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Al Ándalus revivido: un día en una aldea islámica de Granada
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MUSULMANES EN ESPAÑA

Al Ándalus revivido: un día en una aldea islámica de Granada

En plena Andalucía existe una alquería de musulmanes que conviven integrados en su entorno y que alberga el más importante fondo privado de manuscritos de época andalusí

Foto: Mezquita de la Alquería Rosales. (F. Azzagra)
Mezquita de la Alquería Rosales. (F. Azzagra)

Antes de convertirse al islam, Antonio Romero era arreglista para grupos de rock de España y Estados Unidos. Corrían los años setenta, una época de convulsiones ideológicas en que las letras brotaban revolucionarias y poéticas, aquí y al otro lado del Atlántico. Pero el ingenio de muchas bandas estaba limitado por su escaso conocimiento musical.

Gracias a sus estudios en el conservatorio de Granada y en la universidad de Madrid, Romero componía música para Joan Baez y los Creedence Clearwater Revival en las mesas de sonido de la CBS en Pasadena. Luego, ya en España, lo hizo para los grupos del llamado rock andaluz. Triana, Medina Azahara o Califato Independiente Imán fueron algunos de ellos.

Todo eso ocurrió antes de adoptar el nombre de Abdus Samad en 1980. La convivencia en el Albaicín granadino con sufíes, seguidores de la rama mística del islam, y el descubrimiento de la música andalusí en festivales internacionales del Magreb llevaron a este laico a hacerse musulmán. Solo hacía dos años que se había casado por lo civil en Madrid en una época en que la mayoría de los matrimonios se contraían por la iglesia.

[Álbum: haz click aquí para ver la fotogalería completa]Yo no tenía fe, era más bien un ‘hippy’. Me hice musulmán para robar la música a los marroquíes y argelinos, ellos estaban tocando música andalusí, la nuestra, la de mi tierra”, cuenta este musulmán granadino de 64 años. Añade con firmeza, pero esgrimiendo una sonrisa en los labios: “Me sentía como un ladrón. Quería recuperar para España ese patrimonio perdido”.

Abdus Samad y Maimuna Sánchez, su mujer, nacieron en Puebla de Don Fadrique, noreste de la provincia de Granada. Él era hijo de Cosme, el librero del pueblo; ella provenía de una familia dedicada a la chacina. Después de convertirse ambos al islam y gracias a un beca que les concedió el rey Fahad de Arabia Saudí, se marcharon con sus entonces tres hijos a vivir a La Meca entre 1984 y 1996. Allí estudiaron árabe, Ciencias Islámicas y Sociología.

Entretanto, en 1993, Romero había comprado a su padre una finca de 117 hectáreas, una extensión equivalente a 180 campos de fútbol.

La Alquería Rosales de Abdus Samad alberga una gran mezquita que puede acoger un millar de fieles

Tras unos años azarosos en que vivió la tensión de los conflictos de Oriente Próximo, sufrió en sus carnes el cerco de Sarajevo, y ejerció de periodista o de colaborador del CNI, este musulmán español comenzó en 1996 a construir la Alquería Rosales en el terreno adquirido a su padre. Pero es más que una alquería, es una aldea islámica a los pies de la Sierra de la Sagra administrada por la Asociación Cultural Azzagra.

No es la típica finca de explotación agrícola y ganadera del levante y sureste peninsulares, sino que también alberga una gran mezquita que puede acoger a más de un millar de fieles, una facultad de estudios islámicos, residencia para estudiantes y profesores, casas y —acaso lo más asombroso— un fondo de manuscritos andalusíes que es uno de los más ricos del mundo en su género. En el comedor-restaurante no encontrarán alcohol ni cerdo, pero sí alimentos ecológicos de gran calidad, té a la yerbabuena y cordero segureño 'halal', sacrificado según el rito islámico.

placeholder Núcleo de la Alquería Rosales. (F. Azzagra)
Núcleo de la Alquería Rosales. (F. Azzagra)

Sí a la mística, no al salafismo

A pesar de sus 12 años en Arabia Saudí, el salafismo, la ideología sociopolítica y religiosa más rigorista del islam, no caló en el administrador único de la Asociación Cultural Azzagra. “Yo llegué al islam por los sufíes, su mística, su poesía, su música, su manera pacífica y humanista de ver la vida, y en esa filosofía me he mantenido hasta ahora”, dice Romero.

