Es noticia
En el campo de batalla: así busca la Guardia Civil a los 'narcos' en La Línea y Algeciras
  1. España
  2. Andalucía
la comarca gaditana, escenario de esta guerra

En el campo de batalla: así busca la Guardia Civil a los 'narcos' en La Línea y Algeciras

La vida de los pescadores y jubilados del puerto de la Atunara, zona cero del alijo de hachís. Agentes del Servicio Marítimo: "A los traficantes les incomoda la tensión social"

Foto: Un guardia civil vigila con sus prismáticos a posibles 'narcolanchas' que cruzan la bahía de Algeciras. (Fernando Ruso)
Un guardia civil vigila con sus prismáticos a posibles 'narcolanchas' que cruzan la bahía de Algeciras. (Fernando Ruso)

Hay tiros, drogas y hasta una fábrica de hielo, como en 'Cien años de Soledad'. La crónica de la bahía de Algeciras, con La Línea como eje, se escribe ya con olor a pólvora, desesperación de los 'narcos' y vigilancia intensiva de la Policía y la Guardia Civil.

En la comarca del Campo de Gibraltar uno siempre tiene la sensación de que hay ojos que te miran a cada momento. De que esta tensión apenas será el preámbulo de algo más grave. El Servicio Marítimo de Algeciras del Instituto Armado se encarga de vigilar a los traficantes de droga. Ellos también sufren esa tensión. Cada vez más. Viven un continuo y creciente 'Territorio Comanche'. El Confidencial ha pasado una jornada de trabajo en uno de los barcos de la Guardia Civil, un instrumento clave en esta "guerra" declarada por el Ministerio del Interior.

¿Cómo luchan contra los 'narcos'? Con seis embarcaciones oficiales y una intervenida judicialmente. Están a la espera de otra, según el teniente jefe interino del Servicio Marítimo de Algeciras. La unidad, la más importante del país, con 88 componentes, además cuenta con 15 personas dedicadas a la inspección pesquera. Las cámaras del SIVE (Sistema Integrado de Vigilancia Exterior) suelen detectar estas escurridizas embarcaciones que circulan a una velocidad de 65 nudos. También utilizan prismáticos de día y el radar.

—¿Ves esa playa, la que está junto a ese edificio blanco? La ves, ¿no? Sí, esa, esa. Ahí es donde el domingo dos compañeros tuvieron que disparar al aire —dice el guardia civil mientras el ruido del motor del barco impregna la cabina. Sorprende un letrero pegado con cinta aislante. Este es el mensaje: “En la medida de lo posible no repostar más de 4.000 litros" y añade una explicación: ("para no meter mucho peso"). Ahora se entiende.

placeholder Vista de la Playa de la Atunara en La Línea. (Fernando Ruso)
Vista de la Playa de la Atunara en La Línea. (Fernando Ruso)

¿Será un 'narco'?

El guardia civil sale rápido a la cubierta. Observa algo raro. Duda con la cabeza. El rostro permanece impertérrito. Mira y vuelve a mirar. ¿Será una 'goma'? No lo tiene claro. El capitán acelera la marcha. No, no es un 'narco'. Se trata de un pequeño barco de recreo. Minutos después pasa otra embarcación con turistas que intentan fotografiar cetáceos y delfines.

placeholder El buque de la Guardia Civil en el puerto de la Atunara. (Fernando Ruso)
El buque de la Guardia Civil en el puerto de la Atunara. (Fernando Ruso)

Esto no es Colombia, pero la 'medellinización' de este territorio clave como lugar fronterizo conduce a la ruta del hachís y a motos acuáticas de estos niños/soldado del sur. Niños/soldado que emulan la película de Daniel Monzón sorteando las olas y el caprichoso viento de Levante. También de 'narcolanchas' de 12 metros de eslora (en los últimos siete meses se han incautado 30) que atraviesan los 14 kilómetros del estrecho en busca de la mercancía.

En cada barco, que puede albergar hasta 17 personas, van cuatro guardias civiles. "Nunca se sabe cuándo va a ocurrir algo. No todos los días hay algo, claro. A ellos [los 'narcos'] les está incomodando la tensión social e informativa que se está viviendo en la zona. Y a medida que hay más presencia de nosotros se les dificultan sus labores", explica a El Confidencial el responsable del Instituto Armado. Entre enero y lo que se lleva de mes de mayo, la Guardia Civil ha realizado 10 aprehensiones (45.000 kilos de hachís) y 2.273 kilos de cocaína. En total se han detenido a 161 personas. La cifra va variando con más operaciones en marcha.

