la vida a sí mismo. La Audiencia Provincial dice que no es descartable y que los gemelos no le mataron. La previsión era conocer el veredicto en septiembre, pero se ha demorado ocho meses, un plazo muy por encima de la media según todas las fuentes consultadas por este diario. La Fiscalía también se oponía a juzgar a los policías.

El auto conocido este lunes critica la investigación de la jueza por pedir “numerosos, múltiples, informes policiales y científicos, procedentes de distintos cuerpos policiales o incluso secciones del mismo cuerpo policial”. Reprochan los jueces que esto solo ha contribuido a perjudicar las pesquisas: “Frente al objetivo perseguido de aclarar lo acontecido, solo introducen dudas y confusión sobre los hechos, pues se enmiendan mutuamente, ofrecen conclusiones contradictorias, y con ello impiden objetivar los hechos”.

Foto: Los policías gemelos, junto a su abogado, Neil González. (EFE/Brais Lorenzo)

Se queja el tribunal de que, “según se opte por uno u otro informe, se puede alcanzar una conclusión distinta en cuanto a la etiología de la muerte de Celso” y apuntan a que eso era lo que buscaba la jueza para dar a entender que fue un asesinato: “Esta pluralidad de informes no solo dificulta el esclarecimiento de los hechos, sino que en ocasiones fue buscado con el único objetivo de considerar que dicha muerte respondía a una etiología homicida”. La Audiencia Provincial extiende sus reproches a los cuerpos policiales porque no entiende que puedan llegar a conclusiones tan dispares: “Sorprende que reputados servicios de criminalística y policía científica de la policía lleguen a resultados contradictorios porque ello priva de objetividad científica a las conclusiones obtenidas por unos y otros”.

La escena de la muerte

Celso Blanco murió en su despacho de la quinta planta de la comisaría entre las 15:50 y las 17:00 del 9 de abril de 2016. Era sábado y no tenía por qué haber ido ese día a trabajar, y tampoco hay constancia de que quedara con nadie. A las 15:12, uno de los gemelos entró en el parking subterráneo del edificio y salió por su propio pie por la puerta principal a las 15:19. Estuvo dentro de la comisaría apenas siete minutos y 10 segundos. Regresó con unas bolsas de compras a las 17:05, y salió de nuevo del garaje con el vehículo cinco minutos y medio después. “No hay constancia de que ingresara en ninguna de las dos ocasiones en el interior de la comisaría, al no haber sido grabado por las cámaras de acceso”, dice la Audiencia Provincial.

Había dejado el coche estacionado en una zona del aparcamiento policial que no captan las cámaras de seguridad. La tesis de la jueza es que el otro hermano iba en el maletero y el coche lo estacionaron justo delante de una compuerta que conduce directamente al ascensor. El segundo hermano, por tanto, debió subir por ese pasadizo y después de matar al Celso se escondió de nuevo en el maletero del coche para salir con su hermano sin ser detectado. La Audiencia dice que tampoco hay ninguna prueba de esto ni rastros biológicos en el pasadizo.

El arma que disparó la bala que mató al policía había sido robada tiempo atrás de la armería de la comisaría. Desaparecieron un total de seis pistolas y este hecho se conoció públicamente porque alguien mandó a la prensa y a la Unidad de Asuntos Internos unos escritos anónimos dando datos del robo y señalando como responsables a los jefes policiales. Este hecho es clave para buena parte de la plantilla de la comisaría ourensana, ya que explica las tramas que sacudieron de escándalos la sede policial en los años siguientes. La desaparición de las armas fue el preludio de una guerra que enfrentó a dos clanes en la comisaría.

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Una de las teorías que explican la muerte del policía es que el fallecido y los gemelos urdieron el robo de las armas para forzar el cese del armero y hacerse con el control de la armería y la galería de tiro. Presuntamente, usaban ese lugar para hacer relaciones e invitar a gente a disparar, incluidos personajes importantes de la Justicia ourensana. Cuando las pesquisas avanzaron y Celso Blanco temió ser descubierto, se suicidó o le mataron para que no confesara el plan. La jueza apostaba por la segunda opción, pero el auto conocido este lunes dice que no consta "un supuesto plan para acabar con a la vida de Celso, ni ningún indicio relacionado con el temor en los hermanos por las manifestaciones que Celso pudiera realizar revelando la autoría del robo de las armas y confección de los anónimos".

