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María Gámez, un mando en femenino que no se plantó ante Marlaska
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EL PERFIL DE LA DIRECTORA DE LA GUARDIA CIVIL

María Gámez, un mando en femenino que no se plantó ante Marlaska

Quienes conocen a la directora de la Guardia Civil destacan su rigurosidad y preparación técnica y aseguran que se siente víctima de una cacería por su condición de feminista

Foto: Entrega del Premio Valores en Málaga.
Entrega del Premio Valores en Málaga.
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"Cuando la nombraron la llamé y le dije, María ese es sin duda tu sitio". Lo comenta una persona cercana a la directora general de la Guardia Civil. Quienes conocen su perfil profesional y personal y su trayectoria pública estuvieron convencidos de que María Gámez, a sus 51 años, había llegado a un puesto que le encajaba a la perfección. Fue una convicción generalizada. Menuda, discreta, rigurosa, cero folclórica, eficiente, con capacidad de gestionar equipos e ímpetu en el mando, así la describen sus allegados. Una persona que explican que se hacía a los cargos a la perfección en poco tiempo hasta que le llegó a este puesto, clave en el funcionamiento del Estado.

La malagueña, primera mujer al frente del instituto armado, se ha situado en el ojo del huracán tras desvelar este periódico un documento en el que, negro sobre blanco, se fija con precisión por qué el Ministerio del Interior cesó al coronel Diego Pérez de los Cobos. Una comunicación reservada que demostraba que el ministro Fernando Grande-Marlaska había faltado a la verdad ante los medios y en sede parlamentaria cuando desvinculó el cese de la investigación judicial sobre el 8-M y el coronavirus por un juzgado en Madrid. Una nota, que se escribió un domingo, y que ha puesto en el foco a una mujer que había optado por un perfil bajo y discreto, sin hilo directo con periodistas ni medios y con un traje muy institucional.

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Gámez fue una alumna brillante de la facultad de Derecho de Málaga que no pensaba, ni mucho menos, entrar en política. No iban por ahí sus pasos. Se preparó una oposiciones muy duras, como técnico de la Administración civil del Estado. Estudió con becas, era la menor de 11 hermanos, y fue de las primeras mujer en su provincia en obtener una plaza TAC. Un lugar como alta funcionaria al que no tuvo reparo en volver, descartando otros altos cargos en la Junta de Andalucía, cuando decidió retirarse de la política en 2016 tras dos intentos fallidos de disputarle la alcaldía a Francisco de la Torre. Antes ya había sido delegada de la Consejería de Innovación, su primera incursión como independiente allá por 2004, y delegada de la Junta en Málaga.

"Dispuesta a resistir"

Hace cuatro años sus compañeros recuerdan que se fue en silencio, sin reproches y sin hacer ruido. Sin 'vendettas' en plena guerra del susanismo y el sanchismo. Ahora, insisten quienes la conocen, lo haría igual. Quienes han hablado o mensajeado con Gámez en los últimos días aseguran que se siente "dolida" y "atacada" pero que la han encontrado "fuerte" y dispuesta a "resistir". Para sus amigos, la directora general de la Guardia Civil es "perseguida como mujer y feminista" por los sectores más conservadores del cuerpo. Ella, al parecer, también lo vive así. "Mira Margarita Robles fue ministra de Defensa y antes secretaria de Estado de Interior y jamás tuvo un problema con la Guardia Civil siendo mujer", replican quienes conocen por dentro el funcionamiento de un ministerio muy complejo.

"María tiene una capacidad de sacrificio y entrega a su trabajo que no es normal. Fíjate cómo es y quizás se enfade porque cuente esto, pero ella tiene tres hijos, uno de ellos es dependiente, y se ha llevado dos meses y medio sin poder venir a Málaga a verlo. Todos sabemos que para ella sus hijos están por delante de todo lo demás. Cuando le preguntábamos que por qué no venía, porque sabíamos que lo estaría pasando muy mal, ella nos explicaba que no se podía permitir que vieran en el tren a la directora general de la Guardia Civil en pleno estado de alarma porque tenía que dar ejemplo. Esto define perfectamente cómo entiende su trabajo", explica una amiga.

