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La estrategia de los barones del PP para achicar a Vox en sus comunidades
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LA RELACIÓN CON ABASCAL

La estrategia de los barones del PP para achicar a Vox en sus comunidades

Génova deja en manos de sus presidentes planificar cómo ocupar el espacio electoral de la ultraderecha. Los planes son diversos, pero todos coinciden en su incapacidad para gestionar

Foto: Varios presidentes del PP durante del debate de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo.(EFE/Juan Carlos Hidalgo)
Varios presidentes del PP durante del debate de la investidura fallida de Alberto Núñez Feijóo.(EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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Génova ha pasado de puntillas sobre las razones que el 23-J hicieron naufragar las opciones de Alberto Núñez Feijóo para convertirse en presidente del Gobierno. Si existen sesudos análisis internos, no han trascendido. La explicación más extendida es que se gestionaron mal los pactos con Vox en las autonomías y que el PSOE construyó sobre estas alianzas su campaña. Hubo acuerdos en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón, Baleares y Murcia, que se sumaron al que ya existía en Castilla y León. La ultraderecha forma parte de todos los gobiernos, a excepción de las Islas. Deberán convivir durante cuatro años. Aunque ya hay vaticinios sobre la desaparición de Vox, el reputado economista Jesús Fernández-Villaverde, que colabora en este periódico, defendió en una reciente conferencia en la Fundación Rafael del Pino, que la formación de Santiago Abascal sobrevivirá a semejanza de otros partidos hermanos en el resto de Europa. No es Ciudadanos.

La relación que el PP pretende establecer con ellos es distinta en cada comunidad. Y, como sucedió después de las elecciones autonómicas y municipales, la dirección da a sus barones libertad. La razón, explican, es que Feijóo nunca habría logrado sus mayorías absolutas en Galicia, si el votante hubiera percibido que actuaba bajo el dictado de Génova. Les dejarán planificar su propia estrategia, pero exigirán resultados en los siguientes comicios. Así pretenden los barones zamparse a Vox en los próximos años.

Comunidad Valenciana

En el territorio donde más tajada institucional ha sacado Vox tras el 28M —una vicepresidencia primera de Cultura y Deportes y las conselleries de Justicia e Interior y de Agricultura— la preocupación por la competencia de sus socios es casi inexistente. "No tienen ni idea de la Administración", explican fuentes del PP, "son políticamente muy flojos" y "carecen de estructura orgánica". Además, "no saben ni a quién ha nombrado porque mucha gente les ha venido impuesta de Madrid". Y eso les hace sentirse "inseguros" y apoyarse en el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. Por estos motivos no ven necesaria una planificación para erosionarles: "No hace falta que te los quieras comer, es que van a desaparecer ellos solos". Todo el discurso político, señalan, lo lleva el presidente, que es un "liderazgo emergente". Y eso achica el espacio de Vox. Ha monopolizado la mayoría de las medidas —eliminación del impuesto de sucesiones y donaciones, rebaja fiscal y reducción de cargos en la Administración— y, por el momento, no ha tenido un solo roce con Vox. La aspiración de Mazón es consolidar una renovación ideológica, que reconecte al PP con la sociedad valenciana de una manera amplia y le proporcione una mayoría absoluta. "Y mientras Pedro Sánchez siga en el Gobierno, nos irá bien". Vox, creen, simplemente se volatilizará.

Extremadura

En las antípodas del PP valenciano. Ni la ultraderecha ha tenido allí tanta pegada (8,12% de voto) ni el perfil de María Guardiola es tan presidencialista. Contraria a pactar con Vox, Génova la obligó ante el riesgo de que se escapara el gobierno de su comunidad, tradicionalmente socialista. Su "palabra" quedó muy tocada. Les dio Gestión Forestal y Mundo Rural y la consejera, una independiente, dimitió a los 77 días, por "discrepancias" con la dirección nacional, que trata de controlar la gestión desde Madrid. Fuentes del PP extremeño apuntan a la falta de implantación territorial de Vox y la ausencia de experiencia previa como sus grandes debilidades. "Son gente que nunca ha trabajado en equipo y les está pasando factura". Con el tiempo, sostienen, acabarán absorbidos. Lograron 50.000 votos (5 escaños) y con 12.000 menos "te quedas fuera de la Asamblea". Los populares no viven muy pendientes de sus socios, sino más bien volcados en transmitir que hay un Ejecutivo "potente", con un proyecto para Extremadura. Los anuncios los capitaliza la portavoz del Gobierno porque, confiesan, ahora "no interesa" una exposición mediática excesiva de Guardiola, tras toda la polémica con la que arrancó su liderazgo.

Aragón

Jorge Azcón es otro presidente que en su partido ven con proyección "nacional". Y ya van dos. Que se preparen Juanma Moreno e Isabel Díaz Ayuso. Allí la cohabitación con Vox en el Gobierno es "buena". Gestionan la consejería de Política Territorial y la de Agricultura. Les dan espacio, les dejan que hagan sus propios anuncios. No tienen quejas. Fuentes populares sí consideran que el trabajo de Vox puede quedar "diluido" por el "perfil alto" de Azcón. "Por simple decantación". Un barón del PP con "recorrido" frente a un dirigente regional del partido de Abascal. Pero, ojo, advierten, "en Aragón no nos interesa comernos a Vox" porque nadie ha tenido nunca mayoría absoluta. La fragmentación —hay ocho partidos en el Parlamento— es marca aragonesa, "va unida a la comunidad". Por tanto, destacan, "los necesitaremos para seguir en el Gobierno".

