Acto de contrición de Torra, que reconoce errores en el proceso independentista

Quim Torra es humano y ha rectificado, y mucho el tiro, entre su discurso de hoy y el del sábado”. Hoy se ha dirigido a los diputados con humildad, se ha centrado en la gestión, pese asegurar que su gobierno es “provisional”. Ha insistido en el carácter inclusivo de su proyecto: “la república es todos”. Incluso ha reconocido errores en los hechos de octubre: “ningún independentista ha de tener el problema en reconocer que no hemos hecho bien algunas cosas”. Eso sí ha arrancado el discurso con una afirmación que supedita toda su presidencia a la tutela de un tercero: “nuestro presidente es Carles Puigdemont”.

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El discurso de Torra ha sido más que un programa de investidura, una acto de contrición. En el reconocimiento de lo que se ha hecho mal ha hablado de “lecciones aprendidas en los últimos meses. Hemos de reconocer los errores y aciertos” y ha asegurado que son unos días que “hemos de estudiar bien”.

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Y ha empezado por los suyos. Casi emulando la Rey emérito Juan Carlos I en su hora más amarga: “lamento que unos tuits sacados de contexto dirigidos al Gobierno del Estado hayan podido ofender a nadie. También lo siento si fruto intensidad que pide el periodismo haya podido utilizar una palabra inconveniente. Me arrepiento y no volverá a pasar".

Eso sí ha sido un perdón tanto en lo personal, como en lo colectivo, condicionado, exigiendo “lo mismo en el otro lado, han de rechazar la prisión y el exilio”.

Ha habido menos citas literarias. La principal referencia ha sido el presidente de la Generalitat en el exilio Josep Irla, que murió en Francia sin ver caer el franquismo. O el final del discurso con ese “Tot és ara i res” –“Todo es ahora y nada”– del poeta Joan Vinyoli, con el que ha cerrado su alocución, lo que daría a pensar que se ve a si mismo como Irla, un personaje de tránsito impelido por unas circunstancias trágicas. Y que tal vez, aspirando a todo ahora no consiga nada.

Acento en la gestión

A partir de aquí, además de la autocrítica, tal vez la más relevante del independentismo hasta ahora, Torra ha puesto dos acentos en su discurso: la inclusividad de sus proyecto, él, que ha sido criticado por el sectarismo de sus ideas, y en proyectos de gestión, muy concretos, que le han ocupado el grueso del tiempo.

El ataque a España ha sido mucho más leve. “Con la muerte de Franco hubo la oportunidad de que España se convirtiese en el estado que queríamos, un estado democrático” y ha añadido que “El problema catalán no es sólo el problema de la libertad de Cataluña, también es el problema de la libertad de España. La soberanía política de los catalanes para definir nuestro futuro, que es el punto central del debate”, ha asegurado el candidato en un tono tranquilo, casi pidiendo disculpas.

Perspectiva de diálogo

“El Estado español no nos reconoce ni como interlocutor ni como sujeto político” ha lamentado Quim Torra, que esta vez de manera implícita ha vuelto a tender su mano al Gobierno de Mariano Rajoy.

El resto del discurso se ha centrado en obras concretas de gestión, desde una nueva Ley de Salud hasta potenciar las energía renovables. Muchos proyectos eludiendo problemas concretos, como si se participa en la nueva negociación del sistema de financiación autonómica. En cambio ha destacado proyectos de cohesión social, el nuevo Plan para la Vivienda, el desarrollo del Pacto Nacional para la Industria o la creación de una nueva empresa que ha definido como “la ATLL pública”. Por tanto, muchos proyectos.

Proceso constituyente

El proceso constituye correrá a cargo de la “Asamblea de Cargos Electos será una entidad destinada a tener un papel muy importante”, en palabras de Quim Torra. Esta Asamblea se convertirá en un parlamento paralelo que funcionará al margen de la vida parlamentaria.