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S'ha Acabat, la revuelta de los estudiantes catalanes que 'solo' quieren ir a clase
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frente a los piquetes de la huelga indefinida

S'ha Acabat, la revuelta de los estudiantes catalanes que 'solo' quieren ir a clase

La Pompeu tiene en total a unos 140 encerrados (70 en el campus de la Ciudadela, donde se produjeron los forcejeos, 40 en Poblenou y 30 en el del Mar). Es la más afectada

Foto: Estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra, partidarios y detractores de la huelga indefinida convocada en las universidades catalanas, protagonizaron momentos de tensión este martes. (EFE)
Estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra, partidarios y detractores de la huelga indefinida convocada en las universidades catalanas, protagonizaron momentos de tensión este martes. (EFE)

Grupos de estudiantes —encapuchados— durmieron este lunes en la Pompeu Fabra y a primera hora de la mañana comenzaron a levantar barricadas en las puertas de acceso para boicotear el inicio de clases. Poco después, 300 estudiantes que querían asistir no podían entrar en el edificio junto a Zoo. La historia de la semana pasada se repite: grupos de estudiantes prohíben el paso y otros solo quieren sacar adelante sus carreras. Algunas organizaciones llaman, así, a una huelga indefinida que no tiene motivos académicos ni laborales. Solo políticos. Y los partidos independentistas asisten expectantes a cómo se desarrollan los acontecimientos, porque los universitarios son su última esperanza de mantener la tensión. Es la única tropa de choque que, hoy por hoy, se mantiene en las calles de Cataluña.

Tensión entre estudiantes a favor y en contra de la huelga en Cataluña

Con esa concepción en la mochila, las organizaciones Sindicat d’Estudiants (SE) y Sindicat d’Estudiants dels Països Catalans (SEPC) convocaron huelga indefinida en las universidades catalanas a partir de este martes. Pero esas plataformas no hablan de tasas universitarias, ni de acceso a la cultura ni de democracia. Los estudiantes proclives a la huelga hablan de “la represión del régimen del 78”, de la sentencia del 1-O y de “revuelta popular”. Una huelga política, no estudiantil.

El SPEC señala que “llevamos dos semanas en las que el movimiento popular ha demostrado que está más vivo que nunca”. Para justificarse, este sindicato explica que “en los institutos y en los centros de FP, los cuerpos policiales nos intimidaron y las direcciones de los centros nos negaron la posibilidad de hacer huelga. Nos infantilizaron”. Y luego señala que, en las universidades, “los estudiantes exigimos la evaluación única y la anulación de las actividades para garantizar la máxima respuesta a la sentencia del ‘procés”.

placeholder Varios estudiantes de la Pompeu Fabra esperan a las puertas de la Facultad de Ciencias Sociales. (EFE)
Varios estudiantes de la Pompeu Fabra esperan a las puertas de la Facultad de Ciencias Sociales. (EFE)

Enfrente está una mayoría de estudiantes que no comulgan con la ‘revuelta popular’ que se vende desde determinados estamentos políticos. La organización S’ha Acabat ya plantó cara la pasada semana en la Facultad de Económicas de la Universidad de Barcelona: a pesar de las barricadas, los estudiantes que querían estudiar lograron saltar por encima de esas barricadas y abrieron las aulas.

“Pisotearon nuestros derechos”

“Este martes, en la Pompeu Fabra, una decena de encapuchados había puesto las barricadas en la única entrada no automática que no pudo bloquear el rectorado. No quisimos ejercer la violencia. Solo empujamos y al final desistimos antes de que la cosa pasase a mayores. Pero se visualizó que mucha gente quería entrar y esa gente vio pisoteados sus derechos por otra gente que quiere decidir sobre su futuro”, explica a El Confidencial Josep Lago, dirigente de S’ha Acabat. En las otras dos grandes universidades, la de Barcelona y la Autónoma, la normalidad fue la tónica general.

placeholder Partidarios y detractores de la huelga indefinida en la Pompeu Fabra. (EFE)
Partidarios y detractores de la huelga indefinida en la Pompeu Fabra. (EFE)

La Pompeu tiene en total a unos 140 encerrados (70 en el campus de la Ciudadela, donde se produjeron los forcejeos, 40 en Poblenou y 30 en el del Mar). Es la universidad más afectada, mientras que en la sede de Manresa de la Universidad Politécnica de Cataluña también hubo ocupación de los espacios públicos.

