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Un día con el camión del agua en la Barcelona seca: "Nos piden que les llenemos la piscina"
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El 75% de catalanes vive bajo restricciones

Un día con el camión del agua en la Barcelona seca: "Nos piden que les llenemos la piscina"

La sequía ha trastocado por completo el día a día de la empresa de desatascos MesKnet. Los puntos de recarga han disminuido y los conductores pierden horas en atascos para rellenar la cuba. "No es rentable ni para el cliente ni para nosotros"

Foto: Vista de uno de los camiones de la empresa MesKnet. (C. S.)
Vista de uno de los camiones de la empresa MesKnet. (C. S.)

Cinco y media de la mañana en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona). Daniel empieza su turno. Se encarama al camión cisterna de la empresa de desatascos MesKnet. Es más pronto de lo habitual porque los jueves hace horas extra. Arranca y toma la autopista en dirección a la capital. La sequía ha trastocado por completo el día a día de la compañía y la de otras muchas que prestan servicio en la comunidad. Por ejemplo, los puntos para recargar han disminuido y eso para Daniel supone tragarse los atascos de la capital para poder llenar la cuba de agua. No es lo único, las llamadas de vecinos para intentar convencerles de que les llenen las piscinas se multiplican.

Foto: El pantano de Sau está al 39% por ciento de su capacidad debido a la sequía que sufre Cataluña. (EFE/David Borrat)

El pasado abril, la Generalitat y la Agencia Catalana del Agua (ACA) impusieron las primeras restricciones para intentar paliar la sequía que azota a Cataluña. Las limitaciones en un principio afectaban a aproximadamente la mitad del territorio, pero actualmente seis millones de personas, más del 75% de la población de la comunidad, está sujeta a la “fase de excepcionalidad”. 495 municipios han de cumplir las restricciones: reducción de un 40% para usos agrícolas, de un 15% para la industria y prohibición de llenar las piscinas.

Tampoco se pueden regar las zonas verdes (públicas y privadas, aunque hay alguna excepción), así como usar agua potable para la limpieza de calles. La población ha tenido que reducir su consumo a un máximo de 230 litros al día. En los últimos meses, la situación ha empeorado y la Generalitat ha decretado el estado de emergencia por la sequía en 24 municipios. Esta nueva restricción fija en 200 litros el agua que puede usar al día cada habitante.

placeholder Riego de supervivencia en Barcelona. (C. S.)
Riego de supervivencia en Barcelona. (C. S.)

Siete de la mañana en Barcelona. Daniel recoge a Manuel, empleado de la constructora Sorigué. Se encarga de regar los jardines recién plantados en las calles de la ciudad, una de las excepciones previstas. Es el famoso riego de supervivencia y está permitido solo una vez a la semana, para que las plantas no se mueran. El camión cuba de MesKnet pone rumbo a su primer destino: cargar agua, una odisea.

Foto: Aspecto del pantano de Rialb en el término municipal de Basella (Lleida) en noviembre de 2022. (EFE/Ramón Gabriel)

El pasado 4 abril, Jordi Martínez, dueño de MesKnet, recibió un burofax de Agbar, la empresa encargada de la gestión del agua en Barcelona, prohibiéndole cargar sus camiones cuba en la red de suministro tradicional. En ese momento supo que se iba a enfrentar a una de las primaveras y veranos más complicados de su vida. Sin agua de la red no se pueden llenar piscinas, regar jardines, ni suministrar agua potable a casas y masías que beben de un depósito. Tampoco se pueden realizar los servicios de desatasco de tuberías, a lo que se dedica su empresa. "Necesitamos presión para desatascar y la única manera de lograrla es con una gran cantidad de agua", explica Jordi y añade: "Somos un servicio de primera necesidad, hay trabajos a los que no llegan los bomberos que hacemos nosotros. Si dejamos de trabajar podemos paralizar la ciudad".

Los expertos en sequía aparecen hasta debajo de las macetas y se toman la libertad de aleccionar a los dos trabajadores

Son las diez en Barcelona. Dani y Manuel siguen con sus tareas rutinarias. Durante su larga jornada de trabajo, recorren las entradas de los colegios de la ciudad para regar las plantas de las últimas intervenciones urbanísticas que impulsó la antigua alcaldesa, Ada Colau. "La gente nos reclama que reguemos todos los jardines, pero solo podemos regar los recién plantados", explica Manuel. El contrato de las constructoras con el ayuntamiento establece que sean las empresas las que realicen el mantenimiento de los árboles y plantas durante el primer año. Una vez acabado ese periodo, el consistorio asume el riego y el cuidado de esos espacios.

"Las personas se nos acercan como si fuésemos los representantes en la calle del alcalde", ilustra Dani, el conductor. Mientras sostiene la manguera, los vecinos se le aproximan y le piden cosas tan diversas como que riegue las calles para que estén limpias, que no malgaste agua o, incluso, que hablen con el ayuntamiento para parar las obras. Los expertos en sequía aparecen hasta debajo de las macetas y se toman la libertad de aleccionar a los dos trabajadores. Se les mira, se les recomienda y hasta se les juzga la manera en que acometen su trabajo.

placeholder Apertura de una boca de agua. (C. S.)
Apertura de una boca de agua. (C. S.)

