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Alhajas milenarias en el arado: investigan la aparición de torques de oro en una finca gallega
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Dos objetos misteriosos

Alhajas milenarias en el arado: investigan la aparición de torques de oro en una finca gallega

Los arqueólogos destacan el elevado valor de las alhajas de la Edad de Hierro, encontradas en su terreno por un agricultor de Betanzos

Foto: Vista de dos torques de oro encontrados por vecinos de la comarca de As Mariñas (A Coruña), mientras labraban tierras cultivadas. (EFE/Cabalar)
Vista de dos torques de oro encontrados por vecinos de la comarca de As Mariñas (A Coruña), mientras labraban tierras cultivadas. (EFE/Cabalar)

Una sospechoso fragmento metálico se enredó en mayo en el arado de un agricultor de Betanzos (A Coruña). No se trataba de ningún trozo de somier de esos que se usan para cerrar las fincas de cualquier forma. Nada de eso. El anónimo granjero descendió del vehículo, sacó brillo a la pesada pieza y sus ojos se deslumbraron con el resplandor de un maravilloso collar dorado. Consciente del potencial de su hallazgo, hizo algo que no siempre ocurre: trasladarlo a las autoridades, que no tardaron en determinar la excepcionalidad del objeto. Había hallado un torques de la Edad de Hierro, con la porción de oro más alta de todos los de su tipo.

Aquel fue el primer capítulo de una historia que ha tenido continuidad cinco meses después, cuando el mismo campesino, tal vez animado por la posibilidad de repetir hazaña, encontró una segunda pieza muy similar a la primera. Son dos alhajas excepcionales cuyo descubrimiento contribuirá a que los gallegos se sientan “más conscientes y orgullosos de su historia”, certificó el consellerio de Cultura de la Xunta, Román Rodríguez, al presentar en sociedad el nuevo hallazgo. Los investigadores tratan ahora de esclarecer el origen y la datación concreta de ambos objetos, un trabajo que se presenta bastante más sencillo que determinar las causas por las que dos torques milenarios aparecieron precisamente allí, en una zona de escaso interés arqueológico.

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Las prospecciones realizadas por el Instituto de Ciencias del Patrimonio (INCIPIT-CSIC) descartan casi por completo la aparición de más material de similares características en la misma finca, una zona de As Mariñas que se mantiene en secreto para evitar prospecciones interesadas. “Pudieron servir de ofrendas en algún ritual religioso. Incluso puede que alguien intentase ocultarlos en un momento de tensión e inestabilidad”, baraja el arqueólogo Xosé Lois Armada, uno de los encargados del estudio de las piezas, ahora depositadas en el Museo Arqueológico de San Antón, en A Coruña.

Los hallazgos casuales de vestigios como los torques no son en absoluto una anomalía. En el entorno de los castros prerromanos, por ejemplo, es hasta cierto punto corriente la aparición de adornos con oro. Pero en el caso de los collares como los de Betanzos es frecuente su aparición aislada, sin otros materiales circundantes que les den contexto. Los arqueólogos trabajan con la hipótesis de que este tipo de objetos de especial valor se ocultasen en sitios improbables, con la esperanza de recuperarlos en el futuro. Otra teoría pasa por su soterramiento con un fin ritual.

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La joya encontrada en mayo es de especial valor. Se trata de un collar abierto de 14,7 por 14,3 centímetros, con 11 milímetros de diámetro y un peso de 390,3 gramos. La unión del aro con los remates denota una pericia técnica inferior al resto del abalorio, lo que sugiere que se trata de una reparación de una pieza antigua, que se caracteriza además por un oro de una elevada pureza. El segundo torques mide 161 por 38 milímetros con 18 de diámetro y un peso de 365 gramos. Sus características son las habituales del tipo ártabro, pero con terminaciones ligeramente distintas entre sí.

El conselleiro de Cultura agradeció al agricultor que halló las piezas “su discreción y sentido de país” por entregarlas. Su renuncia a la tentación de quedárselas o venderlas en el mercado negro tiene premio. De acuerdo con la Ley del Patrimonio Cultural de Galicia, el descubridor de los bienes y el propietario del terreno tienen derecho a una recompensa en metálico equivalente a la mitad del valor de tasación de los objetos, un precio que calcula el Consello Superior de Valoración de Bens Culturais y que los interesados tienen derecho a contrastar mediante un peritaje particular.

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¿Cuánto se puede llegar a pagar por un torques de oro como los encontrados en Galicia? Nadie se atreve a dar una respuesta concreta a esta pregunta, pero sí a lanzar una advertencia: la misma norma legal que establece las recompensas, obliga a comunicar a las autoridades autonómicas todos los hallazgos relativos al patrimonio cultural. Además, cualquier esfuerzo por encontrar nuevas piezas en las posesiones del betanceiro no estará amparada por la ley, que solo contempla la remuneración de los descubrimientos fruto de la casualidad, no de una prospección interesada de tipo privado.

"¡Yo tengo uno en casa!"

La ley del Patrimonio Cultural, aprobada en 2016, incentivó unas entregas que no eran tan habituales en décadas pasadas. Como recordaba el escritor Suso de Toro tras la aparición de las alhajas de Betanzos, hace más de 40 años en una zona no muy lejana otra familia encontró el conocido como Torques de Orbellido. Ahora reposa en el mismo Museo de San Antón, pero su destino pudo haber sido muy otro si De Toro, que impartía clases en un instituto compostelano, no hubiese enseñado la imagen de un ejemplar a sus alumnos de Historia del Arte.

¡Yo tengo uno en mi casa!”, se sorprendió un estudiante. “Fuimos a su casa y allí estaba”, recuerda el escritor. La pieza se salvó así in extremis de ser vendida a un dentista suizo, que pretendía fundirla para crear prótesis dentales. La anécdota sirvió de base para la novela O país de brétema, el libro de De Toro publicado en 2000.

Una sospechoso fragmento metálico se enredó en mayo en el arado de un agricultor de Betanzos (A Coruña). No se trataba de ningún trozo de somier de esos que se usan para cerrar las fincas de cualquier forma. Nada de eso. El anónimo granjero descendió del vehículo, sacó brillo a la pesada pieza y sus ojos se deslumbraron con el resplandor de un maravilloso collar dorado. Consciente del potencial de su hallazgo, hizo algo que no siempre ocurre: trasladarlo a las autoridades, que no tardaron en determinar la excepcionalidad del objeto. Había hallado un torques de la Edad de Hierro, con la porción de oro más alta de todos los de su tipo.

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