Julio Anguita tuvo la idea loca de llamarme para llevar la música andalusí a la Orquesta de Córdoba

Este granadino llama la atención sobre personalidades no musulmanas que también se han sentido atraídas por el misticismo islámico y la música andalusí: “En 1982, cuando aún era alcalde, Julio Anguita tuvo la idea loca de llamarme para llevar la música andalusí a la Orquesta de Córdoba”.

placeholder Detalle del alminar de la mezquita de la alquería. (M. G.)
Detalle del alminar de la mezquita de la alquería. (M. G.)

Pero la personalidad que más le ha sorprendido a Romero es la reina Sofía. “Conoce muy bien el mundo árabe. Empezó a interesarse en su época de estudios en Alejandría —cuenta— y ha leído a algunos de los grandes maestros sufíes”. Por azares de la vida, narra que tuvo encuentros con doña Sofía en Madrid, Riad y Alejandría. En esta última ciudad egipcia, “la encontré desayunando junto a la princesa Irene de Grecia en un restaurante popular, la saludé y me estuvo hablando de Abdul-Qadir al-Jilani, la gran figura sufí del siglo XII, algo insólito”, detalla Abdus Samad.

La gran mayoría de los asistentes a los cursos y los profesores son conversos procedentes de países europeos y norteamericanos

La conversación se desarrolla rodeados de todo tipo de árboles frutales, el canto de los pájaros y el olor a rosas y a hierbas aromáticas. Un auténtico 'locus amoenus' que han dado forma él y su mujer. “Aquí recargo las pilas para luego viajar por todo el planeta y trabajar en mi cargo como jefe de la Comisión para la Educación, las Ciencias y las Universidades fuera del Mundo Islámico”, cuenta Romero, que ostenta ese puesto en la Conferencia Islámica.

En ese miniparaíso, las actividades culturales y religiosas del verano llegan a juntar hasta 300 personas que realizan talleres y cursos. En otoño e invierno hay menos movimiento. Versan sobre temas tan diversos como la caligrafía árabe, la restauración de manuscritos, la encuadernación, la recitación del Corán, las ciencias islámicas o la enseñanza del árabe y el español. Todos pueden comer y dormir en la alquería, que se convierte así en un pueblo islámico.

El converso estadounidense Hakim Archuletta imparte una clase en islam y alimentación saludable. (F. Azzagra)La gran mayoría de los asistentes a los cursos y los profesores son conversos de países europeos y norteamericanos, aunque también llegan del mundo islámico y de lugares tan lejanos como Australia. “Nos hemos convertido en la gran referencia internacional para los conversos occidentales al islam. No hay un lugar igual en Europa que, además, tenga la certificación de la Universidad de Al Azhar de El Cairo”, comenta Romero. Al Azhar es considerada la sede del dogma islámico suní, lo que el Vaticano es al catolicismo.

Integración

Bajamos al pueblo a cenar. Es un buen momento para observar si a Antonio o Abdus Samad lo miran con normalidad o con recelo, apreciar si es Antonio o 'Antonio el moro'. Saluda a todo el mundo por la calle y en el restaurante. Todo es amabilidad y campechanía. Se explica: “Fui teniente de alcalde y alcalde entre 1998 y 2006 con el grupo de los Verdes en coalición con Izquierda Unida, hicimos una gran labor que es reconocida hasta hoy”.

Nunca ha tenido problemas con los vecinos por la aldea islámica que se ubica a cuatro kilómetros de Puebla de Don Fadrique. “Como anécdota, te cuento que cuando ocurrieron los atentados del 11-S, mucha gente del pueblo me dijo que si había algún ataque contra la alquería, ellos subirían a defenderla”, explica Romero.

El hecho de que haya más de 30 vecinos conversos al islam ayuda a la integración. Dos de los hermanos de Romero siguieron sus pasos. En España, las instituciones no piden a los ciudadanos que confiesen su credo, por eso las estadísticas no son fiables. Pero es posible que Puebla de Don Fadrique sea una de las localidades con mayor tasa de musulmanes conversos.

placeholder Alminar de la mezquita de Rosales. (M. G.)
Alminar de la mezquita de Rosales. (M. G.)

Cada día, al rayar el alba, una docena de ellos y de marroquíes suben a la Alquería de Rosales a hacer la primera oración en la mezquita. El escritor Fernando Barrejón, autor de la novela 'El cielo roto', es uno de los orantes: “Mi vida siempre estuvo ligada al cristianismo y me salió el islam porque me atrajo la idea de rezar en comunidad, en compañía de otros creyentes. Por esa razón, es importante para mí subir a la mezquita de la alquería”.

