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Berklee sigue en Valencia hasta 2041… ¿Pero cuál ha sido el legado de su primera década?
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EL FUTURO DE LA INSTITUCIÓN

Berklee sigue en Valencia hasta 2041… ¿Pero cuál ha sido el legado de su primera década?

Tras un preámbulo accidentado, la institución nacida en Boston se ha asentado como una de las ventanas diferenciales de la ciudad. Los alumnos que se quedaron tras sus estudios abordan qué ha supuesto para las dos partes

Foto: La Nit de Berklee. (Cedida)
La Nit de Berklee. (Cedida)

Berklee College of Music vio en Valencia su primer destino internacional, extendiendo el radio de influencia desde Boston, su reactor. Fue por una confluencia de intereses: la obsesión del ticket SGAE-Generalitat por construir una torre de 100 metros y 100 millones; la voluntad de Berklee por abrirse ante el Mediterráneo y Europa desde una ciudad bisagra; el simbolismo de Valencia como tierra de música. Y aunque la torre y la SGAE cayeron de la ecuación, ahí empezó el verdadero proyecto, justo con el estallido de la crisis del 2008. La institución académica, hecha ya a la idea, terminó encontrando en los bajos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias su mejor alternativa. Fue desde esa plaza donde en 2012 abrieron las puertas.

El campus de una escuela que más que enseñar música enseña los códigos de la industria musical, su adaptación ante un negocio tan híbrido y con derivadas tan complejas que el destino de Valencia encajó, justamente, como un cajón que abrir para habilitar programas específicos: gestión musical y entretenimiento global; composición para cine y videojuegos; producción musical, tecnología e innovación…

Foto: Diseño: Irene Gamella.

Después del paso de cerca de 4.000 estudiantes de 85 nacionalidades distintas, la ligazón se ha fortalecido. En 2020 Berklee, la Generalitat y la Ciudad de las Artes y las Ciencias renovaron su convenio hasta 2041. Para la temporada 24/25 preparan la ampliación de sus instalaciones: “Tendremos que rediseñarlas”, explica su directora ejecutiva, María Martínez Iturriaga. “La pandemia nos ha cambiado los planes: nos ha hecho repensar. Queremos desde Valencia ampliar las oportunidades. Llegamos al máximo de alumnos que podemos acoger, hemos ampliado la huella física que ocupamos. Pero la tecnología se vuelve obsoleta rápidamente y debemos renovarnos”.

¿Pero cuál ha sido el legado de su primera década? ¿Cómo funcionó el vínculo Berklee-Valencia? ¿Cuáles han sido los resultados palpables para la ciudad? ¿Y para la institución de Massachusetts? ¿La ciudad ha sido únicamente soporte y plataforma o Berklee ha permeabilizado en su sustrato?

placeholder María M. Iturriaga. (Cedida)
María M. Iturriaga. (Cedida)

Alumnos de Berklee, hoy instalados en Valencia, mastican estas preguntas. Son Ah Chae, que vino de Corea del Sur, ahora un rostro habitual de la escena local: toca con su banda de jazz acústico y eléctrico en fuertes como el Jimmy Glass; o Sebastian Laverde, que desembarcó desde Londres y ha abierto en la ciudad el estudio de grabación Jazztone Studios; como Alicia Morote, procedente del Real Conservatorio Superior, en Madrid, y ahora compositora para cine, formando parte del equipo de Alberto Iglesias; también Lili del Sol, desde Colombia, y que hoy trabaja en producción musical, composición y performance; Alex Canuto, en cambio, no tuvo que transportarse porque Berklee llegó a unos minutos de su barrio, desde donde ha creado una agencia de contratación de artistas y música en directo enfocada para eventos privados.

Hay una pregunta mayor que sobrevuela desde la propia oferta académica: Why Valencia?, se preguntan, como justificándose, en su propia web. “Estudié con los profesores Polo Orti, Victor Mendoza, Perico Sambeat y Gary Willis. Cada uno de ellos me ayudó a desarrollarme en la música contemporánea y las artes escénicas a través de mis habilidades de composición e improvisación en el jazz con influencias mediterráneas (…) Aprendí cómo hacer que mi arte sea diferente”, plantea Son Ah Chae. “Me enteré de que el maestro vibrafonista Victor Mendoza estaba liderando la maestría de Performance en Berklee Valencia. Por eso salí del Reino Unido, donde en entonces estudiaba y trabajaba, y me mudé”, señala Sebastian Laverde.

Foto: El público asiste a un concierto en Valencia tras las grandes restricciones por la pandemia. (EFE/Biel Aliño)

El trasiego de profesionales de la música, en las laderas de la Ciudad de las Artes y las Ciencias, viene a formar un clúster que integra el Palau de les Arts y algo más a lo lejos, el Palau de la Música. Un escenario que el ‘imaginario Valencia’ no acaba de percibir como propio, quizá por la dificultad para absorber algunas de sus ventajas competitivas. Se toma el conjunto arquitectónico como un souvenir futurista llegado de Westworld, en lugar de un encuentro de enormes posibilidades productivas y simbólicas.

