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La Cueva de Ardales: porque 58.000 años ‘no es nada’...
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“GRAN LABORATORIO DE LA HUMANIDAD”

La Cueva de Ardales: porque 58.000 años ‘no es nada’...

“Esto es el paraíso terrenal”, subraya uno de sus arqueólogos de referencia. Se trata de un conjunto prehistórico de 1.500 metros cuadrados de profundidad y que se ha convertido en uno de los más importantes centros de arte rupestre de Europa

Foto: Excavaciones arqueológicas en la Cueva de Ardales. (Cedida)
Excavaciones arqueológicas en la Cueva de Ardales. (Cedida)

La primera vez que Pedro Cantalejo entró en la Cueva fue en 1979. La frecuentó a partir de 1981 como estudiante de Historia, y desde 1985 está vinculado de manera profesional a la Cueva de Ardales, un colosal entorno prehistórico en Málaga de 1.500 metros cuadrados de profundidad. Son 325.000 metros cuadrados de grandes salas: una de ellas tiene las dimensiones de un campo de fútbol.

Cantalejo se jubiló en diciembre y ahora sigue como investigador senior. Su cargo oficial fue técnico general del patrimonio histórico, no solo de la Cueva (en mayúscula), sino de especialista en protección del territorio con el Desfiladero de los Gaitanes, una parte imprescindible del Caminito del Rey, atracción turística nacional que ahora aspira a ser Patrimonio de la Humanidad.

placeholder Caballo paleolítico grabado en el suelo. (Cedida)
Caballo paleolítico grabado en el suelo. (Cedida)

Hay que volver a la Cueva, también denominada de Doña Trinidad, y ya uno de los más importantes centros de arte rupestre de Europa. Desde los años 90 se sabía la importancia del espacio como representante del arte figurativo de animales y elementos femeninos, pero se desconocía la antigüedad. La tecnología se hizo más precisa y a partir de 2014, con la incorporación de un equipo internacional, liderado por el profesor Gerd-Christian Weniger (Universidad de Colonia). Y se demostró que se podrían datar fechas anteriores a 45.000 años. Ahora han comprobado que en Ardales se pintaba hace 58.000 años. Marcas, manchas, manos en fragmentos de ocre en el Paleolítico medio. El estudio se publicó el pasado miércoles en la reputada revista ‘Plos One’.

Los trabajos cuentan con el respaldo económico del proyecto del Ministerio -HAR2017-87324P-, de un proyecto europeo -CRC 806.Our Way to Europe- y del grupo HUM440 de la Junta de Andalucía de la Universidad de Cádiz. La UCA tiene un convenio de colaboración suscrito con el Neanderthal Museum de Düsseldorf y el Ayuntamiento de Ardales.

placeholder Marcas realizadas con los dedos en color rojo. (Cedida)
Marcas realizadas con los dedos en color rojo. (Cedida)

Pedro Cantalejo muestra interés en recalcar algo que no aparece en las revistas científicas: se trata del hecho de que los últimos neandertales y los primeros sapiens no solo comparten similitudes físicas, sino modo de actuar. “Hemos estudiando los restos arqueológicos y son muy parecidos, tienen unos comportamientos muy similares. En el siglo XIX se decía que estaban solo diseñados para sobrevivir, pero no. Tenían interés en su futuro”.

“Esto es un paraíso terrenal”

Una de las ventajas de la Cueva de Ardales es su latitud. Junto a otros espacios arqueológicos como la Cueva de la Pileta o la Cueva de Nerja (Málaga). Si en Asturias o Cantabria la alimentación se basaba en la caza de renos y bisontes, en el sur comían, además de cabras y ciervos, doradas, mejillones, cangrejos y todo tipo de mariscos como se ha demostrado en la Cueva del Tesoro, en Rincón de la Victoria.

Foto: El desprendimiento de gran parte de una de las pinturas rupestres en la isla de Sulawesi, en Indonesia.

“Esto es un paraíso terrenal y un gran laboratorio de la humanidad”, narra Cantalejo. Al arqueólogo le seduce trabajar sobre el terreno, pero remarca cómo la Prehistoria actual está en manos del laboratorio, de pruebas con carbono 14, de análisis y contraanálisis en distintos centros hasta publicar los datos en revistas científicas de prestigio internacional.

Las posibilidades de radiografiar en profundidad la Cueva, por ahora, no tienen límite. Hay trabajo para varias generaciones. Ardales posee 22 metros de relleno sedimentario… y solo se han excavado dos. “Con probabilidad nos encontraremos un yacimiento. La Cueva de Ardales se mantiene intacta”, asegura. Y no quiere ninguna comparación con Atapuerca. “Aquello es un hito en el conocimiento de la Prehistoria y nos aclaró toda la secuencia de la existencia de vida”.

placeholder Sondeos en la Sala del Saco. (Cedida)
Sondeos en la Sala del Saco. (Cedida)

José Ramos Muñoz, natural de Torre del Mar (Málaga), catedrático de Prehistoria de la Universidad de Cádiz, lidera el equipo de excavaciones en la cueva malagueña. “Se conocían más las cuevas del Cantábrico y el sur estaba como en un segundo plano”, admite Ramos. Porque en Ardales se ha conseguido demostrar que no vivían en la Cueva (habitáculo para los enterramientos en el Neolítico), sino en el umbral de la entrada, donde ahora mismo se sitúa el aparcamiento de acceso a la cavidad.

Una de las grandes aportaciones es que han conseguido ‘bajar’ en 20.000 años la vida en Ardales. “La Cueva tiene mucho futuro y hay que seguir. Dentro de 50 o 100 años se podrá seguir investigando”, augura el catedrático al que le gusta el trabajo de campo y hacerlo de manera interdisciplinar con geólogos, físicos y químicos. “Es emocionante”, subraya, “pero luego viene el análisis, más lento y fundamental. La vida me ha enseñado que hay que reflexionar y leer muchísimo”.

Ramos, revisitando la letra de la canción, está dispuesto a decir porque 58.000 años no es nada…

La primera vez que Pedro Cantalejo entró en la Cueva fue en 1979. La frecuentó a partir de 1981 como estudiante de Historia, y desde 1985 está vinculado de manera profesional a la Cueva de Ardales, un colosal entorno prehistórico en Málaga de 1.500 metros cuadrados de profundidad. Son 325.000 metros cuadrados de grandes salas: una de ellas tiene las dimensiones de un campo de fútbol.

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