Núria Martí, portavoz de Arran, la organización juvenil de la CUP, arengaba a la juventud a sumarse a la huelga en una carta abierta dirigida a sus activistas este domingo. Señalaba que “las barricadas son importantes, son legítimas y son necesarias: nos protegen del enemigo y nos permiten avanzar posiciones". “Mucha gente, sobre todo gente rica, no se explica por qué han salido a las calles a quemar contenedores o a arrancar baldosas del suelo. Si esta gente hubiera acumulado tanta rabia como la que tú tienes, seguramente se estaría preguntando porqué no has quemado todos los contenedores de la ciudad, todos los bancos, todas las tiendas donde explotan a tus amigos, todos los cuarteles, todas las iglesias, todas las banderas españolas, todas las sedes de los partidos que nos condenan a unas vidas miserables”.

El SEPC, por su parte, asegura que “los estudiantes somos parte de esta generación sin futuro: hijos de una crisis ecológica cada día más acentuada, de un machismo al que hemos de hacer frente cada vez con más armas, de un sistema capitalista que nos desahucia, nos expulsa de la educación, nos condena a trabajos precarios para sobrevivir y nos patologiza cuando no seguimos lo que establece el orden económico”. Apela el sindicato a las consignas independentistas y termina admitiendo que la huelga se convoca “para garantizar que los centros educativos se transforman en lugares donde la crítica sea la norma y para permitir que los estudiantes podamos estar en la calle defendiendo el derecho a la autodeterminación de los pueblos, la amnistía de todos los presos políticos y la condena más firme a la represión”.

La trampa de la evaluación única

Una de las reivindicaciones de esta huelga es, sorpresivamente, la exigencia de la “evaluación única”. ¿Por qué? Muy sencillo: para tener la posibilidad de estar exento de la asistencia a clase. La evaluación única representa no solo no tener que asistir a clase sino no tener que hacer trabajos durante el curso. Todo dependerá de un solo examen. De ese modo, los estudiantes tendrán todo el tiempo para ocupar las calles en vez de las aulas.

Josep Lago lo tiene muy claro: “Si consiguen la evaluación única, tendrán carta blanca para sembrar el caos”. Para el dirigente de S’ha Acabat, el posicionamiento de los sindicatos independentistas “es una imposición ideológica para romper la normalidad democrática”. Algunos rectores están negociando con los sindicatos convocantes de la huelga la implantación de la evaluación única, tras las amenazas de hacer desatar una guerra sin cuartel en los centros académicos. “Es intolerable que un rector negocie con unos encapuchados, que negocie con los que levantan barricadas para pisotear los derechos de los demás. Eso es un chantaje”, denuncia Lago. Estas negociaciones fueron confirmadas por el rector, Jaume Casals, que declinó hacer comentarios a este diario.

Foto: Estudiantes de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), partidarios y detractores de la huelga indefinida convocada en las universidades catalanas. (EFE)

Según fuentes de los convocantes, no obstante, se va a intentar pactar con diferentes rectores que no solo se implante la evaluación única sino que haya la posibilidad de devolver las matrículas si se pierde el curso por culpa de las movilizaciones.

La tensión hizo que la Secretaría de Política Universitaria del propio PSC emitiese un comunicado. “Algunos colectivos han ejercido presiones inaceptables sobre equipos rectorales u órganos de dirección y han ocupado espacios comunes”, denuncian los socialistas. Recuerdan que “los legítimos llamamientos a la huelga por parte de algunos sindicatos de estudiantes y una parte del profesorado han de ser canalizados siguiendo los procedimientos establecidos, pero no ejerciendo la coacción ni la fuerza para imponer su criterio a la mayoría de la comunidad académica”. El PSC pide, así, garantizar “que el estudiante que quiera asistir a clase, estudiar y superar las asignaturas en que se matriculó —en algunos casos, con un gran esfuerzo personal o familiar, dado que las tasas en Cataluña son de las más altas de Europa— lo pueda hacer sin que sus derechos se vean alterados por las acciones ideológicas o partidistas de una parte”.

Pero el SE quiere extender la huelga más allá de la universidad y presentó también una propuesta de huelga en los institutos durante los días 30 y 31 de octubre, “en defensa de los derechos democráticos de la juventud y contra la criminalización de los estudiantes”, según consta en una comunicación firmada por Borja Latorre, representante de la comisión ejecutiva de esta organización.

Grupos de estudiantes —encapuchados— durmieron este lunes en la Pompeu Fabra y a primera hora de la mañana comenzaron a levantar barricadas en las puertas de acceso para boicotear el inicio de clases. Poco después, 300 estudiantes que querían asistir no podían entrar en el edificio junto a Zoo. La historia de la semana pasada se repite: grupos de estudiantes prohíben el paso y otros solo quieren sacar adelante sus carreras. Algunas organizaciones llaman, así, a una huelga indefinida que no tiene motivos académicos ni laborales. Solo políticos. Y los partidos independentistas asisten expectantes a cómo se desarrollan los acontecimientos, porque los universitarios son su última esperanza de mantener la tensión. Es la única tropa de choque que, hoy por hoy, se mantiene en las calles de Cataluña.

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