Según explica Romero, la Asociación Azzagra no tiene la interferencia de ningún Gobierno ni de "ninguna asociación de musulmanes que hacen política en España". Ni siquiera del emir de Sharjah, Sultan ben Muhammad al Qasimi, que le ayudó a financiar la mezquita. “Eso nos hace independientes y no tenemos fronteras ideológicas ni religiosas, por aquí pueden pasar judíos, cristianos, ateos, quien quiera”, recalca. Agrega: “Cuando estaba en el ayuntamiento, era el primero que salía en las procesiones de Semana Santa junto al cura del pueblo y los guardias civiles”.

El tesoro de Azzagra

Al igual que Abdus Samad estaba obcecado en recuperar la música andalusí, también lo está por rescatar la literatura andalusí que salió de la Península tras el final del reino de Granada y la expulsión de los moriscos a partir de 1609.

Esa obsesión le llegó tras contemplar en vivo la destrucción de la Biblioteca Vijecnica de Sarajevo en 1992. Había llegado a Bosnia en enero de ese año para completar su doctorado en Sociología. “Me dio mucho coraje la destrucción de 14.000 manuscritos de todas las épocas. Me juré a mí mismo luchar en adelante para salvaguardar la cultura de nuestros antepasados y eso me condujo a implicarme en la conservación y recuperación de manuscritos andalusíes”, cuenta Romero.

No podemos reducir el islam a un ideología islamista. A mí me interesa la dimensión filosófica y cultural y su legado artístico

A partir de 1998, comenzó a viajar a la ciudad malí de Tombuctú para preservar el patrimonio literario de esa ciudad, donde había miles de obras de autores andalusíes. Entre 2011 y 2014, llegó a ser el presidente de The Islamic Manuscript Association, organización que aúna a más de 500 socios individuales e instituciones académicas tan prestigiosas como las universidades de Harvard o Cambridge.

placeholder A. Romero, en Tombuctú, entre cajas de manuscritos. (F. Azzagra)
A. Romero, en Tombuctú, entre cajas de manuscritos. (F. Azzagra)

Romero participó en la evacuación de 313.000 manuscritos de Tombuctú a Bamako para preservarlos de los ataques de los yihadistas, empeñados en acabar con las obras sufíes que ellos consideran ilícitas. Fue entre 2011 y 2012. En uno de sus viajes a Malí fue retenido por los yihadistas, quienes le robaron todas sus pertenencias y le perdonaron la vida por hablar árabe.

placeholder Obra de sociología andalusí de 1315 en el fondo Azzagra. (M. G.)
Obra de sociología andalusí de 1315 en el fondo Azzagra. (M. G.)

En sus muchos viajes por el Sáhara, en el triángulo formado por Tombuctú, Adrar en Argelia y Oualata en Mauritania, este estudioso se ha hecho con la colección privada más importante de manuscritos andalusíes. Es el gran tesoro de la Fundación Azzagra, de un valor incalculable y adscrito a un catálogo de la Unesco. Tiene 75 obras completas inéditas y varios cientos de manuscritos. La temática es diversa, desde tratados de alquimia a compilaciones de sociología, pasando por textos interpretativos del Corán o medicina. Le ayudan sus hijos Ada e Ismael, ambos especializados en la restauración de manuscritos, quienes tienen a su disposición un laboratorio en la propia alquería.

“Esta colección está a disposición de cualquier investigador que quiera estudiar estos manuscritos”, señala Romero. “Mi sueño es tener más tiempo para estudiarlos yo mismo. No podemos reducir el islam a un ideología islamista como se hace ahora, eso lo adultera y empobrece. A mí me interesa la dimensión filosófica y cultural y su legado artístico”, concluye.

La palabra alquería viene del árabe ‘al qaria’, cuyo significado es 'pueblo'. ‘Sagra’ y ‘azzagra’ significan ‘frontera’ en árabe. Esa zona de la Sierra de la Sagra —hoy ubicada entre las provincias de Jaén, Granada, Almería, Albacete y Murcia— fue el escenario de batallas sin tregua entre el último bastión del Al Ándalus islámico, el reino nazarí, y los ejércitos cristianos durante los siglos XIII, XIV y XV.

Antes de convertirse al islam, Antonio Romero era arreglista para grupos de rock de España y Estados Unidos. Corrían los años setenta, una época de convulsiones ideológicas en que las letras brotaban revolucionarias y poéticas, aquí y al otro lado del Atlántico. Pero el ingenio de muchas bandas estaba limitado por su escaso conocimiento musical.

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