"Proyecta una imagen de distancia que luego no es verdad, parece seca pero no lo es", explica alguien próximo a la directora de la Guardia Civil

"Metódica", "exigente", "muy rigurosa", "perfeccionista", "reservada", "poco expansiva"... Son calificativos que afloran cuando se pregunta sobre el perfil profesional de Gámez. De la política, le falta el punto populista o artista. "La ves tiesa como una vara pero sin embargo es muy cercana en el trato. Proyecta una imagen de distancia que luego no es verdad, parece seca pero no lo es", explica alguien próximo. Como directora general de la Guardia Civil solo cambió una cosa en el trato con sus amigos. Ahora la acompaña sí o sí un número importante de escoltas. Ella al principio se disculpaba tímida explicando que en ningún caso podía pedir que se retiraran porque les buscaría un problema a los agentes. Así que, explican los suyos, lo asumió sin aspavientos y con disciplina. En estos meses no ha expresado ninguna queja, ningún comentario cuando ha tenido ratos con amigos, sobre cómo se estaba adaptando al nuevo puesto. "Si aireara esas cosas no sería ella", dicen desde su círculo.

Su conexión con Marlaska

Gámez es callada pero quienes trabajaron con ella en el Ayuntamiento de Málaga aseguran que sabe delegar y gestionar equipos. "Desde luego que no es una política al uso", explican sobre ella. Tras su retirada de la política y cuando nadie pensaba que iba a volver, porque ella anunció que cerraba de forma definitiva esa etapa, en 2018, dos años más tarde, aceptó ser subdelegada del Gobierno en Málaga. Ahí estrechó su relación con el ministro Fernando Grande-Marlaska. No solo por su gestión del caso Julen, el niño que murió atrapado en un pozo ilegal, tras días en vilo todo el país. "La Subdelegación del Gobierno en Málaga es de las más complicadas de España, narcotráfico, inmigración ilegal... Lo tiene todo y Gámez destacó por su eficacia”, destaca alguien que trabajó con ella en esa responsabilidad. "Conectaron muy bien".

Foto: La directora general de la Guardia Civil, María Gámez, en un acto. (EFE)

Pedro Sánchez ha cerrado filas con el ministro de Interior y nadie en el Gobierno admite que vayan a producirse ceses ni que Gámez esté en peligro. Sin embargo para quienes conocen los entresijos de Interior, incluso dentro de las filas del PSOE, la directora general de la Guardia Civil está "achicharrada". Admiten que su continuidad es complicada no por falta de apoyos de sus superiores, el ministro la eligió como una pieza fundamental de su equipo y su confianza sigue intacta, sino por el rechazo que genera ahora mismo dentro del cuerpo.

"No sé si ella lo sabe, pero el gran problema que tiene ahora mismo Gámez dentro de la Guardia Civil no es el cese de Pérez de los Cobos ni la comunicación reservada, lo que no va a poder superar es que se filtrara como respuesta ese primer informe, que los agentes se negaron a entregarle en un primer momento, y que se les sometiera a escarnio y burla por ese documento sin que ella haya salido en defensa de la dignidad de la Guardia Civil en ningún momento. No se ha pronunciado para frenar los ataques, eso no se lo van a perdonar", asegura alguien que formado parte de la cúpula de Interior. En las bases se ha extendido la convicción de que fue el propio ministerio quien filtró ese informe para desacreditarlos tras el pulso por la primera publicación, en El Confidencial, de qué decía ese informe.

Foto: Fernando Grande-Marlaska. (EC)

El Gobierno se expone a que se impute a la directora general de la Guardia Civil por prevaricación. Vox ya lo ha intentado pero su querella fue inadmitida. El entorno de Gámez traslada su total tranquilidad por este extremo. "No he trabajado con nadie más riguroso que María en el cumplimiento de la ley", asegura alguien que formó parte de su equipo. Precisamente, ese conocimiento estricto de la norma es lo que posiblemente, explican quienes la conocen, llevó a la directora a plasmar con esa exactitud en una nota el cese de Pérez de los Cobos.

En caliente

Ella sabe que un cese es un acto que debe motivarse, eso es la base del Derecho administrativo que Gámez tan bien conoce, y lo plasma sin estrategias políticas y sin pensar en las consecuencias o las interpretaciones posibles de lo que había escrito en ese papel, interpretan quienes han sido sus colaboradores. "Lo hace quizás más como alta funcionaria del Estado que como directora general de la Guardia Civil", señala un amigo. "Creo que la perdición de María, que es sin duda una profesional técnicamente impecable, fue no parar al ministro. Marlaska le pidió la cabeza de Pérez de los Cobos en un calentón y ella debió frenarlo, decirle que esperara unos días, que no actuaran en caliente. Viene el verano, le hubiera dado un nuevo destino al coronel, el DAO Laurentino Ceña estaba ya al filo de la jubilación. Gámez debió enfrentarse al ministro y serenarlo, decirle que no era el momento, calmarlo, pero conociéndolo a él, tan temperamental y con ese punto de soberbia, y a ella, por su disciplina, incurrió seguro en un error. Le piden la cabeza de Pérez de los Cobos y la entrega ese mismo domingo", explica alguien que ha formado parte durante años de ese organigrama de Interior. "Ella está absolutamente segura y convencida de que no ha incurrido en ninguna responsabilidad penal, por supuesto que no, quien diga eso no la conoce lo más mínimo", apunta un compañero.