Baleares

Las Islas era el lugar donde la connivencia con Vox se presentaba más llevadera porque no forman parte del Gobierno de Marga Prohens. Pero es justo donde más se ha tensado la situación. Vox pone en riesgo los próximos presupuestos al negarse a apoyar el techo de gasto. El motivo es que exigen implementar ya la libre elección de lengua con el desdoblamiento de líneas. Los populares no se niegan, forma parte del pacto programático, pero, subrayan, con la rapidez que reclaman, "no se puede ejecutar". Las conversaciones siguen. Incluso se buscó la mediación de Abascal que no ha podido, por ahora, imponerse. Vox se fundó sobre colectivos contrarios el uso mayoritario del catalán y estos han impuesto su enfoque en el grupo parlamentario. De los cinco diputados, esta semana se ha marchado uno por discrepancias con el resto.

En el PP saben que "a diferencia de Ciudadanos, Vox no es una anécdota". Tienen "cierta estructura". Pero creen que su futuro depende de la marca nacional. Los populares tienen capacidad de crecimiento con los votos perdidos de Cs y del PI, que se quedaron fuera del Parlament. También de Vox. "Son votantes del PP que pueden volver si Abascal no tira" o porque no entiendan que "dificulten" la gobernabilidad de Prohens. Lo prioritario es resolver esta crisis. "La relación hasta ahora era cordial y no buscaban la confrontación". Ellos iban a capitalizar algunos temas con proposiciones de ley en la Cámara. Pero con la lengua están en "posiciones de máximos". Prohens, afirman, ha hecho del "cumplimiento de su palabra", su divisa política, y "no le va a prometer imposibles".

Murcia

Fernando López Miras soñaba en la campaña con un Gobierno en solitario, pero le faltaron dos escaños. Pese a esta eventualidad, siguió soñando. La perspectiva de repetir las elecciones por el enroque de Vox, que se negaba a apoyarle si no les hacía un hueco en su Ejecutivo, pospuso hasta los primeros días de septiembre el pacto con la ultraderecha. Se hicieron con una vicepresidencia y Consejería de Interior y con la de Fomento. El presidente no ocultó que en su cesión pesó la necesidad de que la formación de ultraderecha apoyara la investidura (fallida) de Feijóo. El trauma no se ha curado. El PP se ha mostrado muy reacio a hablar de sus vínculos con Vox. Todo está "bien". "Llevamos un mes de Gobierno y las cosas funcionan con normalidad". La realidad es que los de Abascal tienen en Murcia un importante granero de votos. Del 9,46% de apoyo en las autonómicas de 2019 al 17,7% en 2023. El 23J aún fue superior: 21,8%, cuando la media nacional estuvo en el 12,3%. Han perdido voto respecto a los anteriores generales, pero mucho menos que en otras autonomías. Y el PP murciano no parece tener claro cómo hacer frente a su fortaleza.

Castilla y León

La Junta que preside Alfonso Fernández Mañueco es el paciente cero. El primer Gobierno de coalición. Una vicepresidencia y tres consejerías. Y la prueba de que tener responsabilidades hace daño a Vox. "No saben gestionar, no tienen experiencia, no conocen la Administración", afirman fuentes del Ejecutivo. La radiografía que se repite ahora en otras comunidades. Además, revelan, les tienen "muy controlados" desde Madrid. No dan margen a que las organizaciones territoriales se desarrollen y eso, es "no conocer" España. También "les han pedido que no me monten numeritos", en referencia a las salidas de tono del vicepresidente Juan García-Gallardo. El 23J han pasado de cinco diputados en Castilla y León a uno. Allí les ven de capa caída. Según fuentes demoscópicas, su esencia es la "polarización" y cuando hay un líder "fuerte" en la derecha, como se vio con Feijóo en la investidura, pierden su razón de ser.

Génova ha pasado de puntillas sobre las razones que el 23-J hicieron naufragar las opciones de Alberto Núñez Feijóo para convertirse en presidente del Gobierno. Si existen sesudos análisis internos, no han trascendido. La explicación más extendida es que se gestionaron mal los pactos con Vox en las autonomías y que el PSOE construyó sobre estas alianzas su campaña. Hubo acuerdos en la Comunidad Valenciana, Extremadura, Aragón, Baleares y Murcia, que se sumaron al que ya existía en Castilla y León. La ultraderecha forma parte de todos los gobiernos, a excepción de las Islas. Deberán convivir durante cuatro años. Aunque ya hay vaticinios sobre la desaparición de Vox, el reputado economista Jesús Fernández-Villaverde, que colabora en este periódico, defendió en una reciente conferencia en la Fundación Rafael del Pino, que la formación de Santiago Abascal sobrevivirá a semejanza de otros partidos hermanos en el resto de Europa. No es Ciudadanos.

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