El disparo

“El disparo se produce a una distancia que no se ha podido determinar con exactitud al haberse procedido al lavado del orificio de entrada”, admite el auto. Los informes elaborados por distintas unidades policiales no se ponen de acuerdo: uno dice que fue a quemarropa, otro a seis centímetros de la sien y un tercero afirma que el gatillo se disparó con el cañón a 10 centímetros de la cabeza. Tampoco hay consenso respecto a si el fallecido estaba de pie o sentado en la silla cuando recibió el impacto de bala, lo cual tiene influencia para saber si el cuerpo fue movido una vez cayó desplomado. Sobre este punto los jueces dicen que no aparecieron manchas de sangre como pisadas o provocadas por el arrastre del cadáver.

El auto señala que “no hay en el despacho señal alguna de violencia”. “La mano izquierda —Celso Blanco era zurdo— presenta signos de rigidez mortis compatible con el empuñamiento de un arma”, añade. Tenía manchas de sangre en el interior de la mano que empuñaba el arma, algo que también hizo sospechar a la familia. Pero la Audiencia Provincial concluye que las manchas de sangre que presentaba el dedo índice son compatibles con el hecho de que estuviera empuñando un arma.

Foto: Imagen: Marina García.

Debajo de la axila de Celso Blanco se encontró también un papel con restos de pólvora sin detonar. El análisis de ADN del papel arrojó un perfil genético compatible con el fallecido y los gemelos. La defensa de los hermanos Deprado Lahoz siempre alegó que los tres eran aficionados a las armas y a manipular balas por lo que es normal que tuvieran restos de pólvora con los restos de los tres. A las 16:45 del día de autos, dentro de la horquilla a la que se produjo la muerte, desde el ordenador de Celso Blanco se envió un correo a sus contactos que sonaba a despedida: "Siento mucho todo lo sucedido. Siento haber sacado las armas del búnker y los anónimos que envié han hecho daño a mucha gente, sobre todo a un gran amigo y exjefe. Lo siento. Celso".

A la misma hora se envió desde su móvil un mensaje a uno de sus grupos de WhatsApp: "Lo siento... ya lo entenderéis". Los jueces de la Audiencia Provincial afirman “que la conclusión que se obtiene” es que se trata de “una muerte compatible con haber sido provocada por la propia víctima, o sea, una muerte suicida”. Pero a pesar de ello, el tribunal concede a la tesis del asesinato el beneficio de la duda al menos en un punto: “Disponemos de un único indicio que nos permite cuestionar la etiología suicida de la muerte”.

Tiene que ver con “la situación final de la corredera del arma empleada, la cual se encontraba con la corredera abierta”. Alguien tuvo que manipular el arma tras el disparo para que se quedase así, según uno de los informes periciales. Pero una vez más, en este caso también hay informes contradictorios que no descartan que fuese el propio Celso quien lo hiciese.

El policía Celso Blanco apareció muerto en su despacho de la comisaría de Ourense sobre un charco de sangre y un disparo en la cabeza. Su familia siempre descartó el suicidio y una jueza investigó durante años por asesinato a dos compañeros del fallecido, los gemelos Roi y Bernardo Deprado Lahoz. La magistrada propuso en mayo juzgar a estos dos únicos sospechosos y el caso llevaba desde entonces a la espera de la decisión de la Audiencia Provincial. Ahora, un auto considera que no hay pruebas de la participación de los hermanos y ordena archivar el procedimiento. Casi ocho años después, la muerte del agente Celso Blanco vuelve al punto de partida. Los jueces lamentan que la abundancia de informes policiales contradictorios han contribuido a hacer este suceso algo irresoluble.

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