"La Línea es un enclave privilegiado y tiene una playa maravillosa. Ahí se podrían haber construido hoteles de pulserita y hubiera sido un éxito"

Ahora es el turno, a babor y estribor, del ferry que procede de Tánger, el que viene de Ceuta, de cargueros y buques contenedores. El trasiego habitual. El movimiento de agua, con suaves botes del barco que poco a poco serán más contundentes, vendrá al pasar Punta Europa, ya pasado Gibraltar. Al fondo se divisa ya. Los túneles secretos construidos en la II Guerra Mundial, el relleno de tierra junto a Catalan Bay se nota con claridad y el Peñón aparece omnipresente en el nervioso lienzo marítimo de esta transición entre el Atlántico y el Mediterráneo. La última frontera europea a falta de un año para que el Brexit modifique su estatus. Lo sufrirán los 8.000 campogibraltareños que trabajan al otro lado de la Verja.

placeholder La cubierta de mando del barco del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Algeciras. (Fernando Ruso)
La cubierta de mando del barco del Servicio Marítimo de la Guardia Civil de Algeciras. (Fernando Ruso)

"La Línea es un enclave privilegiado y tiene una playa maravillosa. Ahí se podrían haber construido hoteles de pulserita y hubiera sido un éxito", remarca un tripulante de este barco construido en el año 2015, que cuesta 1,5 millones de euros, y mide 21 metros de eslora. Pasado el colosal campo de fútbol donde juega la Balompédica Linense, inaugurado en 1969 con un España-Finlandia, e impulsado en el franquismo como elemento de exhibición a los gibraltareños ("eh, yo tengo uno más grande" era la misión propagandística), aparece la zona de la Atunara.

Zona cero del contrabando

La marea está baja. Bajísima. Hay que sortear un gran banco de arena situado en la entrada del puerto. Parece una orilla plácida de un cuadro de Sorolla en medio de esta tempestad de drama. Si no lo dragan pronto, llegará un momento en que ninguna embarcación pueda acceder. El muelle es de uso exclusivo de carga y descarga, anuncia un cartel de la Junta de Andalucía. Sí, esta es la zona cero del contrabando.

placeholder Los pescadores de la Atunara, al fondo de la imagen, observan la llegada de la Guardia Civil. (Fernando Ruso)
Los pescadores de la Atunara, al fondo de la imagen, observan la llegada de la Guardia Civil. (Fernando Ruso)

Media docena de pescadores observa con detalle la maniobra del buque de la Guardia Civil en su muelle. Se acercan más pescadores… o curiosos. Hay una barrera metálica que ni ellos abren ni dejan que uno se acerque. La relación dialéctica se asemeja a la de los linenses con los gibraltareños cuando la Verja estaba cerrada. Hablaban como si estuvieran en el módulo de prisión de una cárcel.

Los tres son familia y son armadores de pesca. "Claro que ha habido ofertas para hacerse narcotraficante, pero nosotros preferimos esta vida, nuestra vida". Es un hombre de 59 años que ha estado 38 inviernos cotizando en el mismo barco, primero en el de sus padres y luego en el suyo. Dos de ellos no han cobrado ni el paro ni la ayuda social. "A mí me han quedado 900 euros de pensión", precisa el 'afortunado' de la saga.

placeholder Cubierta del barco del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. (Fernando Ruso)
Cubierta del barco del Servicio Marítimo de la Guardia Civil. (Fernando Ruso)

Califican a las 'narcolanchas' como "lanchitas de niñatos". "Mira, este es mi hijo, el que lleva el barco". El joven tendrá unos 30 años. "Hoy hace Levante y no salimos. No, no, yo no quiero hablar del tema que usted querrá que le cuente. Yo me voy para casa". Y se marcha. Antes enseña la factura de las conchas que pescó y vendió en el mercado. La muestra demasiado rápido para quedarse con los detalles. Algunos cifran en 50 euros un buen día de faena. Un niño/soldado del hachís puede ganar solo por estar en un punto 500 euros por una carga.

"Solo sale lo peor de aquí"

"Las noticias dicen", apunta su tío, "que no queremos hablar porque comeremos de eso malo, que si el 80% tiene un sobrino o primo que se dedica a la droga y yo le digo que no… Que no entiendo porque solo sale lo peor de aquí. Es verdad que hay mucha gente que está con la droga, pues claro que es verdad, pero si mucha gente vive de eso es porque no tenemos infraestructuras de trabajo ni nada". La lonja de pescado lleva cerrada unos meses. Aseguran que volverá a abrir.

Sostiene Antonio que los 'narcos' no son todos de La Línea, sino que los hay de todas partes. "Acuden como moscas aquí, pero no son de aquí la mayoría". Antonio acaba de comprar pipas para su loro. "Mi loro se llama Paco", informa con una sonrisa transparente que luce entre una dentadura bien alineada. "¿Sabes cómo se quita esto de la droga? Son cuatro niños que quieren el dinero fácil porque no tienen trabajo".

"Hemos nacido aquí, a 40 metros de la playa. El contrabando de tabaco empezó cuando yo tendría seis años"

"¡Ay, si los pescadores pudiéramos hablar con la cámara delante y contar lo que ha pasado aquí! El problema no son los 'narcos', sino los que están arriba de los 'narcos'. ¿En Madrid o Barcelona pueden saber lo que pasa en La Línea? Hemos nacido aquí, a 40 metros de la playa. Yo llevo desde chiquitito metido en el agua y el contrabando de tabaco empezó cuando yo tendría seis años. ¡Hablar de todo esto tiene mucho lío!".

