Es noticia
Trinquet de Pelayo, el monumento vivo a la 'pilota' valenciana que hay que salvar
  1. España
  2. Comunidad Valenciana
Historia de la ciudad

Trinquet de Pelayo, el monumento vivo a la 'pilota' valenciana que hay que salvar

Con actividad desde 1868, es uno de los recintos deportivos más longevos de Europa. Un símbolo de un deporte minoritario como la 'pilota', que encara una nueva fase por evitar su extinción

Foto: Interior del Trinquet de Pelayo. (Cedida)
Interior del Trinquet de Pelayo. (Cedida)

El Trinquet de Pelayo, en pleno cogollo urbano de Valencia, apenas a unos metros de la Estación del Norte, tiene todos los condicionantes para ser uno de esos monumentos petrificados donde no sucede nada, pero ante el cual, como en una veneración de cartón piedra, pasamos los consumidores de ciudad para recordar con nostalgia todo lo que aquí ocurrió. 'Oh, ¡menuda joya el frontón Beti-Jai! ¡Cómo debían ser aquí las tardes!'.

Foto: visita guiada durante las obras de rehabilitación del Frontón Beti-Jai. (EFE/ Luis Millán) Opinión

La peculiaridad de Pelayo, en cambio, es que está vivo. Se suceden las sesiones de 'pilota' valenciana, el deporte autóctono que tiene en este trinquet su mayor centro neurálgico. El recinto deportivo en vigor más antiguo de España, desde 1868, desde el que cuelgan, como en un fotograma de Scorsese, los 'pilotaris' más legendarios que vio jugar esta caja de emociones. Las imágenes de Nel de Murla, Quart, Juliet, Rovellet y Genovés presiden la galería del dau.

En la última década, ha vivido cierta revitalización ante un nuevo aprecio por la 'pilota', avanzando al mismo tiempo como escenario diverso para presentaciones literarias, desfiles de moda, zona gastronómica y emblema de una ciudad reencontrándose consigo misma. En cambio, se asomó al abismo por los vaivenes en su gestión. Las dificultades de los inquilinos tradicionales —la familia Tuzón— para seguir pagando la licencia del recinto pusieron en jaque su futuro. En el último momento, el empresario José Luis López acordó el alquiler, convirtiéndose en el nuevo gestor del espacio y propiciando una mejora general de las instalaciones. Aquel movimiento abrió también la espita de la operación 'Salvem Pelayo', por el que las administraciones valencianas planearon convertirlo en una instalación pública, limitando su riesgo de cierre o que la gentrificación hiciera de las suyas. El pasado mayo, la nueva 'consellera' de Educación, Cultura y Deporte, Raquel Tamarit, hizo saber las intenciones para consolidar la idea de que la Generalitat adquiriera el trinquet.

placeholder Ximo Puig asiste a una final de 'pilota'. (EFE/Kai Försterling)
Ximo Puig asiste a una final de 'pilota'. (EFE/Kai Försterling)

El periodista Guillem Sanchis, cofundador de la revista temática de 'pilota' Ferida (un ejemplo editorial de cómo reposicionar un deporte minoritario) y analista en À Punt, pone en valor la importancia de Pelayo por su doble cualidad de monumento histórico y escenario vivo como un volcán: "Es posiblemente uno de los recintos más peculiares de España y Europa, además de ser uno de los más longevos. Y sobre todo, es mucho más que un recinto deportivo. Es historia viva de Valencia, una cancha que ha resistido guerras, dictaduras, transiciones, primaveras valencianas, riadas y todo tipo de vicisitudes, casi inmutable en el tiempo, pero siempre activo, con las partidas del sábado, el Trofeu de Nadal, las vacaciones de verano… Es un monumento de la identidad valenciana".

Un sábado de partida, aunque sesgado por la demografía de sus aficionados, es un espectáculo ritual, con códigos heredados generación tras generación. Con un componente inmersivo, el público es parte del juego, a ras de la pelota, cara a cara con los jugadores. Desde Pelayo puede también tomarse la temperatura de un deporte, la 'pilota' valenciana, a menudo dando vaivenes entre su verdadera implantación comarcal y la subyugación del deporte por el fenómeno romantizador. Lo explica Guillem Sanchis: "Es un deporte que se mantiene casi en el mismo estado que hace 20 o 30 años, con ligeras mejoras pero sin acabar de despegar por sus grandes déficits: falta de repercusión social y mediática, falta de público, falta de patrocinios privados. Se están dando pasos, hay vigor en las competiciones escolares y de clubes, que crecen cada año. En ese contexto, Pelayo sigue siendo el trinquet donde hace falta triunfar para consagrarse".

Foto: Eliseu Martinez, campanero de la Catedral de Valencia. (EFE/Manuel Bruque)

Sobre su posible conversión en propiedad pública, Sanchis valora como "anomalía" que un empresario privado tuviera que salvar un patrimonio de todos. "Debe ser gestionado como recinto deportivo público. Valencia solo tiene uno, la calle de pilota de Borbotó, cuando llegó a haber siete abiertos y funcionando a principios de siglo XX. No se puede promover la práctica de la 'pilota' sin ninguna instalación. Comparado con otros recintos, un trinquet es barato. El de Denia o Gandía no llegaron a 1,5 millones de inversiones y son espectaculares".

Puede que la mejor manera de resguardar el futuro del trinquet pase, sobre todo, porque su deporte sea más popular. Será la mayor garantía para su reconocimiento y posterior exigencia social, para sobre conciencia sobre su calor desde hace siglo y medio… y más allá.

placeholder Partido de 'pilota' valenciana en el Trinquet de Pelayo. (Cedida)
Partido de 'pilota' valenciana en el Trinquet de Pelayo. (Cedida)

Para una primera visita al Trinquet de Pelayo, el consejo de Guillem Sanchis pasa por "dejarse llevar por el ambiente y la magia. Sentarse en 'l'escala' y empaparse de los, luces y olores que desprenden las paredes. Por supuesto, contagiarse por la electricidad del juego. Es un plan de sábado tarde perfecto. Desinhibirse y deshacerse de prejuicios. Pero las dos cosas más importantes —con mucha diferencia— pasan por no perder de vista en ningún momento la pelota y por coger dos cojines: uno para el culo… y otro para la cabeza".

El Trinquet de Pelayo, en pleno cogollo urbano de Valencia, apenas a unos metros de la Estación del Norte, tiene todos los condicionantes para ser uno de esos monumentos petrificados donde no sucede nada, pero ante el cual, como en una veneración de cartón piedra, pasamos los consumidores de ciudad para recordar con nostalgia todo lo que aquí ocurrió. 'Oh, ¡menuda joya el frontón Beti-Jai! ¡Cómo debían ser aquí las tardes!'.

Comunidad Valenciana Valencia Beti Jai
El redactor recomienda