Mientras tanto, en Sant Vicenç, Jordi Martínez atiende las llamadas de los clientes. A diario recibe más de 150, la mitad preguntando por piscinas y la otra por emergencias de desatascos. La mayoría no las puede atender. "Me ha llegado a llamar gente llorando, suplicando por un poco de agua para llenar los depósitos de sus casas, pero no dispongo del agua para hacerlo. También para que le llenemos la piscina", detalla. Muchas de las empresas del sector están paradas y, el resto, pendientes de ajustar la plantilla.

Foto: El pantano de Sau, en Barcelona, al 16% de su capacidad. (EFE/D. Borrat)

Una de las leyendas urbanas que actualmente corre de boca en boca por Cataluña es que mucha gente está utilizando los camiones cuba para transportar agua de Huesca o incluso de Asturias para llenar sus piscinas. "Recibimos muchas llamadas en este sentido, pero la respuesta es siempre la misma: no podemos", reitera Martínez. Un portavoz de la Agencia Catalana del Agua precisa, en el mismo sentido, que "está completamente prohibido el traslado de agua de una cuenca hidrográfica a otra, es más, para hacerlo se necesita un permiso del Estado". Pero lo cierto es que controlar todos los camiones que atraviesan la frontera catalana parece una misión imposible.

Un colectivo poco organizado

Las restricciones impuestas han complicado la labor de este tipo de compañías. La limitación de las tomas de agua en las que pueden recargar es uno de sus principales problemas. Ni la Agencia Catalana del Agua (ACA), ni el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), ni Aguas de Barcelona han dado respuesta a sus reclamaciones. La propia ACA reconoció en una carta de contestación a una de las empresas damnificadas que los camiones cuba son un servicio higienista y que, por lo tanto, se encuentran fuera de las restricciones, pero que las tomas de agua dependen de los permisos de los ayuntamientos. Un ping-pong de entidades e instituciones que se pasan la pelota bajo la sombra de una posible huelga. El colectivo de los camiones cuba está poco organizado y la única manera que han encontrado para ejercer presión ha sido mediante la Asociación de Limpieza Técnica y Alta Presión (Altap).

Foto: Pantano de Sau, en Barcelona. (EFE/David Borrat)

Mediodía en Barcelona, el camión de Dani se encuentra a dos calles de la Sagrada Familia. La manguera de riego empieza a hacer un ruido extraño. Manuel avisa de que queda poca agua. Toca rellenar. La empresa Sorigué contrató a MesKnet para realizar el riego de supervivencia por su acceso a la red de agua freática de Barcelona. Su empresa es una de las pocas que obtuvo los contratos para acceder a esta agua del subsuelo de la ciudad. “Como yo ya me lo veía venir, pedí los permisos antes, ahora están totalmente paralizados. Hay compañeros sin trabajo por no poder coger agua”, explica Jordi. Su empresa también consiguió los permisos para coger agua regenerada (la de las depuradoras) de la Estación Depuradora de Agua Regenerada (EDAR) de Sabadell. Ni el agua freática ni la regenerada son potables, por lo que no valen para el consumo humano ni para llenar piscinas, pero sí para los desatascos, la limpieza de calles o el riego de jardines.

Manuel y Dani se suben al camión, tienen que bajar quince calles hasta encontrar uno de los 26 puntos de toma de agua freática de la ciudad. Una vez cargada la cuba, el camión vuelve al punto en el que estaba para acabar parte del riego de supervivencia. A lo largo del día recorren hasta seis distritos de la ciudad. Una media de dos recargas al día para cubrir todas las plantas que tienen asignadas.

placeholder Riego se supervivencia en Barcelona. (C. S.)
Riego se supervivencia en Barcelona. (C. S.)

Cuatro de la tarde, recta final de una intensa jornada. En la base de Sant Vicenç, Jordi organiza a sus trabajadores para atender los servicios que van entrando. Desatascos, riegos, problemas con las cañerías… Los camiones cuba grandes se desplazan por toda la provincia con la limitación de coger agua. Lo que antes era rellenar el camión en su base y dirigirse al servicio, ahora se ha convertido en un auténtico vía crucis. El camión sale del garaje y tiene que ir al centro de Barcelona o a Sabadell a cargar. Previamente, los conductores se enfrentan al correspondiente atasco en las rondas de la ciudad: hora y media de entrada y otra hora de salida. Total, un servicio igual a tres horas. “Ni es rentable para el cliente, porque los precios han subido, ni para la empresa, que tiene a sus trabajadores parados en un atasco, polucionando la ciudad y sin poder cumplir con los encargos”, zanja Jordi.

Cinco y media de la mañana en Sant Vicenç dels Horts (Barcelona). Daniel empieza su turno. Se encarama al camión cisterna de la empresa de desatascos MesKnet. Es más pronto de lo habitual porque los jueves hace horas extra. Arranca y toma la autopista en dirección a la capital. La sequía ha trastocado por completo el día a día de la compañía y la de otras muchas que prestan servicio en la comunidad. Por ejemplo, los puntos para recargar han disminuido y eso para Daniel supone tragarse los atascos de la capital para poder llenar la cuba de agua. No es lo único, las llamadas de vecinos para intentar convencerles de que les llenen las piscinas se multiplican.

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