La plaza de Sant Jaume clama por el diálogo en el conflicto catalán

La imagen de una Cataluña monocromática se resquebraja. Después de semanas -meses, años- de independentistas con esteladas en las calles al grito de "las calles serán siempre nuestras", emergen otras tonalidades. Esta mañana la plaza de Sant Jaume se ha llenado de gente vestida de blanco pidiendo diálogo, manifestantes muy preocupados con una posible Declaración Unilateral de Independencia el martes. "Mi corazón está roto. Han creado una división muy fuerte, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo, que dimitan Rajoy y Puigdemont si no pueden arreglarlo", resumía María Ángeles antes de romper a llorar.

La manifestación rebosó Sant Jaume, tradicional feudo independentista, como hace una semana lo hizo una marcha con banderas de España a favor de la Constitución. Era gente vestida de blanco, tranquila, pasando la mañana. Sin banderas y con alguna pancarta -alguna bastante ingeniosa-: "Una bandera solo es un trapo", "es hora de tener sexo". "First dates especial políticos" o "un poquito de por favor". Hubo cánticos de "hablen o dimitan" y cánticos de "así no" dirigidos al Palau de la Generalitat (la misma expresión que Puigdemont le dijo al Rey tras su firme discurso).

Mercedes expresó su enorme preocupación. "Llevo 50 años en Cataluña y he luchado mucho por Cataluña. Quiero la Cataluña que teníamos antes, no la que nos pinta. Espero que no haya DUI y que vuelva en 'seny", cuenta. Ella no fue a votar al referéndum del 1-O. "Habría ido a un referéndum legal y habría votado que no".

Cataluña vive días intensos de movimientos para presionar a Puigdemont. La CUP, ANC, Omnium y parte de ERC intentan que declare la independencia y que salga el sol por Antequera. Buena parte de la prensa, parte del PDeCat y los no independentistas intentan evitarlo convencidos de que sería la suspensión de la autonomía. El domingo hay prevista una gran manifestación constitucionalista.

Mucha gente vio la manifestación a favor del diálogo como una última oportunidad de mostrar su descontento. Julia Martínez señaló a la senyera y la bandera española en lo alto del Palau: "Llevamos años viviendo conjuntamente y no entiendo por qué nos pueden separar. Esto es como un matrimonio en el que tienen que ceder los dos. La catalana y la española son culturas complementarias, no excluyentes". Como Julia, mucha gente se reivindica en un terreno intermedio: "Cada vez hay más ciudadanos en los extremos, pero creo que hay que pensar con la cabeza porque si no no nos va a llevar a nada bueno".