Detrás de ellos, que conversan pisándose la palabra, como si fueran 'fichajes estrella' de esas tertulias chácharas de televisión, acaba de entrar un furgón policial. Los cuatro guardias civiles del barco miran de reojo la escena. "Mira, no nos podemos fiar de nadie. Están viniendo 'narcos' de los grandes… de tarde en tarde te enteras de cosas… Bueno, ya está. Hemos dicho la realidad". Y así zanjan la conversación.

El madrileño que vigila los barcos

Madrileños por el mundo versión La Línea. Es de la capital, tiene unos 35 años, y vigila los 44 barcos que permanecen atracados en el puerto deportivo de la Atunara. Lleva dos años trabajando como "socio-colaborador" de este recinto. "Ya llevo 11 años aquí y tengo mis niños y todo. Empecé aquí porque mi hermano se trasladó. Luego trabajé en una cafetería y ahora gano 500 euros al mes".

placeholder Antonio, José y Manuel, el pasado viernes, delante de la garita del puerto deportivo de la Atunara. (Fernando Ruso)
Antonio, José y Manuel, el pasado viernes, delante de la garita del puerto deportivo de la Atunara. (Fernando Ruso)

"¿Del narcotráfico?", pregunta el periodista. No hay que esforzarse mucho para saber que ojalá no se le hubiera cuestionado sobre el asunto. "Cada uno que se gane la vida como pueda. El narcotráfico se agudizó cuando llegó la crisis", explica. Cuatro hombres (uno se esconde en la garita de madera del puerto, cuyo interior nos lleva en un fugaz viaje en el tiempo a un decorado de la serie 'Doctor en Alaska') están sentados. Otro viernes al sol. Y sábado. Y domingo. Y lunes, por supuesto. Cada día al sol.

"Aquí no somos 'narcos', ni me lo han ofrecido nunca. Estamos todos 'lisiados', vamos, hechos una mierda"

Como si se hubieran puesto de acuerdo, desenfundan al unísono su carné de jubilado de la cartera. Para que vean a qué no se dedican. José trabajó de mecánico de Obras Públicas para Dragados en Irán, Irak y Argelia. Luego fue mecánico de coches. "Aquí no somos 'narcos', ni me lo han ofrecido nunca. Estamos todos 'lisiados', vamos, hechos una mierda", argumenta, sin anestesia oral.

Antonio ha sufrido cinco infartos "de muerte" y lleva siete muelles en el corazón. Manuel, que trabajó en un supermercado y en la construcción en Gibraltar, bromea: "Si yo fuera 'narco' la Guardia Civil solo tendría que alzar la mano para detenerme y ya está". Los amigos se ríen. "La solución para La Línea es poner fábricas".

El 'modus operandi' de los guardias civiles

Entra el mar de proa. El Levante viene intenso, con continuos vaivenes y saltos, solo aptos para los muy marineros. Al paso por Gibraltar, ya de vuelta a Algeciras, llega el momento, ahora que parece claro que no ha habido suerte y no se ha divisado como testigo directo ninguna 'narcolancha' en la travesía, que los guardias civiles expliquen su operativa cuando asaltan una embarcación enemiga.

placeholder Un detalle de la zona en el radar del barco. (Fernando Ruso)
Un detalle de la zona en el radar del barco. (Fernando Ruso)

Para evitar que desembarquen la mercancía, el buque de la Guardia Civil derrapa justo antes de llegar a la costa y a pocos metros de la embarcación de los barcos. Este pequeño derrape provoca una ola que hace que la 'goma' se quede encallada en la playa. El objetivo es que no haya muertos, ningún héroe traficante. Por eso, acercan todo lo que pueden la patrulla a la embarcación de los traficantes. Ese toque leve inhabilita el motor de las embarcaciones de los 'narcos'.

Doce minutos en atravesar el Estrecho

Se necesita, en ambos casos, una gran pericia del patrón de la embarcación para dominar el mando. Si el Servicio Marítimo dispusiera de más apoyo terrestre sería más fácil capturar a los transportistas, pero la zona de costa del Campo de Gibraltar es muy amplia. Interior intensifica la vigilancia, pero aún no quiere decir en qué número aumentarán los efectivos.

Si hay viento de Poniente una 'narcolancha' tarda doce minutos en atravesar el Estrecho. Lo explica un policía nacional con muchos años de experiencia en La Línea: "Sí, se podrá reducir la droga, pero aquí ha habido, hay y habrá droga. Es un gran negocio y, por desgracia, eso no se puede quitar así como así". De esta guerra apenas se ha escrito el prólogo; como máximo, el primer capítulo.

Hay tiros, drogas y hasta una fábrica de hielo, como en 'Cien años de Soledad'. La crónica de la bahía de Algeciras, con La Línea como eje, se escribe ya con olor a pólvora, desesperación de los 'narcos' y vigilancia intensiva de la Policía y la Guardia Civil.

Guardia Civil Noticias de Andalucía
El redactor recomienda