Yolanda Díaz salva el tipo y neutraliza a Podemos: les deja con 5 escaños

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Nunca antes perder siete escaños fue asociado a tanta alegría, pero este domingo el nerviosismo ha dado paso a la euforia, hasta adueñarse del cuartel general de Sumar. Con el 99% de los votos escrutados, el partido de Yolanda Díaz salva los muebles con tres millones de votos, y lo hacía casi únicamente por el contexto. Aunque haya quedado por detrás de Vox, y uno de sus retos era ser tercera fuerza, y pese a que empeora los resultados de Pablo Iglesias en 2019, la derecha no suma para formar Gobierno. Otra cosa es que la izquierda logre reeditar la coalición, dos escaños por debajo del anterior resultado de PSOE y Unidas Podemos.

Requerirían del apoyo de ERC, EH Bildu, PNV y BNG, y la abstención de Junts. Un escenario endiablado. Y Díaz, consciente de la dificultad de estas negociaciones, prometía negociar desde este lunes con las fuerzas "progresistas y democráticas" para lograrlo. Entre los suyos, reconocían que tienen un reto enorme por delante, pero distintos dirigentes afirmaban que están en disposición de lograrlo. Tras la cita con las urnas, Díaz logra 10 diputados por su propia cuota, mientras los comunes, IU y Podemos obtienen cinco parlamentarios con sus respectivos carnés. Más Madrid y Compromís logran dos, y la Chunta Aragonesista, uno. Podemos pasa de 23 a cinco diputados.

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La incertidumbre era tal que la candidata de Sumar no ha hecho su entrada en la sede hasta las 23:00, entre aplausos, vítores y gritos de "¡Presidenta!". Dentro esperaban Ione Belarra, Mónica García, Alberto Garzón e Íñigo Errejón, líderes de los partidos que vertebran la confluencia. El aplauso, pese a haber logrado siete escaños menos que Unidas Podemos, Compromís y Más País en las últimas elecciones, llegaba después de una noche que empezaba con caras muy largas, a tenor de las encuestas publicadas tras el cierre de las urnas. Sumar aguanta el tipo y aprecia cierta mejoría tras la última semana de campaña, aunque no sea el resultado que hace apenas un mes aspiraba a lograr.

Díaz se queda a dos escaños y 20.000 votos de Vox, a quien quería sorpasar, pero mientras el partido de Abascal se deja 19 escaños, ellos pierden siete actas contando con los resultados de todo su espacio. Todo, eso sí, tras una histórica unión de partidos con odios cruzados y rencores, con Podemos jugando un papel muy bajo para defender la candidatura de la que forma parte, y después de varios dardos de Pablo Iglesias. No han logrado movilizar todo lo esperado, y suman menos que el bloque de la derecha, pero han logrado darle la vuelta a un escenario muy negro. Y más, tras montar una insólita alianza en apenas tres semanas cargadas de batallas a la interna. Y después del batacazo electoral del 28-M, que afectó particularmente a Podemos.

La izquierda a la izquierda del PSOE nunca había logrado un resultado tan bajo desde 2015, y Sumar pierde 600.000 votos con respecto a lo logrado por Unidas Podemos y Más País-Compromís en 2019. Sin embargo, que su socio haya superado todas las expectativas le presta oxígeno a Díaz para que su petición de una "amnistía en la izquierda" no caiga en saco roto. Mientras haya opción de reeditar la coalición, se estrecha el margen para que Irene Montero y Podemos ajusten cuentas con la vicepresidenta.

La expresión de Ione Belarra, secretaria general morada y número cinco en las listas, era de absoluta seriedad, pese a estar rodeada por un grupo de rostros destacados de Sumar absolutamente eufóricos. Como ella, la secretaria de Organización de Podemos, número cuatro por Barcelona, también compartía escenario con Díaz, Ernest Urtasun, Mónica García o Alberto Garzón, casi sin sonreír. "Hoy, la ciudadanía ha defendido la coalición en las urnas con una mayoría que es progresista, feminista y plurinacional. Podemos seguirá trabajando para empujar más transformaciones y cuidar la mayoría. Gracias a nuestra militancia por este ejercicio de responsabilidad histórica", afirmaba Belarra en su perfil de Twitter. Iglesias compartía este mensaje, e Irene Montero, la gran perjudicada en la reconfiguración de la izquierda, lo salpimentaba. Ninguno de ellos mencionaba a Díaz.

El resultado permite ganar tiempo a Díaz, y dificulta una rebelión en la izquierda que, de darse otro escenario, se tenía completamente asumida. Tras su comparecencia ante los medios, casi eclipsada por los aplausos de los suyos, la candidata a la Moncloa salía a arengar a un par de centenares de personas concentradas ante su sede, en el centro de Madrid. En esta ocasión, solo Urtasun, García, Garzón y su portavoz en materia de feminismo, Elizabeth Duval, la escoltaban. Podemos estaba ausente.

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Y, como hiciera minutos antes, Díaz prometía que no perderán de vista sus objetivos, lo que también suponía cerrar la puerta a posibles motines: "Cambiamos el guion [de la campaña] hablando de los problemas de la ciudadanía, y no nos vamos a distraer", aseguró. "Había gente preocupada y hoy creo que la gente va a dormir más tranquila". Se refería al avance de PP y Vox, pero también habrá muchos en su espacio que puedan dormir, al menos hasta que el escenario se aclare, a salvo de la vendetta morada.