Es noticia
Aznalcóllar, la leyenda del pueblo sin mina
  1. España
  2. Andalucía
EL MUNICIPIO SEVILLANO ESPERA LA REAPERTURA DE LA EXPLOTACIÓN MINERAL

Aznalcóllar, la leyenda del pueblo sin mina

El municipio sevillano, de 6.300 habitantes, a 36 kilómetros de la capital, sigue esperando que reabra su monocultivo de veneno y empleo, después del cierre la mina de Boliden hace ya 13 años

Foto: Mina de Aznalcóllar. (Archivo)
Mina de Aznalcóllar. (Archivo)

Es un pueblo para viejos; pensionistas y parados decoran un escenario fantasma. Aznalcóllar, el Detroit de la minería andaluza, no sabe de otra cosa. Tampoco le enseñaron. A la 1 de la madrugada los perros aúllan como lobos esteparios y hace dos horas que cerró el último garito. A las 6 ya canta el gallo con desesperación. A esa hora el Bar Andalucía habría servido media docena de cafés y carajillos. De eso hace ya 13 años, cuando cerró la mina de Boliden, que causó en 1998 uno de los mayores desastres ambientales de las últimas décadas. Fue en el entorno de Doñana. Aznalcóllar, de 6.300 habitantes, a 36 kilómetros de Sevilla capital, sigue esperando que reabra su monocultivo de veneno y empleo.

Eduardo Fernández, de 72 años, vive junto a la parada del autobús. Observa a media tarde el discurrir lento de una primavera que coquetea con el verano. Él no fue minero (como la mayoría de las personas de su edad), pero sí trabajó en el almacén de la mina llevando peso. Se jubiló con 50 años por un problema de espalda. “Esto está muerto. Ahora se ven cuatro coches arriba y abajo. Este bar [señala el que está al lado de su casa, donde su mujer charla con las amigas en la terraza] apenas cerraba tres horas por la noche”. Todo eso se esfumó, como el trabajo en el transporte de uno de los hijos de Eduardo (José Ángel, de 36 años). “Estamos esperando a ver qué pasa con la mina”, apunta este joven, que apura el cigarrillo con la misma desgana de los días que pasan.

La Junta de Andalucía decidió impulsar la minería con un concurso para reabrir Aznalcóllar que ha ganado el grupo México-Minorbis con la cordobesa Magtel. La multinacional mexicana, que provocó el pasado mes de agosto el mayor desastre ambiental en la historia de aquel país, se enfrenta a una demanda penal presentada por la opción perdedora, la canadiense Emérita Forbes Manhattan. El juzgado tendrá que decidir. En el pueblo todos quieren que la mina vuelva a rugir. Hay 470 empleos directos en juegos. Juan José Fernández Garrido, líder local de Comisiones Obreras, portavoz de los mineros, y con clara vocación política en un pueblo donde gobierna IU desde 2011 tras tres décadas del liderazgo municipal del PSOE, espera que la adjudicación haya sido limpia. “Los aznalcolleros no podemos aguantar más sin la mina. La Junta es la responsable. Esperemos que todo se haya hecho bien. No estamos a favor o en contra de ninguna de las dos empresas, lo que queremos es que se abra ya”.

Dos huelgas de hambre

Juan José, de 47 años, pelo en pecho abierto de legionario de Jueves Santo malagueño, padece secuelas físicas tras haber trabajado en el mantenimiento mecánico de la mina. Tiene la garganta enferma, una voz ronca que parece patrocinada por Ducados. Dos huelgas de hambre (una de 12 días y otra de 33 días en la Catedral de Sevilla contra el cierre de la explotación minera), más 114 días de acampada en las puertas del Parlamento de Andalucía le dejaron tocado el estómago y el hígado.

La mina de Aznalcóllar la abrió el Banco Central en 1979. La sociedad se llamaba Andaluza de Piritas S.A. En agosto de 1987 se vendió a la sueca Boliden. En momentos punta llegó a emplear a 1.300 trabajadores. Cuando cerró eran 400. La gran mayoría se jubilaron o prejubilaron. Aún quedan 28 empleados, entre ellos Juan José, que reclaman volver al tajo. El sindicalista llegó a ganar “30.000 euros al año de 2002”. “Yo preferiría Boliden. Boliden sólo fue mala para los políticos. Nos pagaban muy bien. La castigaron para buscar una cabeza de turco”, asegura el sindicalista, orgulloso de “haber encontrado alianzas con ecologistas y el PP para convencerles de que la minería era factible”.