"Hay reglas no escritas en ese sacrosanto cuerpo que tiene 176 años de antigüedad y eso Gámez no ha sabido interpretarlo o no ha querido hacerlo"

Al frente de la Guardia Civil no solo hay que saber mandar, aseguran quienes conocen las características tan especiales de este puesto, "hay que saber ejercer la autoridad de una manera muy especial y hay que saber aguantar la presión". "Hay reglas no escritas en ese sacrosanto cuerpo que tiene 176 años de antigüedad y eso Gámez no ha sabido interpretarlo o no ha querido hacerlo", apunta una fuente del instituto armado. Interior es uno de los ministerios que tiene un solo secretario de Estado, el de Seguridad, Rafael Pérez, por el que pasa todo, y junto con el de la dirección de la Guardia Civil son tres puestos clave para la estabilidad y el buen funcionamiento del Estado de derecho.

La presión de Moncloa

"Ese ministerio es una trituradora de carne, es inmisericorde con sus altos cargos. El desgaste es total. Quien haya ocupado esa cartera lo sabe. Moncloa es una especie de agujero negro donde llega siempre toda la información. Los viernes tarde y los domingos son temibles para un alto cargo de Interior. Esa llamada cuando te suena el teléfono porque el presidente ha llamado al ministro asegurando que le han dicho que se está investigando tal o cual y te exigen información que no controlas, porque ha llegado a Moncloa antes que la cúpula de Interior, y llegan los reproches, las presiones, el enfado de tus superiores y te quedas con cara de tonto pero sabes que no puedes pedir nada o no al menos de forma directa o con exigencias porque no te lo van a dar. Eso hay que comprenderlo, asumirlo y saber manejarlo", aseguran quienes han estado en ese organigrama. "A Gámez le ha faltado esa habilidad, esa cintura. Son puestos para los que no sirve solo una espléndida preparación técnica o mucha experiencia en la gestión. Son cargos para los que no vale todo el mundo", señalan desde ese ministerio.

"En el Ministerio del Interior todo es radicalmente distinto. Como te equivoques en una palabra o una expresión te metes en un lío"

"¿Qué ha podido incurrir en un exceso de lealtad al ministro? Posiblemente. No le dijo 'frena, párate', vamos a ver qué pasa. En Interior todo es radicalmente distinto. Como te equivoques en una palabra o una expresión te metes en un lío". Ese lío es el que a Gámez le puede costar caro. "La directora no ha entendido a la Guardia Civil", apunta un mando del instituto armado. "Nada más llegar nombró a su equipo sin observar la regla de respetar el escalafón. Eso es sagrado para un guardia civil, que desde que sale de la academia tiene una ficha donde aparecen todos sus méritos. Anunció que iba a abrir una nueva etapa, a llevar la igualdad al cuerpo, a promocionar a mujeres y darles más poder. Eso tampoco se entendió. Es verdad", apunta desde dentro una guardia civil. "Nosotros no funcionamos así". Gámez sí.

"Mandar significa firmeza, contundencia, decisión, y eso se puede hacer desde un modelo femenino. Ojalá muchos más hombres —creo que ya lo están haciendo— compartieran ese estilo de mando", declaró Gámez en una entrevista en 'El País' el último 8 de marzo. Ese estilo, el desprovisto de excesos de testosterona, de arranques de coraje, ha sido un sello de la directora de la Guardia Civil en sus anteriores cargos. Hasta que Grande-Marlaska descolgó el teléfono a voces e indignado el pasado domingo 24 de mayo y ella propuso y elevó ese cese que la ha achicharrado en el puesto.

"Cuando la nombraron la llamé y le dije, María ese es sin duda tu sitio". Lo comenta una persona cercana a la directora general de la Guardia Civil. Quienes conocen su perfil profesional y personal y su trayectoria pública estuvieron convencidos de que María Gámez, a sus 51 años, había llegado a un puesto que le encajaba a la perfección. Fue una convicción generalizada. Menuda, discreta, rigurosa, cero folclórica, eficiente, con capacidad de gestionar equipos e ímpetu en el mando, así la describen sus allegados. Una persona que explican que se hacía a los cargos a la perfección en poco tiempo hasta que le llegó a este puesto, clave en el funcionamiento del Estado.

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