“Vine al programa de verano en julio de 2013. Fue un verano inolvidable”, sigue Lili del Sol. “Al terminar el curso de verano supe que quería continuar mis estudios. Valencia es una ciudad con la que tuve una gran conexión desde el primer momento. La brisa del mar, los colores, el cielo abierto y su cálida luz son un escenario sereno para seguir en la construcción de mi carrera como artista”.

placeholder Actuación de los alumnos del centro. (Cedida)
Actuación de los alumnos del centro. (Cedida)

Desde la perspectiva más cercana, Alex Canuto valora como su mejor vivencia “poder absorber conocimiento de gente de todo el mundo que está muy especializada en algún área específica de la música. A mi me ayudó a comprender lo que realmente significa la industria musical”.

María Martínez Iturriaga, en su cargo de dirección, valora las transferencias recíprocas en estos primeros años de relación: “Hemos sufrido una transformación mútua. Aportamos diversidad: se han instalado más de medio centenar de profesionales de la música. Productoras, intérpretes, ingenieras de sonido… Han creado empresas, escuelas de música, locales de ensayo, de grabación… Al mismo tiempo, Berklee se ha enriquecido culturalmente, por exponernos a un entorno tan distinto del que veníamos. Es un constante flujo de influencias. (…) España es el primer destino de estudiantes estadounidense, pero además la posición de Valencia permite acercarnos a las culturas e industrias del Mediterráneo, con presencia en Europa, con un puente más natural con Latinoamérica”.

Foto: La banda valenciana Zoo. (Guillem Garay)
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¿Por dónde pasa el futuro de la música que se enseña en Berklee Valencia?, se pregunta a Iturriaga. “No formamos para la industria de hoy, sino para la industria del futuro. Ya está cambiando cómo interactuamos con los contenidos. Por ejemplo, la industria de los videojuegos ya tiene un volumen mayor que la industria cinematográfica y musical juntas. En un mundo globalizado, no valen solo nuestras tendencias, sino las que ocurren en otras partes del mundo porque es sencillo que lo que ocurre ahora en Seúl se incorpore a la manera de relacionarnos en otras partes del mundo. Pero, por otro lado, como reacción a esto, tienen más importancia los movimientos culturales locales, más identitarios. Esa tensión entre ambas facetas hace que se creen nuevas maneras de relacionarse”.

¿Y cuál es la clave para ser un buen profesional en la industria musical? “En esencia —continúa— no ha cambiado nada en estos años. Pero en la música, como en cualquier otra profesión, es vital la capacidad para hacer proyectos colaborativos. Vemos muchos proyectos que fracasan por ego, falta de compromiso, de responsabilidad… Entrevistamos a todas las personas que van a entrar porque es una parte importante; el entorno y la red que creas a tu alrededor: el primer día de curso siempre les decimos que cuiden bien a sus compañeras y compañeros, porque se van a convertir en sus futuros aliados profesionales”.

placeholder Aula de Berklee. (Cedida)
Aula de Berklee. (Cedida)

Desde la acera de enfrente, la de los alumnos que cruzaron el Rubicón, se define el contorno de fertilidad musical de Valencia, al tiempo que los límites de ese mismo perímetro: “Hay mucho músico de gran nivel y eso supone un nicho muy claro en el ámbito en el que he decidido montar un negocio. Es una ciudad que aprecia y celebra la música”, define Sebastián Laverde. “Valencia es una ciudad con mucha cultura musical, ocio nocturno, con un sinfín de ofertas musicales. Hay posibilidad de negocios”, concluye Alex Canuto. “También creo que sigue siendo una ciudad a la que aún le queda mucho por crecer; a día de hoy es limitante para dar un salto en lo profesional, hay que salir y moverse, al menos en este sector”.

Berklee College of Music vio en Valencia su primer destino internacional, extendiendo el radio de influencia desde Boston, su reactor. Fue por una confluencia de intereses: la obsesión del ticket SGAE-Generalitat por construir una torre de 100 metros y 100 millones; la voluntad de Berklee por abrirse ante el Mediterráneo y Europa desde una ciudad bisagra; el simbolismo de Valencia como tierra de música. Y aunque la torre y la SGAE cayeron de la ecuación, ahí empezó el verdadero proyecto, justo con el estallido de la crisis del 2008. La institución académica, hecha ya a la idea, terminó encontrando en los bajos de la Ciudad de las Artes y las Ciencias su mejor alternativa. Fue desde esa plaza donde en 2012 abrieron las puertas.

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