Rafael Gallardo, de 53 años, nació en el poblado La Juanita. Allí vivían los mineros. Él era hijo de otro minero, que murió tras contraer silicosis “y luego una tristeza”. “Me duró 37 días. Yo tenía seis años cuando nos dejó y aquí estoy luchando”. Rafael, negrísimo de piel y más de 1,80 de altura, sigue contando su historia como si fuera un personaje de García Márquez. “Cuando era un niño amanecí un día de buenas a primeras lleno de ronchas en la cara. Era alérgico al mineral y creía que jamás podría entrar en una mina. Luego trabajé muchos años con cianuro”. Le indemnizaron con 56.000 euros.

La pistola en la Casa Rosa de Chaves

El veneno no le causó –que sepa– ningún daño. “Estoy fenómeno”, asegura. Y recuerda que estuvo 26 días de huelga de hambre y empezó “a echar sangre por debajo”. Estuvo dos días en el hospital. Fue una inflamación de colon. Le dieron un medicamento y aquí sigue dispuesto a luchar, como cuando entró en la Casa Rosa, la antigua sede provisional de Presidencia de la Junta de Andalucía en la época de Manuel Chaves, jugándose la vida le quitó la pistola a un policía de la guardia pretoriana chavista. “Llorando, nos pidieron que les devolviéramos el arma. Lo hicimos. No somos malos”. Del Parlamento de Andalucía le echaron por tildar a su amigo Chaves de “perro callejero”.

En la sede de Comisiones Obreras de Aznalcóllar entra y sale gente pidiendo trabajos a Juan José, una suerte de Mesías laico para los que luchan por su inciertísimo porvenir profesional. “¿Cuándo me vas a hacer un currículo?”, pregunta un hombre de unos 45 años. “Espérate unos días, que me desaloje un poco”, contesta el hombre de Comisiones Obreras. Juan, de veintipocos años, que ahora trabaja de camarero en un bar sin gana alguna porque no tiene otra cosa, pregunta por un curso de carrillero para la mina. “Yo sólo pido celeridad a la justicia. Tienen a un pueblo esperando. Estamos impacientes”, asegura el sindicalista.

En el centro de día de pensionistas y jubilados (“los mejores años”, precisa la cerámica de la puerta) hay fotos en sepia y blanco y negro que rememoran la prehistoria de la mina. Hay cuatro tipos con sombrero que posan en 1912 delante del tren de Aznalcóllar. Un poco más abajo, en la misma avenida de Andalucía, se encuentra la sede de la Casa del Pueblo del municipio, la agrupación local del PSOE. Por las mañanas no suele abrir. El cartel de la solitaria candidata Susana Díaz certifica la ausencia de actividad. La tarde y la noche se animan. Y ahí está Juan Ramón Losada, el alcaldable socialista, que acaba de venir de un entierro en Sanlúcar la Mayor. “Queremos que el 80% de los que trabajen en la mina sean de aquí”, proclama Losada, que trabaja como asesor en la Diputación Provincial de Sevilla gobernada por el PSOE, y es diplomado en Magisterio de Educación Física.

1.400 desempleados

Ese 80% reclamado por Losada no se ha cumplido en el PAMA (Polígono de Actividades Medioambientales) impulsado por la Junta de Andalucía para amortiguar el cierre de la mina en 2002. En el PAMA no paran de cerrar empresas. Ahora emplea a 300 trabajadores. Las previsiones eran de 1.500. El polígono formaba parte de la una zona de actuación especial destinada a firmas de residuos y reciclajes. “Tenemos 1.400 personas en paro, más del 30% de la población activa. La minería es muy importante, pero también hay otras alternativas como el regadío, las energías renovables que han parado el Gobierno de Rajoy. La mina está previsto que dure 19 años, hay que buscar otras vías de empleo”, explica Losada.

Joaquín Rodríguez, administrativo en paro, de 35 años, sigue en casa de sus padres. Ahora no consigue un empleo de lo suyo. Su última nómina fue de teleoperador. Llegó a trabajar en Madrid. “El pueblo se ha quedado atrás. Aquí hay un recuerdo buenísimo de Boliden. Hubo muchas mentiras. La contaminación no llegó donde se dijo y yo creo que hubo un interés en cerrar la mina por la propia empresa porque los sueldos eran muy altos”, cuenta Rodríguez, mientras ve el carrusel de goles del Schalke 04 al Real Madrid. “Joaquín, que te has perdido el gol de Ronaldo”, apunta Diego, que califica como “desmadre” la gestión de Boliden: “Se perdía mucho material”. En la barra dos empleados murcianos de una empresa del polígono reciben la lección minera del dueño del bar Los Arcos, el que sirve mejores almuerzos del pueblo. En la cena sólo sirven bocadillos.

