No todos los caminos llevan a la Puerta del Sol: el corredor que uniría el 25% del PIB de España

El Corredor Cantábrico Mediterráneo es una vieja reivindicación que une a Aragón y a la Comunidad Valenciana desde hace décadas. El trazado ferroviario lograría que el 25% del PIB del país, desde el puerto de Bilbao hasta el de Sagunto, tuviera conexión comercial, y con ello se multiplicaría la logística en la vertiente noreste con su conexión europea. La reclamación pasa por acelerar las obras en ejecución y, de manera urgente, electrificar los 315 kilómetros de ferrocarril que unen Zaragoza y Sagunto, el hub logístico más importante del sur de Europa y uno de los puertos de mercancías con más potencial.

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Esta conexión ferroviaria daría respuesta logística a cuatro autonomías con un alto desarrollo industrial, la Comunidad Valenciana, Aragón, La Rioja y País Vasco. En este sentido, los gobiernos de Aragón y Valencia firmaron una declaración institucional, hace pocos días, para que la conexión sea prioritaria en el trazado de la red europea de transportes y tener asegurada financiación de la UE. La reclamación, sin embargo, no tiene reflejo en los Presupuestos Generales del Estado. Es una crítica recurrente de Teruel Existe, socio parlamentario del Ejecutivo central. Aunque Pedro Sánchez introdujo el proyecto en el acuerdo de legislatura, no ha tenido mejoría presupuestaria.

Los empresarios aragoneses y valencianos estiman que existe actualmente una demanda potencial suficiente como para que al menos entre 48 y 54 trenes de mercancías semanales recorran el Corredor Cantábrico-Mediterráneo en cada sentido, si el estado de la infraestructura fuese el adecuado para ofrecer un servicio competitivo. Además, consideran este eje fundamental para superar el mapa radial de infraestructuras ferroviarias y el excesivo peso histórico de Madrid. Este corredor uniría varias plataformas logísticas y los puertos de Castellón, Valencia, Bilbao, así como el puerto seco de Zaragoza a través de la plataforma logística Plaza.

La puerta sur de Europa

Sobre el Corredor Cantábrico Mediterráneo se han escrito ríos de tinta. Y se ha hecho muchísima política. Sin embargo, la realidad es que falta una verdadera voluntad política desde el Gobierno central por acelerar el trazado ferroviario. Hace ya más de dos décadas que se anunció su construcción con toda clase de prestaciones, pero desde entonces distintos contratiempos han ralentizado el proyecto. Primero fue la recesión económica por la crisis financiera del 2008 y después su retirada del Mecanismo Conectar Europa durante el Gobierno de Mariano Rajoy. A día de hoy, la línea ferroviaria avanza con lentitud, pero con un grito unánime por su ejecución desde los gobiernos autonómicos de Aragón y la Comunidad Valenciana, junto al apoyo de los agentes sociales.

Opinión

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La inversión actual de 450 millones de euros en las obras del ferrocarril convencional van avanzando poco a poco. Como ejemplo de la precariedad de la línea, para hacer un recorrido entre Zaragoza y Valencia, de poco más de 250 kilómetros de distancia, se necesitan más de cuatro horas. Por otro lado, el desdoblamiento de la vía y su empuje comercial a través de las mercancías sigue sin ser una realidad. El Gobierno central ha refirmado su compromiso en varias ocasiones, pero sin presupuesto ni plazos de ejecución.

El hastío en las comunidades aragonesa y valenciana se puso de manifiesto, hace pocos días, en un acto conjunto entre ambos gobiernos con el aval de las patronales. Tanto los presidentes Javier Lambán como Ximo Puig insistieron en tejer un frente común para reclamar un eje ferroviario que consideran fundamental para el conjunto del país. Los dos ejecutivos, en un documento, dejaron claro que las obras para hacer el Corredor Cantábrico Mediterráneo "no se producen al ritmo deseable" y que la asignación y ejecución "decidida" de inversiones para la mejora y consolidación de este eje ferroviario es "imprescindible" para aumentar el tráfico de mercancías.

Sin presupuestos ni plazos

El Corredor es para el Gobierno central un proyecto "fundamental", según fuentes de Adif consultadas por El Confidencial y así lo han traslado a los ejecutivos de Aragón y de la Comunidad Valenciana. Sin embargo, esta afirmación choca con la realidad: no hay un calendario de obras ni de los estudios pertinentes para la posterior licitación de proyectos. La importancia de este corredor se ejemplifica en la conexión comercial que existe entre las dos regiones. La comunidad aragonesa es el segundo cliente comercial de Valencia y su tercer proveedor autonómico. U otro dato: a día de hoy el 10% de las mercancías que entran en el Puerto de Valencia provienen de Zaragoza y la previsión es que esta cifra se multiplique cada año. Sin la ejecución completa del Corredor Cantábrico Mediterráneo, especialmente entre las dos capitales, se podría generar un embudo comercial por la alta demanda de trenes de mercancías.

Fuentes del sector consultadas por este periódico aseguran que el futuro del transporte de mercancías en la vertiente noreste del país pasa por el Corredor Cantábrico Mediterráneo, por lo que el desdoblamiento de la vía no puede esperar más. "Hay estudios para la ejecución de la línea que llevan más de 15 años sin resolverse”, indican estas fuentes. Desde el Ministerio de Transportes detallan que el estudio informativo del tramo Zaragoza-Teruel está cerca de salir a información pública; el trazado más complejo, Teruel-Valencia, aún está en fase de análisis técnico en el Ministerio de Transición Ecológica por la orografía en el recorrido.

En este contexto, y a la espera de un mayor compromiso presupuestario y de plazos en la ejecución, como insisten desde los ejecutivos socialistas de Aragón y Valencia, la modernización del trazado lleva más de cien años al ralentí. Han pasado veinte años desde que se desechó la idea de que Teruel fuera parada en la línea de AVE Madrid-Valencia. La respuesta fue que se compensaría con un trazado entre Bilbao y Valencia, tanto en línea de alta velocidad como en la apuesta por el gran corredor ferroviario del Cantábrico Mediterráneo. Y poco se ha avanzado desde entonces.