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Las aguas bajan turbias en el balneario junto a Mestalla: el cierre de un edificio histórico
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Presencia de patógenos

Las aguas bajan turbias en el balneario junto a Mestalla: el cierre de un edificio histórico

Es una de las joyas arquitectónicas de Valencia, pero la batalla entre el Ayuntamiento y la concesionaria del espacio ha acabado en el cierre cautelar ante el riesgo de legionella

Foto: Vista de la entrada principal del balneario Alameda de Valencia. (Cedida)
Vista de la entrada principal del balneario Alameda de Valencia. (Cedida)

La relación de Valencia con las aguas subterráneas es casi simbiótica. El estadio del Valencia recibe el nombre por una acequia, su nivel freático le llega a la ciudad por encima del cuello y la manera en que las aguas regurgitan hacen posible un balneario termal a pocos metros de Mestalla. Ese balneario, llamado Alameda por su cercanía al paseo homónimo, pura gracia burguesa, está en problemas tras echar el cierre acusado por el Ayuntamiento de contener legionella en su espacio e incumplir con los requerimientos del consistorio.

placeholder Detalle del cartel del balneario Alameda de Valencia. (Cedida)
Detalle del cartel del balneario Alameda de Valencia. (Cedida)

Más allá de una refriega con la municipalidad, supone bajar la persiana a uno de los edificios que mejor representa la Valencia de las exposiciones regionales. Fue parte del lucimiento urbano dispuesto para la Expo de 1909. Se construyó un año antes. Su función: guardería para los trabajadores de la Fábrica de Tabacos, justo al cruzar la calle; un asilo de lactancia para que las cigarreras dieran el pecho fuera de la atmósfera envenenada de la fábrica. Integrado en la Expo, formó parte de un recinto ferial con cerca de 16 hectáreas. Ese momento —no tan lejano— en el que las ciudades ganaban terreno a partir de la creación de zonas de lucimiento, compitiendo ante otras en simbolismo.

Foto: Vista del edificio original del Colegio Alemán de Valencia. (José Hevia/Fundación DOCOMOMO Ibérico)

En 2006 regresó a su uso como balneario —después de veintiséis años— en una concesión a Minor Urbana que debía extenderse por un plazo de 50 años y un canon de 75.000 euros anuales. Aunque durante los primeros siete años el canon se limitaba a 2.000 euros por ejercicio, la concesionaria acabó en concurso de acreedores. La explotación recayó en Balneari Albereda SL. Hasta ahora.

Las aguas del balneario urbano son hipertermales, manan a 43 grados centígrados, tienen una alta mineralización y tantísimos efectos sanadores como los balnearios suelen publicitar en sus catálogos. Pero estos últimos meses la temperatura del agua se ha vuelto sofocante. Las puertas de este edificio de estilo modernista, con uso cerámico abundante en su fachada, bien de relevancia local, permanecen cerradas.

placeholder Detalle del edificio del balneario Alameda de Valencia. (Cedida)
Detalle del edificio del balneario Alameda de Valencia. (Cedida)

El Balneario la ha emprendido contra el Ayuntamiento en un juego de guerrilla con el que busca sostener su concesión y reponerse reputacionalmente. “Es una decisión arbitraria e ilegal. Ya se han presentado alegaciones y también se acudirá a los tribunales para solicitar que este cierre administrativo sea levantado cuanto antes”, sostienen. “Buenos días, Alcalde Ribó”, encabezan en Instagram con una carta de su representante legal, Javier Vázquez-Illá, “ya he podido acceder a la resolución que algunos de sus funcionarios me ocultaron, utilizando la prensa como vía de comunicación para hacer daño al Balneario”. Argumentan que no hay razones sanitarias para el cierre y que los recuentos tenidos en cuenta no son susceptibles de ninguna actuación extraordinaria.

En cambio, el último informe sanitario a finales de octubre detectaba en su inspección presencia de legionella en sus aguas. La gota que colmó el vaso tras un historial nutrido de notificaciones en los últimos años. El departamento municipal de Sanidad insiste en la “presencia de patógenos en las instalaciones susceptibles de provocar grave enfermedad: microorganismos Legionella spp. y el serotipo pneumophila", sin que la contratista tomara en consideración las advertencias previas.

Foto: Interior del Trinquet de Pelayo. (Cedida)

El edificio de ensueño, a donde se iba a “relajarse, verse con mejor aspecto más joven, a gozar de una mayor vitalidad” —según publicita la firma— se ha convertido en un caso abierto. Todo un jarro de agua fría que deja tocado a un espacio incapaz de encontrar, en las últimas décadas, la tranquilidad que se le presupone a un balneario.

La relación de Valencia con las aguas subterráneas es casi simbiótica. El estadio del Valencia recibe el nombre por una acequia, su nivel freático le llega a la ciudad por encima del cuello y la manera en que las aguas regurgitan hacen posible un balneario termal a pocos metros de Mestalla. Ese balneario, llamado Alameda por su cercanía al paseo homónimo, pura gracia burguesa, está en problemas tras echar el cierre acusado por el Ayuntamiento de contener legionella en su espacio e incumplir con los requerimientos del consistorio.

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