Abrir la mina, “pero no a cualquier precio”

El administrativo tiene claro que la adjudicación al grupo mexicano ha resultado “una auténtica basura”. “Hay muchos intereses de la Junta de Andalucía [Magtel fue regada por subvenciones de la administración autonómica]. Es muy importante para Aznalcóllar abrir la mina, pero no a cualquier precio. El proyecto de los canadienses era mejor”, asegura, mientras llega al bar Los Arcos una chica que le estaba esperando ya fuera, en la calle. Eugenio, de 29 años, electricista, es afiliado del PSOE. También está en el paro. “La adjudicación ha sido totalmente limpia y transparente. No sé el motivo exacto de la demanda y que el grupo México haya tenido un vertido no quiere decir que aquí vaya a pasar lo mismo. Aznalcóllar siempre ha vivido de la mina. A mí no me importaría trabajar de lo mismo cuando se abra”.

María José Acosta tiene 42 años y tres hijas de 19, 18 y 9 años. Su marido, de 41 años, lleva dos años “pensionado”. Desde los 20 años sufría dolores de espalda. “Aquí hay mucha gente pasándolo mal y hace falta que esté otra vez la mina para los que están sin puesto de trabajo”, relata María José, que vive con los 1.000 euros que le ha quedado de la pensión de su marido. “Es complicado vivir con ese dinero, somos cinco personas y es complicado. Te tiene que comer el tarro bien. Yo necesito trabajar porque con un sueldo no llegamos”. María José estudió el año pasado un curso de electromecánica. Tampoco le importaría trabajar de limpiadora.

En Aznalcóllar hay inscritas 159 personas en urgencia social. El ayuntamiento les ayuda con 426 euros mensuales. “Aquí nos conocemos todos y es muy doloroso no poder dar trabajo a alguien con el que te has criado desde niño”, cuenta Antonio Escobar, simpatizante, pero no afiliado de Izquierda Unida, y concejal de Urbanismo. También trabajó en la mina como encargado de planta. Se prejubiló “cobrando bastante”. El Banco Vitalicio le ingresa todos los meses. No quiere decir la cifra. En el ayuntamiento no cobra ni un euro. “La mina es muy dura, muy dura”, insiste una y otra vez en el despacho de la Alcaldía junto a dos ediles de su equipo, entre ella Manuela Bueno, concejal de Servicios Sociales.

Barrera para proteger Doñana

La suerte. Para Escobar existió y mucha aquella fatídica madrugada de sábado 25 de abril de 1998 cuando se rompió la balsa de Aznalcóllar. “Si hubiera ocurrido a otra hora o entre semana…”. El desastre ambiental lo fue y gigante, pero en ese caso el desastre humano habría estado garantizado. El concejal también se queja del retraso (hasta tres veces) en la cita en Sevilla con la directora general de Minas de la Junta de Andalucía. Quieren saber más sobre el proyecto.

El concejal Jesús Moreno, de 27 años, es el encargo por el equipo de Gobierno municipal para explicar cómo está la mina, situado a 1,5 kilómetros del centro del pueblo. La mina consta de dos cortas (Los Frailes y Aznalcóllar), de 1.200 hectáreas. A las 16.15 horas un vigilante da el paso al vehículo del concejal. En la mina, a pesar de su cierre, la Junta dejó con empleo a 13 personas en tareas de conservación Para subir a la colina y ver el espacio hay que atravesar un camino de piedras donde antes circulaban camiones de 200 toneladas. A escasos metros de Los Frailes, una docena de vacas pastan frente a los doce hectómetros cúbicos de agua tóxica acumulada con color de acero. Esta corta no está muy explotada. Todavía se le puede sacar mucho jugo a los anillos ya construidos. Fue la primera corta a cielo abierto de la zona.

La porquería de la corta de Aznalcóllar parece chocolate espeso. Está situado muy cerca de la parte sur del pueblo. “No hay estudios de cómo afecta a la población, pero en la sombra del cáncer está muy presente”. Un par de kilómetros en dirección a Sanlúcar la Mayor, dejando atrás la caseta del vigilante, se llega a la antigua balsa de Aznalcóllar, la causa del desastre de 1998 que el proyecto actual ha eliminado. La antigua balsa era en realidad un embalse que provocó un corrimiento de tierras a 14 metros de profundidad. Ahora parece el caudal de un río seco en medio de un escenario desolador. Esta leyenda del pueblo sin mina.

Es un pueblo para viejos; pensionistas y parados decoran un escenario fantasma. Aznalcóllar, el Detroit de la minería andaluza, no sabe de otra cosa. Tampoco le enseñaron. A la 1 de la madrugada los perros aúllan como lobos esteparios y hace dos horas que cerró el último garito. A las 6 ya canta el gallo con desesperación. A esa hora el Bar Andalucía habría servido media docena de cafés y carajillos. De eso hace ya 13 años, cuando cerró la mina de Boliden, que causó en 1998 uno de los mayores desastres ambientales de las últimas décadas. Fue en el entorno de Doñana. Aznalcóllar, de 6.300 habitantes, a 36 kilómetros de Sevilla capital, sigue esperando que reabra su monocultivo de veneno y empleo.

Sevilla Minería
El redactor recomienda